‘El profesor’: el desapego del héroe

El profesor película

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J. L. CELADA | Si nos atenemos al Diccionario de la RAE, educar es “desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos…”. Ahora bien, si nos fiamos de Tony Kaye, advertiremos que esta definición no recoge fielmente todo lo que, a su juicio, supone la ardua tarea de orientar a las nuevas generaciones y ayudarlas a entender la complejidad del mundo. Bien lo saben El profesor que da título a su último trabajo y sus compañeros de claustro.

Durante su suplencia de un mes en un centro especialmente conflictivo, nuestro protagonista (Adrien Brody en su mejor intepretación desde El pianista) deberá enfrentarse a una realidad que desmonta de un plumazo cualquier expectativa de cambio.

Abandonados a su suerte –o desgracia– por unos padres que poco o nada saben ni quieren saber de sus hijos, los docentes que aquí trabajan (la directora acosada por la amenaza de jubilación, la psicóloga al borde del ataque de nervios, el veterano refugiado en el humor, el ignorado hasta en su propia casa…) hace tiempo que renunciaron a obtener de sus alumnos algo más que un cierto orden en el aula.

Visto así, nada nuevo respecto a tantas otras producciones del subgénero educativo. Sin embargo, el padre de American History X no se conforma con retratar la batalla diaria de estos héroes anónimos. Su propuesta nos descubre que ellos también tienen lo suyo: que la soledad, el maltrato, los abusos o el suicidio no saben de edades; que un pasado traumático presagia un futuro caótico… El profesor película

Demasiada acumulación de temas para que la cinta de Kaye no resulte casi tan desequilibrada y desconcertante como la vida de sus personajes, sobre todo la del profesor suplente.

Con una estética atrevida (rápidos movimientos de cámara, desenfoques, dibujos en blanco y negro…), deudora de su etapa como creativo publicitario, el realizador londinense nos sumerge en las problemáticas existencias de chavales y adultos, para denunciar ese empeño tantas veces estéril de quienes se entregan a la enseñanza sin recibir un sencillo ‘gracias’ por parte de la sociedad. El desencanto ante dicha perspectiva lo transforma Kaye en indiferencia, desapego y evasiva, incluso de uno mismo –como defendía Camus–, de tal modo que su reivindicación adquiere un tono duro y sombrío, cuando no retórico y aleccionador.

Como muchos de los chicos y chicas de su clase, El profesor carece de “valor para sentir”, lo cual pone en peligro la credibilidad de su discurso. Ya nos queda claro que sus lágrimas son solo suyas, pero a esta película le convendría recordar que el espectador espera más corazón y menos piruetas visuales. De lo contrario, y salvo momentos de una notable intensidad dramática, sus lecciones corren el riesgo de sonar huecas y pretenciosas.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Detachment.

DIRECCIÓN: Tony Kaye.

GUIÓN: Carl Lund.

FOTOGRAFÍA: Tony Kaye.

MÚSICA: The Newton Brothers.

PRODUCCIÓN: Austin Stark, Benji Kohn, Bingo Gubelmann, Greg Shapiro, Carl Lund, Chris Papavasiliou.

INTÉRPRETES: Adrien Brody, Marcia Gay Harden, James Caan, Christina Hendricks, Lucy Liu, Blythe Danner, Tim Blake Nelson, William Petersen, Bryan Cranston, Sami Gayle, Betty Kaye

En el nº 2.823 de Vida Nueva.

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