El cardenal Terrazas, protagonista en los últimos 20 años, da paso a Óscar Aparicio
RONALD GREBE. LA PAZ | La 94ª Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), celebrada en Cochabamba entre los días 8 y 13, ha optado por una “nueva generación” de obispos para dirigir sus destinos.
Así, el cardenal Julio Terrazas, quien ha presidido la Conferencia en varias ocasiones durante las últimas dos décadas, y una vez que había presentado la renuncia como titular de Santa Cruz al haber rebasado ya los preceptivos 75 años de edad, será sucedido finalmente por Óscar Aparicio, obispo castrense desde el pasado junio (y antes auxiliar de La Paz). Aparicio, que ocupará la presidencia hasta 2015, será acompañado en la vicepresidencia por Ricardo Centellas, actual obispo de Potosí, y en la secretaría por Eugenio Scarpellini, auxiliar de El Alto.
En su primera alocución, Aparicio mostró su respeto y agradecimiento a su predecesor, pero, con humildad, se mostró confiado ante los “grandes y pequeños desafíos que se puedan ir presentando; junto con mis hermanos obispos, los iremos enfrentando, bajo la visión de fe, de amor profundo a la Iglesia y al Pueblo de Dios”.
Scarpellini señaló que el hecho de que la directiva “sea una nueva generación no indica que seamos personas que no hemos venido de manera colegiada y en comunión entre todos, y por eso seguirá la misma línea de querer apoyar desde la Conferencia a todas las áreas en su tarea evangelizadora”.
Por su parte, el cardenal Terrazas, a través de videoconferencia, mostró su profunda preocupación por la situación del país y animó a nuevo equipo episcopal en su compleja tarea: “La justicia en el país sigue mostrando formas y rostros de un pasado de manipulación y de amedrentamiento. Es inhumano ver a personas respetables, ancianos o enfermos tratados como condenados sin haber sido siquiera juzgados. En todas las leyes es necesario privilegiar el principio fundamental de la presunción de inocencia de una persona”.
El purpurado ahondó en los problemas sociales que más le preocupan: “Se da una expansión del narcotráfico que corroe el espíritu de nuestro pueblo y hace estragos en nuestra juventud. Se propala con facilidad que los hechos criminales se solucionan multiplicando cárceles o, lo que es peor, tratando de imputar crímenes a menores de edad, a quienes, en cambio, se les debe educación para la libertad, responsabilidad y no forjar generaciones sometidas al temor”.
Libertad, justicia y verdad
Terrazas concluyó pidiendo a los prelados que sean consecuentes con su labor, para que “en nuestra patria se sienta la presencia de pastores que se dejan guiar por la Palabra del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, con la finalidad de seguir promoviendo y defendiendo los valores humanos y cristianos, la dignidad humana sin discriminación alguna, la libertad, la justicia, la verdad, la solidaridad, la reconciliación y la paz”.
En términos parecidos se expresó Jesús Pérez, obispo de Chuquisaca y vicepresidente saliente de la CEB, quien denunció que “se extiende de manera muy preocupante la violencia organizada, en pandillas, clanes y otros”. Junto a esta, “hay otra forma de violencia que, lamentablemente, ha tomado ciudadanía en nuestro país, y es la que se ejerce por grupos y sectores sociales para canalizar sus reivindicaciones”. En este contexto, concluyó, “estamos llamados a dar testimonio de los frutos del Espíritu Santo, siendo defensores de la vida de los más débiles, sembrando la justicia, la esperanza y la paz”.
Aparicio recogió el guante y, en el marco del 50º aniversario de la constitución de la CEB, manifestó: “Hoy quiero decir ante mis hermanos obispos de Bolivia, que me han dado su confianza para presidirlos, que somos herederos de un grupo de hombres de fe que buscaron agradar a Dios antes que a los hombres, y no dejaron de buscar un mundo más justo y verdadero a pesar de amenazas incluso contra su propia vida”.
Ninguna autoridad del Ejecutivo de Evo Morales se pronunció sobre el cambio en el Episcopado o sobre el contundente mensaje del cardenal Terrazas, aunque es conocida la postura que asume el oficialismo sobre la Iglesia católica, a la que califican como “opositora” a su régimen e incluso relacionan con ciertos medios de comunicación en una suerte de “complot”.
En el nº 2.824 de Vida Nueva.