El Rosario en familia

Monseñor Jorge Leonardo Gómez Serna OP. Obispo emérito de Magangué

Esta oración popular se fue formando en un ambiente monacal. Los monjes dedicados a la oración y la meditación gustaban de contemplar la vida de Jesús mientras iban recitando avemarías. Posteriormente los predicadores del Evangelio en sus exposiciones doctrinales iban alternando con el pueblo la recitación de avemarías a la Virgen María. Tradicionalmente, en esa misma línea, se le ha reconocido a Santo Domingo de Guzmán los orígenes del Rosario y posteriormente a los dominicos la difusión del Santo Rosario, particularmente como instrumento de evangelización.

Desde siempre el Santo Rosario ha sido una oración de la familia. Ha sido la oración por excelencia que siempre ha congregado a padres e hijos. Es la ocasión de congregarse, de fortalecerse en la fe, de crecer en comunión, de reconciliarse, de compartir alegrías y tristezas.

Cada vez se torna más difícil el encuentro entre hijos y padres; ni siquiera para las comidas, pues la misma televisión acapara todo el interés y todas las miradas. Es necesario cambiar estas imágenes por las de Cristo y María. La familia que reza unida el Rosario reproduce el ambiente de la familia de Nazareth, que es en definitiva lo que se contempla y medita en cada uno de los misterios.

En el Plan Diocesano de Renovación y Evangelización – PDR/E se ha insistido en dos pilares que son la búsqueda de la comunión y la evangelización, y el Rosario en familia propicia enormemente su vivencia, y qué decir cuando las familias vecinas se reúnen para rezar el Santo Rosario. Cuando hemos convocado a las familias en los barrios de nuestros pueblos para el rezo del Rosario, la respuesta ha sido muy positiva, e igual ha sido la respuesta de los campos.

Hacemos un llamado a recuperarlo como tesoro de la vida familiar y comunitaria que nos permite experimentar la comunión con la Santísima Trinidad, con nuestros hermanos en asocio con María y que nos va evangelizando cada día. No olvidemos que para recuperar los valores humanos, cristianos de la familia que se han venido desvaneciendo, hay que volver a la oración. Solo Cristo lo hace posible. El rezo del Santo Rosario ayuda enormemente en la solución a toda esta problemática familiar y social. ¡Experimentémoslo de verdad! Resaltamos el apostolado de la legión de María de ir de casa en casa invitando a las familias a rezar el Santo Rosario.

Igualmente ha existido la costumbre, en algunas partes, de llevar a los hogares la Virgen Peregrina, acompañar a los familiares que la reciben con el rezo del Santo Rosario. Así mismo, algunas comunidades anteceden la celebración de la Santa Misa con el rezo del Rosario, como preparación para participar digna y fructuosamente en la Sagrada Eucaristía. Utilicemos las diversas formas de rezar el Santo Rosario para que podamos beneficiarnos al máximo del mismo.

 

El Rosario por la paz

El Santo Rosario ha sido siempre una oración por la paz. No se puede, nos recuerda el Papa, recitar el Rosario sin sentirse implicado en un compromiso concreto de servir a la paz. El Rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo que contempla a Cristo, príncipe de la Paz y nuestra paz. Quien interioriza el misterio de Cristo –y el Rosario tiende precisamente a eso–, aprende el secreto de la paz y hace de él un proyecto de vida.

El Santo Rosario por la paz promueve la caridad, comprometiéndonos a respetar y amar al hermano, en quien descubrimos el rostro de Jesús. Acojamos, defendamos y promovamos la vida humana.

Nuestro mundo sigue en guerra y en Colombia se ha iniciado un proceso de diálogo para alcanzar la paz duradera. Necesitamos seguir orando por la paz, pues no podemos olvidar que la paz, ante todo, es un don del Señor, fruto de la resurrección de Cristo.

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