OBITUARIO: Pierre Dubois, santo y casi mártir en Chile

Pierre Dubois, sacerdote francés en Chile, fallecido en 2012

JOSÉ MARÍA ARNAIZ. SANTIAGO DE CHILE | Con 80 años, partió el 28 de septiembre a la Casa del Padre Pierre Dubois. Muchos gritaron en su funeral: “Santo ya”. Y fueron varias las veces en que estuvo a punto de ser mártir; de morir de vida.

Su partida ha generado un gran impacto en Chile, sobre todo en La Victoria, al sur de Santiago. Se esforzó para que su presencia encarnara al Dios de la vida que no quiere la violencia, pero que sufre pasión por la justicia.

Lo hizo como el Señor, entregando su vida para que otros tuvieran vida; colocándose bajo las tanquetas de los militares, salvando las vidas de victorianos y de policías, interponiéndose entre ellos. Recibió golpes, balines y acusaciones falsas que terminaron con su expulsión del país. Este fue su delito y su gloria, la del mártir. Pierre ha sido rechazado como lo fue Jesús, por molesto, por ser la voz de Dios que exigía a los poderosos renunciar a sus dioses: el poder y el dinero.

¿Quién era este hombre menudito? ¿Un agitador? ¿Un extremista? ¿Un comunista infiltrado? Simplemente, un sacerdote, seguidor del Nazareno, que anunciaba el Reino a los pobres y convivía con hombres y mujeres de mala reputación. No era el sacerdote de la prudente Iglesia que, cuando se aleja de los pobres y se alía con los poderosos, relega a Jesús vivo a ser solo recuerdo de un hecho que sucedió hace miles de años.

En Francia nació y a Chile llegó, joven cura. Aquí se quedó. Hasta la última noche, trabajó en su libro La salvación de Cristo viene desde los pobres. Denunció, y su grito profético lo fue contra la tortura, la muerte y la desaparición de cientos de miles de chilenos durante la dictadura de Pinochet. Renunció al poder, al buen vivir, a la tranquilidad.

Sus méritos los gritaron por las calles de Santiago, en su funeral. Los sencillos lo convirtieron en fiesta. Para la expresidenta Michelle Bachelet fue presencia y cercanía al pobre; Sebastián Piñera, hoy máximo dirigente, lo presentó como alguien que supo armar las redes de la solidaridad.

Muchos laicos y sacerdotes compartieron cómo habían visto en él el rostro de Cristo. Lo reflejó el presidente del Episcopado, Ricardo Ezzati: “Su opción evangélica por los pobres y excluidos ha permitido que mucha gente, muchas familias y muchas poblaciones pudieran experimentar que el Hijo de Dios nació pobre, vivió pobre y murió desnudo en una cruz”.

En el nº 2.818 de Vida Nueva.

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