Los muertos no se cuentan

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El Papa pide que las beatificaciones sean algo más pegado a las Iglesias locales, con un sabor más íntimo, de significación entre los fieles. No suele hacerlas en Roma, sino en las comunidades diocesanas. Y así viene haciendo desde que inició su pontificado, dejando para la Ciudad Eterna las canonizaciones.

Si este criterio fuera escuchado, las beatificaciones de los mártires de la Guerra Civil se celebrarían en Tarragona, en cuya Iglesia local sigue viva su memoria agradecida, pero se busca algo más allá que la sencillez y se quiere vocear, gritar, echar en cara, muchos años después, en un escenario muy distinto.

No es el momento para celebrar estas beatificaciones en Madrid. Volver a repetirlas en Roma, como sucedió hace unos años, quizás fuera la solución. Sin embargo, se teme que esto no acabe nunca.

Si por un lado y por otro se siguiera la dinámica, necesitaríamos mucho tiempo, porque aquello arrojó un saldo de “un millón de muertos”, que dijera Gironella. Ya hay quien dice, con Bartolomé Soler, que “los muertos no se cuentan”. Basta con un gesto, un acuerdo para que aquella sangre sirva para una verdadera reconciliación.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

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