‘El fraude’: el encanto del tiburón

El fraude, fotograma de la película

El fraude, fotograma de la película

J. L. CELADA | Ni es la primera ni será la última incursión cinematográfica en la trastienda de las finanzas. Ya ha llovido –digamos que, para los de siempre, sigue granizando– desde que Oliver Stone, allá por 1987, nos mostrara las tripas de Wall Street.

De un tiempo a esta parte, sin embargo, con el agravamiento de la crisis, se vienen sucediendo las producciones empeñadas en desenredar la tela de araña que nos envuelve. Alguna lo ha hecho recientemente en clave delictiva (Mátalos suavemente). Ahora le ha tocado el turno a El fraude, que acomete la empresa desde un punto de vista familiar, lo cual no significa que ambas perspectivas sean excluyentes. ¿Hay algo más familiar que la mafia?

El debut en la dirección de Nicholas Jarecki nos acerca a la vida del patriarca de una familia adinerada y aparentemente modélica (Richard Gere en la cima de su carrera), que –a juzgar por el arranque de la cinta– ha tardado 60 años en “entender lo que de verdad importa”.

Idílica estampa hogareña, que comparte a golpe de móvil con una frenética actividad laboral y cierto secreto difícilmente disimulable. Ya para entonces presentimos que este curtido tiburón esconde bajo su impecable porte una voracidad sin límites, y muy pronto tendremos ocasión de comprobarlo.

Transcurrida la media hora inicial, un dramático giro en los acontecimientos orienta la narración hacia el thriller policíaco y judicial, sin descuidar por ello una lúcida –y deprimente– radiografía del universo financiero: préstamos, auditorías, activos líquidos, depósitos en garantía, fusiones…El fraude, fotograma de la película

Avaricia (“la competencia hace de los mejores unos maníacos”, le reprochan sus allegados) y corrupción (cifras falsificadas, dudosos balances…) acechan por igual a un individuo cuya flagrante inmoralidad no le impide mostrarnos su lado más humano, cuajado de temores, incertidumbres, contradicciones y sentimientos –paternales y protectores–, especialmente cuando está juego el futuro de sus seres queridos.

Acostumbrado a arreglarlo todo con dinero, víctima de sus mentiras, el protagonista de esta farsa deberá enfrentarse a una disyuntiva crucial para sí mismo y para el desarrollo y desenlace de la trama: mis negocios o nuestra vida. Así se lo plantea su esposa (la gran Susan Sarandon), testigo fiel y callado de un ascenso que le ha permitido patrocinar no pocas galas benéficas y tantas otras buenas causas.

Los ojos bien abiertos de ella nos permitirán asomarnos al corazón confuso de este hombre acosado por su propio vacío existencial. Eso y la cámara de Jarecki, que a modo de brújula guía a El fraude por la senda de la honestidad (aquí no caben juicios ni maniqueísmos) y la calidad (escénica e interpretativa), en una interesante prueba de que lo comercial no debería estar reñido con la voluntad de hacer un cine digno. Y esta película, sin otro objetivo que el de entretener, tiene el mérito de alcanzar tal condición.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Arbitrage.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Nicholas Jarecki.

FOTOGRAFÍA: Yorick Le Saux.

MÚSICA: Cliff Martínez.

PRODUCCIÓN: Laura Bickford, Justin Nappi, Robert Salerno, Kevin Turen.

INTÉRPRETES: Richard Gere, Susan Sarandon, Tim Roth, Brit Marling, Laetitia Casta, Nate Parker.

En el nº 2.819 de Vida Nueva.

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