‘The Master’: desafío y magisterio

The Master fotograma de la película

The Master fotograma de la película

J. L. CELADA | Asomarse al universo creativo de Paul Thomas Anderson entraña un doble riesgo: quedar para siempre atrapado por su hipnótica maquinaria narrativa o salir despedido en busca de atmósferas más respirables. Si Magnolia (1999) o Pozos de ambición (2007) ya plantearon al espectador tal disyuntiva, The Master –no podía ser de otro modo– la corrobora de principio a fin. Porque su nuevo trabajo vuelve a ser un desafío para este arte y para el gran público.

Tras su exitoso paso por la última Mostra de Venecia (galardones incluidos para el director y la pareja protagonista), por fin llega a nuestras carteleras una historia que nos remonta a los orígenes de la Cienciología, allá por los años 50, de la mano de un personaje que recuerda sospechosamente a su fundador e ideólogo, L. Ron Hubbard.

Sin embargo, por mucho que aquí se hable del agujero del tiempo, de las regresiones, del invasor, del camino oscuro o de la Causa, esta terminología y las sesiones donde se aplica son apenas un pretexto y el contexto sobre el que escenificar la lucha de dos hombres por liberarse del pasado y tomar el control de sus respectivas existencias.

El primero de ellos es el carismático líder de un movimiento empeñado en demostrar que “la fuente de todo es uno mismo” (Philip Seymour Hoffman) y volcado en ayudar a gente con problemas y “apartada del camino correcto”. Es el caso de un errático e impredecible exmarine estadounidense (Joaquin Phoenix), aferrado al alcohol y en permanente huida, que acabará convertido en su protegido y conejillo de Indias.The Master fotograma de la película

El encuentro entre ambos no solo nos permite reconstruir el deambular de este último por el país tras la II Guerra Mundial (fugaz pero incisiva radiografía de tantos jóvenes que, al término del conflicto, no supieron cómo recuperar su vida anterior), sino que sienta las bases de lo que va a ser un duelo interpretativo memorable.

La presencia inquisidora y apabullante de uno frente al patetismo con arranques violentos del otro, que dejan su sello en una secuencia que por sí sola merece el precio de la entrada, nos ponen en situación de lo que va a ser el desarrollo posterior de la cinta: un toma y daca de dos individuos –y dos actores– que se buscan, se necesitan, se zarandean… y se comen la cámara a bocado limpio, en unos primeros planos que únicamente aguantan los grandes de la profesión.

Sus rostros, sus movimientos y los diálogos que Paul Thomas Anderson pone en sus bocas nos van mostrando, sin esfuerzo aparente, cómo estos prófugos heridos sobreviven a los fracasos, las servidumbres o el ridículo; cómo el azar, la voluntad o el deseo trastocan sus planes; cómo…

Podríamos seguir descifrando los secretos de The Master, añadiendo argumentos que expliquen su grandeza. Aunque, a estas alturas, quizá solo cabe un consejo postrero: ¡vayan a verla… hasta el final! Será el mejor modo de entender y apreciar su magisterio.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The Master.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Paul Thomas Anderson.

FOTOGRAFÍA: Mihai Malaimare.

MÚSICA: Jonny Greenwood.

PRODUCCIÓN: Joanne Sellar, Daniel Lupi, Paul Thomas Anderson, Megan Ellison.

INTÉRPRETES: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Jesse Plemons, Ambyr Childers, Rami Malek, Kevin J. O’Connor, Christopher Evan Welch.

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

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