El arzobispo de Viela se sincera con ocasión del último Sínodo de los Obispos
J. L. CELADA | El cardenal Christoph Schönborn cree que hoy la Iglesia católica “bate las alas, pero no acaba de levantar el vuelo”. Así lo ha reconocido en una entrevista concedida a I.MEDIA, agencia especializada en temas vaticanos, coincidiendo con el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización recién clausurado en Roma.
Una mirada a los hechos “con el realismo de la fe” pone de manifiesto que “la situación es difícil, ya sea en Occidente o en los países donde la Iglesia sufre”, admite el también arzobispo de Viena, “pero el Señor nos acompaña”. Y habla de “milagros de conversión, gracias, el nacimiento de nuevas realidades, la actividad de parroquias y comunidades religiosas…”.
Preguntado por el papel que deberían jugar los laicos en la nueva evangelización, Schönborn recuerda cuánto le llamó la atención la intervención de un obispo latinoamericano explicando que en su diócesis había 2.000 catequistas laicos. “No se puede decir que los laicos no tengan su lugar en la tarea evangelizadora de la Iglesia. En muchos países, especialmente en Asia y en África, la Iglesia no podría vivir sin una colaboración estrecha e intensa entre el clero y los laicos”, explica.
Otra cosa bien distinta son los países occidentales: en ellos, “cuando pensamos en el compromiso dentro de la Iglesia, automáticamente se piensa en el sacerdocio”.
De ahí que el Sínodo haya “insistido justamente en la contribución de los laicos a la nueva evangelización”, sostiene el cardenal vienés, al tiempo que reivindica “el papel de la familia en la transmisión de la fe y en el testimonio cristiano”, como ya hiciera el Papa en su meditación de la sesión inaugural.
Laborioso, pero apasionante
El entrevistado sale también al paso de quienes opinan que, en el último Sínodo, hubo “muchas palabras pero poco contenido”, y defiende que, “cuando más de 200 obispos del mundo entero se reúnen para compartir tantas experiencias, es un momento de Iglesia agotador, por lo laborioso, pero apasionante”.
En otro momento del diálogo, Schönborn no niega que el documento final sea “muy general, ya que refleja experiencias muy diversas”. Sin embargo, cree que “los frutos del Sínodo no quedarán recogidos en el papel, sino que pasarán por lo que llevemos en nuestros corazones hasta nuestras comunidades y nuestras diócesis”.
En el nº 2.823 de Vida Nueva.