Expedita Pérez: “Hay fraternidad entre musulmanes laicos y cristianos”

Experdita Pérez misionera comboniana en Egipto

Misionera comboniana en Egipto

Experdita Pérez misionera comboniana en Egipto

Entrevista con Expedita Pérez [extracto]

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA | Apenas lleva un año en Egipto, pero Expedita Pérez, misionera comboniana canaria, ya es una más entre los egipcios, entre cristianos –la minoría– y musulmanes. Un contexto en el que el anuncio del Evangelio no puede ser explícito, pero es a través de sus obras sociales y educativas y del acompañamiento de las familias; de hecho, trabaja en uno de los tres centros educativos que tienen en el país los Misioneros Combonianos.

Eso sí, Expedita no renuncia a su identidad y se la puede ver cada día, camino de la escuela, con su cruz al pecho y con su rosario misionero en la mano. “Ya que no puedo hablar abiertamente de Él, por lo menos expreso quién soy y en qué creo”, afirma.

Testigo directo de lo que está sucediendo en Egipto, reconoce que los cristianos viven “marginados y excluidos”, sobre todo por los musulmanes más radicales, que, quiere dejar claro, no son todos los musulmanes egipcios.

– ¿Cómo descubrió su vocación misionera?

– A los 15 años, me impactaron las imágenes que llegaban de África y me cuestioné que, teniéndolo todo y siendo feliz, debía ayudar a la gente que estaba sufriendo. Más tarde, y a través de esa realidad, Dios mi hizo entender aquella llamada que yo sentía y que al principio no relacionaba con Él.

Prudencia y sabiduría

– ¿Y por qué, ya dentro de la Vida Religiosa, esa inclinación hacia el mundo musulmán?

– Se me pidió, yo no lo había pensado nunca. Cuando hice los primeros votos, me dijeron que veían en mí capacidades para poder aceptar un contexto en el que no era posible la problamación abierta del Evangelio, porque a muchos misioneros les cuesta mucho aceptar esto. En este sentido, he de reconocer que en estos lugares hay que tener cierta prudencia y sabiduría, y no es algo fácil para todos los misioneros. Me dijeron que yo podría; creí y acepté.Experdita Pérez misionera comboniana en Egipto

– ¿Cómo lo vive usted?

– En un ambiente que es islámico al 90%, también me cuesta. Llevo en la sangre la animación misionera, por eso siempre voy con revistas para compartir. Ahora lo único visible que llevo es la cruz y el rosario misionero. Algunos cuando me ven sonríen, otro me miran mal. Ya que no puedo hablar de Él abiertamente, por lo menos quiero expresar quién soy y en qué creo.

– Por tanto, evangeliza a través de su testimonio de vida, de sus obras…

– La mayor parte de la gente que atendemos son musulmanes, y muchos nos agradecen lo que hacemos por ellos. Nos dicen: “Nunca podremos olvidar el cariño con el que nos habéis atendido, aunque no seamos cristianos”. Esto no quiere decir que cuando veo a un joven, no piense en hablarle de Jesús, pero lo dejo en sus manos. Solo cuando Jesús quiera. Mi deseo es que muchos puedan encontrar a Jesús y, si no, al menos que sean buenos musulmanes.

– ¿Le preguntan por qué ha dejado su país para ayudarles?

– Sí, y lo valoran mucho. Estiman, más allá de lo que eres, el que hayas dejado a tu familia y una tierra a la que en Egipto todos quieren ir. Te lo dicen así. En concreto, cuando vengo a España de vacaciones, las mujeres me dicen que dé las gracias a mis padres de su parte por el apoyo que me han dado en esta vocación. Muchos musulmanes me dicen que no entienden la opción de una mujer que no se casa, pero reconocen que les maravilla “tanta gratuidad y tanta alegría”. “No venís aquí como empresas en busca de beneficio; venís a repartir lo que tenéis”, me dicen.

“Muchos musulmanes me dicen
que no entienden la opción de
una mujer que no se casa, pero reconocen
que les maravilla ‘tanta gratuidad y tanta alegría’”.

– ¿Trabajan también con cristianos?

– Sí. Además de nuestro trabajo social con todos en el ámbito de la educación y la sanidad, una de nuestras tareas es el acompañamiento de la comunidad cristiana local. Mantenemos un compromiso con la catequesis, en el consejo pastoral y en la animación misionera. Así, con los cristianos de allí vivimos la dimensión pastoral y la evangelización, y con los musulmanes, el testimonio y el anuncio implícito en este, así como el diálogo interreligioso.

