Humanismo abierto a la trascendencia

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de BarcelonaSEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

“¿Qué hemos hecho de nuestro bautismo y de nuestro sí al compromiso cristiano tantas veces celebrado y renovado? Necesitamos volver al Evangelio…”.

Frase contundente para un mensaje pronunciado en la Jornada Mundial de la Paz en el año que empieza y que contrasta fuertemente con la contaminación de un “capitalismo financiero no regulado”, expresión relacionada con la tensión que provoca la creciente desigualdad entre ricos y pobres y cuya causa radica en una mentalidad egoísta e individualista. Para construir la paz, el mensaje cristiano propone todo lo contrario: difundir valores espirituales y compartir los propios bienes.

¿Qué hemos hecho de nuestro bautismo y de nuestro sí al compromiso cristiano tantas veces celebrado y renovado? Necesitamos volver al Evangelio, al encuentro personal con Cristo y ser consecuentes. Este tiempo nuestro
–dice el Papa Benedicto–, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre.

Sin embargo, se sigue persiguiendo a cuantos tratan de defender a los más pobres en nombre del Evangelio –entre muchos otros, y recientemente, al obispo Pere Casaldàliga– y que ven amenazada su integridad física en su lucha por la paz. Es alentador –dice el Papa– constatar que los cristianos se comprometen en la historia compartiendo las alegrías y esperanzas, las tristezas y angustias, anunciando la salvación de Cristo y promoviendo la paz para todos.

La bienaventuranza evangélica de la paz nos sitúa ante un “humanismo abierto a la transcendencia”. Nos llama “hijos de Dios” y propone una organización social edificada sobre un fundamento cuya medida no la crea el hombre, sino Dios. Estamos ante el reto de anunciarlo valientemente con palabras y con hechos.

En el nº 2.830 de Vida Nueva.

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