‘El capital’: los amos del dinero

El capital fotograma película

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J. L. CELADA | El título está tomado de la obra cumbre de Karl Marx, pero el último trabajo de Costa-Gavras es la adaptación al celuloide de la novela homónima de Stéphane Osmont, una historia sobre la ferocidad inmisericorde del mundo de las finanzas. Su portada, con las fauces de un perro hambriento dispuestas a hincar el diente, es ya toda una declaración de intenciones. Y a mostrarnos la amplitud y profundidad de esta mordida dedica sus mejores esfuerzos el veterano cineasta de origen griego.

Lo hace de la mano de un actor familiarizado con los registros cómicos (Gad Elmaleh), aunque ¡maldita la gracia que tiene cuanto aquí se nos narra!, cuyo papel de arribista aupado a la presidencia de uno de los primeros bancos europeos se erige en punta de lanza –lúcida y cínica, dos rasgos muy habituales en el padre de La caja de música o Desaparecido– con la que abrirnos paso por un universo cada vez más conocido e indignante: los activos tóxicos, las grandes fortunas, los bonus millonarios…

Desde su privilegiada posición, nos asomamos a ese totalitarismo económico que solo entiende de beneficios y rentabilidad, nunca de personas. También a los posibles perfiles del banquero: el “normal”, que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres; y el “ideal”, que pone a buen recaudo las cuentas en paraísos fiscales.

Autoproclamado “Robin Hood moderno”, nuestro protagonista nos conduce a través de un “juego planetario” (París, Londres, Miami, Nueva York, Tokio) con el mercado por tablero y una única regla como guía: la avaricia especulativa de los amos del dinero.El capital fotograma película

La narración transcurre al ritmo que imponen sus viajes, sus videoconferencias y el despliegue multimedia exigido por sus incontables compromisos, si bien a ratos la trama se dispersa entre los diversos frentes abiertos. Ello, sin embargo, no resta un ápice de acidez y amargor a las píldoras envenenadas que Costa-Gavras deja caer por boca de sus tiburones: “Provocar una crisis es un truco para mantenerse en el poder”, “para crear empleos mañana hay que aceptar perderlos hoy”…

Precisamente, será el despido masivo de empleados (disfrazado de “plan social” con raíces maoístas) uno de los argumentos colaterales que proporciona situaciones y diálogos más fácilmente reconocibles por el espectador. Quizá porque nadie ha pagado como él los estragos de la banca: en calidad de trabajador (recortes), de cliente (comisiones, preferentes…) y de ciudadano (rescate). Motivo más que suficiente para que El capital, sin llegar a convertirse en una palabra definitiva sobre el tema, sí ejerza una necesaria función catártica.

Frente al “capitalismo de cowboy” y su falta de ética, el contrastado director nos brinda una película que es hija de su permanente compromiso con la realidad, por dolorosa que resulte. Y eso no cotiza en bolsa, sencillamente porque no tiene precio.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Le capital.

DIRECCIÓN: Costa-Gavras.

GUIÓN: Costa-Gavras, Jean-Claude Grumberg y Karim Boukercha, basado en la novela de Stéphane Osmont Le Capital.

FOTOGRAFÍA: Eric Gautier.

MÚSICA: Armand Amar.

PRODUCCIÓN: Michèle Ray-Gavras.

INTÉRPRETES: Gad Elmaleh, Gabriel Byrne, Natacha Régnier, Céline Sallette, Liya Kebede, Hippolyte Girardot, Daniel Mesguich, Olga Grumberg, Bernard Le Coq.

En el nº 2.827 de Vida Nueva.

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