– ¿Cómo viven los cristianos egipcios?

– Se sienten marginados y excluidos. Tienen menos posibilidades de trabajo, sobre todo donde los grupos fundamentalistas tienen mayor influencia. Cada mes se oyen casos de familias cristianas obligadas a dejar sus casas. En cualquier caso, parece que la situación ha mejorado algo, al menos, al nivel del Gobierno, que ya investiga algunas agresiones. También tengo que decir que hay fraternidad entre los musulmanes laicos y los cristianos.

– ¿Cómo es el trabajo con las familias?

– La acogida que nos brindan es excepcional. Nos dan una lección en cuanto a generosidad. Voy a poner un ejemplo: en cuanto llegas a su casa te dan lo mejor que tienen. Esto refleja cómo es el corazón del pueblo egipcio.

Aumento de los radicales

– Habla de acogida excepcional, pero a España nos llegan a veces noticias de casos de violencia. ¿La sufren?

– Nosotras no. Después de la revolución, se han producido ataques esporádicos a religiosas egipcias que fueron denunciados, pero corresponden a pequeños grupos radicales y exaltados. Hay que denunciar estos casos, pero ni es todo el pueblo egipcio ni son todos los musulmanes.

– ¿Se ha producido un aumento del islamismo radical?

– Lo que sucede es que, con Mubarak, los grupos radicales vivían en la clandestinidad. Ahora han salido. Tienen mucho éxito en los barrios pobres y en las zonas rurales, sobre todo por la falta de educación. De hecho, en esos lugares es donde más discípulos hacen.

“Con Mubarak, los grupos radicales vivían
en la clandestinidad. Ahora han salido.
Tienen mucho éxito en los barrios pobres y
en las zonas rurales, sobre todo por la falta de educación”.

– Pero la revolución no fue promovida por estos fundamentalistas…

– Al principio no. Luego se hicieron con el mando de la revolución con muchos medios económicos y la fueron manipulando. Lo que nos preguntamos es quién está detrás. Todas las miradas se dirigen a Arabia Saudí. Y es que la revolución comenzó con jóvenes egipcios de distintas creencias movilizados por sus derechos que, en aquel momento, eran aplastados.

– Si bien es cierto que la primavera árabe ha traído muchas cosas buenas, la situación económica ha empeorado, ¿no?

– El Nilo está vacío. Los barcos estan vacíos porque no hay turismo. Los museos de Luxor y Asuán están cerrados y solo abren cuando llega un grupo específico. Hay mucho desaliento, la población está muy desilusionada, pero, al mismo tiempo, lo está viviendo con sabiduría. Está dando tiempo al nuevo Gobierno antes de volver a salir a la calle.

– Es una crisis que no se puede comparar, por ejemplo, con la que vive España.

– Siempre me dicen que, por mucha crisis que tengamos en España, siempre vivimos mejor. No tenemos guerra ni hambre, y sí podemos acceder a la educación. En cualquier caso, yo también intento explicarles que en Europa se vive también una crisis importante y hay gente que lo está pasando mal.Experdita Pérez misionera comboniana en Egipto

– Y en medio de este contexto, ¿ha mejorado la situación de la mujer?

– La mujer siempre ha tenido un papel marginal: estar en casa para cuidar al marido y a los hijos, y procrear. En la revolución, ellas salieron a las plazas. Crece también la conciencia de que las mujeres tiene un rol importante en el proceso democrático del país. Hay muchas musulmanas activas en la Internet denunciando, más que cristianas.

– ¿Cómo ve el futuro?

– El futuro lo veo con esperanza, aunque sé que no va a ser fácil. Los tiempos de transición no son fáciles, como bien sabemos, pero son necesarios. Me da esperanza el despertar que este pueblo ha tenido ante sus derechos y posibilidades. El pueblo estaba dormido y se ha despertado.

– Y a nivel personal y con todos estos problemas, ¿es feliz?

– Soy feliz en medio de las dificultades. Mi sentir en los 25 años que llevo como religiosa es de acción de gracias a Dios, porque tengo todo y soy feliz. También debo pedir perdón porque muchas veces no he reconocido este gran don y he vivido con pasividad. En cualquier caso, no volveré a España. España será solo lugar de regreso para ver a mi familia.

En el nº 2.822 de Vida Nueva.

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