“¡Jamás hemos visto una cosa igual!”

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Las reliquias de san Juan Bosco terminan su peregrinación por España

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MIGUEL ÁNGEL M. NUÑO, SDB | Mai visto cosa uguale!” (“Jamás hemos visto una cosa igual”), exclamaba uno de los operarios italianos que ha acompañado durante casi cinco meses la reliquia de san Juan Bosco por toda la geografía nacional, islas incluidas. Pertenece a un equipo de personas que viene acompañando al santo de los jóvenes por todos los países del mundo, y que ha podido experimentar la explosión de afecto que despierta allá por donde pasa. Sin embargo, lo visto en el sur de España durante los meses de septiembre y octubre les dejó boquiabiertos.

Otro tanto se podría decir del resto de las ciudades por donde ha transcurrido la peregrinación desde el 1 de mayo hasta el 11 de noviembre, con el intermedio necesario de los meses estivales.

En todas partes han sido multitudes las que han querido acercarse a venerar la reliquia insigne que entraba en España por Bilbao y era despedida hace pocos días en la casa salesiana de Martí Codolar, en Barcelona, la misma que el santo visitara en 1886. Cada localidad ha vivido un verdadero acontecimiento que se ha preparado con estilo juvenil y salesiano, mezclando el tono festivo con la reflexión, y donde no han faltado la expresión de la fe sencilla y popular, junto a la celebración de la Eucaristía, las vigilias con los jóvenes, los educadores y los miembros de la familia salesiana.

Un salesiano de la comunidad de Santander, Goyo Revilla, tras la visita a su casa, dejaba escrito: “Lo que más me ha impresionado ha sido el número de gente anónima que se acercaba a nuestra iglesia y permanecía un rato ante la urna, rezando o simplemente contemplando la figura de Don Bosco, y se retiraba con lágrimas en los ojos”. Y añadía más adelante: “Para nuestra casa de Santander ha supuesto un toque de renovación, de revitalización”.

Por su parte, un profesor de un colegio salesiano de Madrid apuntaba esta anécdota: “Si vieses lo contentos que se pusieron dos chicos cuando les di el incensario para que fuesen delante de Don Bosco en la procesión…”. Testimonios semejantes se multiplican hasta el infinito.

Un aldabonazo

En efecto, esta peregrinación ha supuesto, para los salesianos y agentes de pastoral, una ocasión para “reflexionar una vez más sobre los jóvenes y, en particular, sobre la pastoral juvenil”, y un aldabonazo para “proponer, suscitar y acompañar la experiencia de la fe” de tantos jóvenes que esperan entre los educadores salesianos a aquel que dé el primer paso.

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El cardenal Sistach celebró la ceremonia de despedida en Barcelona

La reliquia quizá haya sido tan solo una excusa para reencontrar a Don Bosco como modelo de vida cristiana, modelo de educador, hombre de fe que quiere ser, ante todo, modelo en el seguimiento de Jesucristo. Don Egidio Viganó, rector mayor de los salesianos, expresó hace ya años este pensamiento con una frase que ha quedado grabada para la posteridad en la memoria salesiana: “Seamos imitadores de Don Bosco, como él lo fue de Cristo”.

La visita de las reliquias de Don Bosco no se ha reducido a una experiencia privada para la familia salesiana. Como santo universal que es, las autoridades civiles y religiosas han querido acogerlo en sus ciudades y diócesis respectivas. Varios obispos han escrito cartas pastorales, anunciando a la Iglesia local el acontecimiento; otros muchos han querido hacerse presentes en los actos organizados.

Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, se dirigía en primera persona al santo: “Quiero manifestarte, Don Bosco, que hoy los jóvenes te necesitan, quizá más que entonces. Gracias por visitarnos. Los jóvenes necesitan de cercanía y amistad, de vivir un clima de familia, de sentirse queridos, de llenar sus vidas de contenido, de garantizarles un porvenir, de encontrarse con el proyecto de hombre que siempre han soñado y que, cuando entran en la soledad, lo ven claro. Necesitan de Jesucristo, el único que nos ha revelado un proyecto de hombre cabal”.

La visita ha sido, en fin, un momento fuerte y significativo en el trabajo de las obras salesianas en la educación y evangelización de los jóvenes. Un acontecimiento para expresar, como familia salesiana, el agradecimiento por el regalo de san Juan Bosco a su Iglesia. Una iniciativa para afianzar el compromiso de toda la familia salesiana y continuar la misión iniciada por él, de ser signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes.

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

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