Misioneros de la fe: envío, anuncio y entrega

misionera religiosa con niños sudamericanos

El domingo 21 de octubre la Iglesia celebra el Domund 2012


ALFONSO BLAS VICENTE, director de Misioneros Tercer Milenio | “Lo más doloroso fue no haber muerto con mis feligreses”. “Mis superiores me pidieron que saliese del país, pero yo no podía abandonar a mi gente, a mis parroquianos”. “No puedo hablar de mi Dios, los cristianos aquí somos una minoría, pero lo doy a conocer con mi testimonio, con mi vida”. “Soy sacerdote de Jesucristo y Él me enseñó a perdonar, incluso a mis torturadores y asesinos”…

Son expresiones que a veces, y por desgracia, se escuchan en boca de los misioneros y misioneras. Muestran en toda su tensión situaciones difíciles, que ellos, sin duda alguna, han logrado afrontar con mucha fe en Dios y en su mensaje de salvación. Por eso, el Domund de este año, que se celebra el próximo 21 de octubre, ha querido proclamar a los cuatro vientos que son “Misioneros de la fe”.

Si hay una vocación que enraíza en lo más profundo de la fe cristiana, esa es la del misionero. Lo explicaba con toda claridad, pocos años después de haber vivido el horror del genocidio ruandés, la Misionera de Jesús, María y José, Pilar Díez Espelosín: “Esto solo se hace por Dios. Un Dios en el que sigo creyendo con todas mis fuerzas a pesar de todos los horrores que he vivido de cerca”.misionera religiosa con niños sudamericanos

Lo dice también el hermano salesiano Honorato Alonso, que lleva 32 años como misionero en Goma (R. D. del Congo): “Si no fuera por la fe y por las horas que paso rezando, yo no estaba aquí ni un solo día”.

Llevar a la práctica

Nicolás Castellanos, por su parte, dejaba de ser obispo de Palencia porque necesitaba ir a Bolivia “para poner en práctica todo lo que había predicado. Necesitaba vivirlo y sentirlo”. Y el misionero claretiano Bernardo Blanco afrontaba su posible muerte, tras haber sido secuestrado en Filipinas, allá por el año 1993, en plena identificación con Jesucristo: “No tenía miedo a morir porque estaba preparado. Cuando me escapé y no se completó mi sacrificio a Dios, me llené de nostalgia”.

Los ejemplos de fe, sincera y auténtica, de ayer y de hoy, de siempre, podrían ser numerosos. Tantos como las 14.000 respuestas que podrían dar cada uno de los misioneros y misioneras españoles que hay por el mundo si les preguntásemos de dónde brota su vocación.

En todos ellos encontraríamos una experiencia fuerte de fe en Jesús de Nazaret, el primer misionero del Reino de Dios, y de su mensaje de liberación, justicia, amor y paz. Y de ahí mismo nace su voluntad de darla a conocer, de ofrecerla, gratuitamente, sin imposiciones ni coerciones; conscientes de que la fe se fortalece dándola.

En el nº 2.820 de Vida Nueva. Misioneros de la fe, íntegro solo para suscriptores

 

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