‘Blancanieves’: de vuelta al ruedo

Blancanieves, fotograma pelicula

Blancanieves, fotograma pelicula

J. L. CELADA | Suena a bulo de la prensa rosa, pero es el imaginativo punto de partida del segundo largometraje de Pablo Berger: la desamparada Blancanieves del cuento era hija de folclórica y torero. Porque el popular personaje de los hermanos Grimm cambia su castillo por un cortijo y el bosque por el albero.

Aunque, ¿fiel? al relato literario en que se inspira, también esta vez la joven deberá sobreponerse a las prohibiciones y castigos de una cruel madrastra (Maribel Verdú en la cima de su madurez interpretativa), y acabará hallando refugio –y éxito– junto a una troupe de enanos… toreros.

Tras su sorprendente debut hace ya nueve años con Torremolinos 73, el guionista y director vasco regresa a la arena cinematográfica de la mano de una producción donde comparten plano los argumentos más reconocibles de una historia universal con la iconografía y las raíces más genuinamente locales. Si a ello se le añade su doble condición de cinta muda y en blanco y negro, el riesgo de la apuesta parecería multiplicarse.

Sin embargo, esta Blancanieves de traje de luces y faralaes no solo sale airosa del envite, sino que alcanza tal grado de virtuosismo que cualquier piropo podría resultar rácano ante semejante despliegue de gracia y arte. ¿En la plaza?, ¿en el tablao?… Sobre todo, en el set de rodaje.

La cámara de Berger nos traslada a la Andalucía de los años 20 para narrarnos la vida de la hija de Carmen de Triana (Inma Cuesta) y Antonio Villalta (Daniel Giménez Cacho): su doloroso nacimiento, los cuidados de la abuela materna (Ángela Molina)…, hasta que el blanco inmaculado de la Primera Comunión se torna luto, en un encadenado de secuencias que es una buena muestra del oficio del realizador para resolver esos tránsitos. Es entonces también cuando, camino del nuevo hogar de la protagonista, la prodigiosa fotografía de Kiko de la Rica pierde luminosidad.Blancanieves, fotograma pelicula

Siempre sobre el bello tapiz sonoro compuesto por Alfonso Villalonga, las sombrías estancias de ‘Monte Olvido’ serán ahora escenario y testigo de las desdichas de la recién llegada. Allí, la convivencia con la malvada del cuento transforma la fiesta en drama, no exento de cierto suspense y refrescantes gotas de humor. Una mezcla que seguirá deparándonos un gozoso espectáculo.

Para redondear la faena, entre mantillas y pasadobles, Blancanieves recupera el tono más lúdico en compañía de sus inseparables enanitos –aquí, seis esforzados profesionales del recorte–, esa improvisada cuadrilla/familia casi circense que le devolverá la sonrisa y la confianza en sí misma. Ya nada ni nadie le impedirán ponerse el mundo por montera y emprender una triunfal vuelta al ruedo.

Tampoco a Pablo Berger, cuya espléndida reinvención de este clásico bien merece una salida a hombros de la sala. Por mucho que todos conozcamos la existencia de una manzana envenenada llamada The artist.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Blancanieves.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Pablo Berger.

FOTOGRAFÍA: Kiko de la Rica.

MÚSICA: Alfonso Villalonga.

PRODUCCIÓN: Ibon Cormenzana, Jérôme Vidal, Pablo Berger.

INTÉRPRETES: Macarena García, Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Pere Ponce, José María Pou, Inma Cuesta, Ramón Barea, Sofía Oria, Emilio Gavira, Sergio Dorado.

En el nº 2.818 de Vida Nueva.

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