Venezuela, un país sumido en la incertidumbre

apertura de la Asamblea Plenaria Conferencia Episcopal Venezuela enero 2013

Aplazada la toma de posesión de Chávez, los obispos piden no alterar la Constitución

apertura de la Asamblea Plenaria Conferencia Episcopal Venezuela enero 2013

Apertura de la Plenaria de la CEV; en el centro, Diego Padrón

Venezuela, un país sumido en la incertidumbre [extracto]

J. L. CELADA | Venezuela ha comenzado este 2013 con “gran incertidumbre”. Así lo constata el arzobispo de Cumaná y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), Diego Padrón, en su discurso de apertura de la 99ª Asamblea Plenaria de este organismo, inaugurada en Caracas el lunes 7 de enero.

Y así parecen corroborarlo los acontecimientos, porque solo tres días más tarde estaba prevista la toma de posesión para un nuevo mandato de Hugo Chávez, cuya prolongada enfermedad pone “en grave riesgo la estabilidad política y social de la nación”.

Al cierre de esta edición, sin embargo, el Gobierno anunciaba que el líder bolivariano, hospitalizado en Cuba, asumirá el cargo posteriormente ante el Tribunal Supremo, de acuerdo con el artículo 231 de la Constitución.

En su análisis del panorama actual, el prelado defiende que el pueblo ha acompañado al presidente “con respeto, solidaridad y oración” en este difícil momento histórico, y se congratula al ver que seguidores y opositores “han coincidido en presentar oraciones y ofrendas a Dios por su pronta recuperación y regreso, como lo que más conviene al país”.

Aun con todo, advierte que la “compleja situación” por la que atraviesa ahora Venezuela podría conducir a una “encrucijada peligrosa”. Un temor que Padrón sustenta en el hecho de que “la población está confundida, y una buena parte de ella, molesta”, porque, tras más de 25 comunicados sobre el estado de salud de Chávez, entiende que “el Gobierno no le ha dicho al pueblo toda la verdad”, sino “su verdad política”.

Aunque admite que “no es el propósito de esta Asamblea intervenir públicamente en la interpretación de la Constitución”, cuya letra y espíritu son claros (“el 10 de enero expira un mandato del actual presidente y comienza otro para el cual fue reelecto”, apostilla), el presidente de la CEV recuerda que “está en juego el bien común del país y la defensa de la ética”, por lo que cualquier alteración de la Carta Magna con fines políticos es “moralmente inaceptable”. De aquí que manifieste su rechazo categórico a “todo posible intento de manipulación de la Constitución en favor de intereses de una parcialidad política y en detrimento de la democracia y de la unidad del país”.

A la espera de que “el proceso político transcurra por los cauces democráticos”, Padrón se lamenta, no obstante, de otros aspectos de la realidad que “siguen aún en la penumbra”: violencia, inseguridad, compatriotas privados de libertad y, muy especialmente, la economía. Acerca de la misma, el ciudadano recibe informaciones que “no están claras y, cuando va al mercado, el dinero no le alcanza”. A ello contribuye una alta inflación, “preocupante sobre todo para la clase media”.

Pese a todo, el arzobispo de Cumaná concluye con una palabra de aliento para los venezolanos, que han demostrado “ingenio y capacidad para hacer frente a las dificultades y crisis, y salir airosos de ellas”. Siempre con la inestimable colaboración de la Iglesia, que –a través de diversos organismos de salud, educación, capacitación o atención (a niños en situación de riesgo o abandono, a discapacitados, a madres adolescentes, a refugiados, a ancianos…)–, es “consciente de que no basta tener fe. Sin obras, la fe está muerta (Sant 2, 17)”.

Tres eventos de referencia

El presidente de la CEV dedicó la primera parte de su discurso a tres eventos “de obligada referencia para los planes y programas pastorales… y base de nuestro Plan Trienal”: el Año de la fe, la memoria del Vaticano II y la continuación del reciente Sínodo sobre La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

Por lo que respecta al primero, Padrón apunta al “debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia” como gran desafío para la fe en el continente, y habla de una “visible incoherencia entre fe y vida”, que es “el resultado de una iniciación cristiana pobre y fragmentada”. En cuanto al Vaticano II, sostiene que “todavía no hemos asimilado completamente el Concilio”.

Finalmente, al referirse al último Sínodo, el prelado recuerda que “vino a reforzar la convicción de la Iglesia de que evangelizar constituye su vocación y su dicha, su identidad más profunda, y de que en la sociedad actual, que conserva todavía numerosos valores cristianos, es urgente una nueva evangelización”.

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

 

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