El diálogo fe-cultura en la formación de los futuros profesores

grupo de alumnos estudiantes en la universida

Una propuesta de buenas prácticas en el ámbito universitario

grupo de alumnos estudiantes en la universida

ANDREU IBARZ MELLADO, director general de Blanquerna-Universitat Ramon Llull | El diálogo fe-cultura es uno de los focos de interés prioritarios para la Iglesia. Y lo es, también, en buena lógica, en el ámbito de su presencia en la educación. Este diálogo –como todos los demás requiere una formación básica preliminar que tiene en la universidad un importante instrumento.

La reflexión que aquí se presenta propone un itinerario formativo para los futuros educadores cristianos –en general– y para los maestros de Religión católica –en particular–.

Ahora bien, ¿dónde fundamentar y qué elementos priorizar en un diseño formativo que quiera dar operatividad real al diálogo fe-cultura en la educación y la escuela?

El lugar apropiado

Una de las cuestiones básicas reside en “localizar” cuál debe ser el lugar apropiado para la formación en el diálogo fe-cultura si queremos que este forme parte habitual de la tarea educativa propia de la escuela y la universidad. Si queremos que este se haga presente como “lluvia fina pero constante”.

Por supuesto, las facultades de teología y los institutos superiores de ciencias religiosas tienen un lugar preferente y privilegiado, así como los posibles posgrados o másteres especializados en este menester. Pero es evidente que necesitados de una plataforma más amplia para llegar de forma más directa y más integrada a las generaciones que se formen como educadores.

En relación a esta temática, hay que combinar los focos de especialización con entornos de formación básica. La universidad es la plataforma que potencialmente debería dar respuesta a los dos objetivos, aunque nos conformaremos si su quehacer se centra en esa formación básica.

En efecto, ni la formación ni la práctica del diálogo fe-cultura deben esperar al ejercicio profesional del docente una vez graduado e incorporado en un equipo educativo, ni tampoco aguardar a una ulterior formación de postgrado. La universidad es, pues, el gran instrumento para esta formación.

Ni la formación ni la práctica del
diálogo fe-cultura deben esperar al
ejercicio profesional del docente.
La universidad es el gran instrumento
para esta formación.

La exploración sobre la universidad como agente formativo en el diálogo fe-cultura para los futuros educadores y para profesores de Religión tendrá preferentemente una perspectiva holística e integradora, es decir, del conjunto de posibilidades de ese escenario, mucho más allá de una actividad concreta centrada en una asignatura curricular. Esta tendencia ya viene siendo anunciada en diversos documentos eclesiales de referencia.

Algunas buenas prácticas

  • La relación como superación de un antes y un después. Optar decididamente por una visión de la educación para toda la vida, en donde la formación inicial universitaria y la formación permanente de los educadores y de los profesores de Religión mantengan estrechas relaciones.
  • La relación como experiencia de red amplia. Motivar, formar e incorporar en los procesos de formación y la educación para toda la vida al mayor número posible de instituciones que pueden aportar elementos clave en la formación del diálogo fe-cultura a los futuros educadores y profesores de Religión. Esto es, instituciones como las facultades de teología, los institutos superiores de ciencias religiosas, las fundaciones implicadas en este sector, los organismos como las delegaciones diocesanas de enseñanza o las delegaciones de pastoral universitaria.
  • La relación como configuración curricular vinculada. Garantizar la relación en la dimensión más específicamente competencial, cognitiva, procedimental y profesional a través de fórmulas que configuren relacionalmente –con vínculos explícitos– las materias o asignaturas que definen el programa de formación de los maestros en general y, en particular, de los de Religión, durante sus estudios de Educación.
  • La relación como compresión del educando. Garantizar el conocimiento del desarrollo integral de los niños, de cada una de las principales dimensiones y, especialmente, del desarrollo religioso, espiritual y moral. Además, favorecer el conocimiento del significado y posibilidades del diálogo fe-cultura en cada una de los etapas escolares, recordando que el modelo del diálogo fe-cultura depende también del sujeto (alumno) en lo que hace referencia a los procesos propios del pensamiento constructivo (pertenencia de un concepto a diversas redes) y al pensamiento simbólico (distancia y vinculación entre representación y significado).
  • La relación como metodología. Articular una fundamentación y una pedagogía específica sobre el diálogo fe-cultura con determinados presupuestos “relacionales” a partir de las experiencias sólidas existentes en la actualidad. Eso supone aceptar y tener un conocimiento básico de las dinámicas de la comunicación; considerar a la persona humana como punto fundamental de referencia; disponer de un conocimiento de los temas a dialogar y de la interrelación entre la fe y la cultura; situarse desde una perspectiva hermenéutica, reconocer y discernir valores, límites, peligros y aspectos negativos de la cultura moderna; asumir las causas del conflicto entre el cristianismo y la modernidad; etc.
  • La relación como contacto real con el mundo educativo. Acentuar el aprovechamiento de las prácticas en los centros escolares por parte de los estudiantes de Educación (Magisterio) y generar una observación sobre la enseñanza de la Religión en la escuela, los materiales que se utilizan, las programaciones reales de aula, diversas metodologías, etc., para iniciar a estos futuros maestros en la dinámica de la acción-reflexión sobre la práctica educativa, a fin de que, en el futuro, se conviertan en unos profesionales reflexivos y críticos.
  • La relación como experiencia de diálogo in situ. Desarrollar en la propia facultad un conjunto de ofertas complementarias que evidencien el talante general del diálogo fe-cultura en el seno de la facultad. A través de mesas redondas, fórums, ponencias, proyección de películas, congresos, etc., en donde el debate sobre temas de actualidad, la invitación de líderes o representantes religiosos, las experiencias didácticas sobre el hecho religioso, exposiciones artísticas etc., convivan con normalidad y armonía con el resto de actividades universitarias.
  • La relación como exploración ad extra. Motivar para la exploración de los recursos relacionados con
    el diálogo fe-cultura y del contexto exterior (basílicas, monasterios, librerías especializadas, museos, centros interreligiosos, centros de otras confesiones, ciclos cinematográficos, etc.) y participación en eventos formativos, especialmente, en aquellas actividades en donde hay una previsión de participación de escuelas relacionando el diálogo fe-cultura.

En el nº 2.818 de Vida Nueva. El diálogo fe-cultura en formación universitaria de los futuros educadores y de los profesores de Religión, íntegro solo para suscriptores

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