‘Paoletto’, anécdota lamentable

Paolo Gabriele, exmayordomo del Papa, escuchando la sentencia del Tribunal

Paolo Gabriele, exmayordomo del Papa, escuchando la sentencia del Tribunal

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Y en el fondo se respira estos días un ambiente viciado por la sentencia sobre el caso del exmayordomo del Papa, un asunto llevado por la prensa muy “a la italiana” y un juicio que ha convencido a pocos y que se ha querido acabar rápido, con extraña prisa, dejando al Papa en bandeja la llave del perdón y de la indulgencia.

Un pobre hombre para muchos, una cabeza de turco para otros, y silencio, mucho silencio, demasiado silencio sobre el caso. La credibilidad de algunas instituciones eclesiales ha quedado en entredicho, pues se ha ido de la jurisdicción civil a la canónica como en un vaivén de columpio.

Con este juicio se ha socavado la claridad con la que la Iglesia debía haber actuado. Mucho se teme que un perfil tan escuálido, tan poco sólido, tan enfermizo, tan falto de cariño y notoriedad, no haya estado apoyado y llevado por otras manos que mecieron su cuna.

El Papa usará de indulgencia, pero la Iglesia, que ha llevado dos vías judiciales, la comisión de cardenales y la vía civil como Estado, ha perdido la oportunidad de ofrecer al mundo una manera de hacer las cosas bien distintas, huyendo de tétricas imágenes como las vividas estos días en el Vaticano.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.819 de Vida Nueva.

 

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