Esos benditos coros

dos chicas ensayando música con una partitura

dos chicas ensayando música con una partitura

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | En nuestras iglesias abundan los coros de aficionados, aunque, lamentablemente, existen menos de los que serían deseables. En la mayoría de los casos, están formados por personas de muy buena voluntad que ofrecen generosamente su tiempo y ponen verdadero interés en cantar bien. Y también los hay que cuidan al máximo su formación.

Es el caso del Coro San Marcos, de Madrid, fundado por el padre Félix Castedo, sacerdote de la parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso, allá por el año 1976.

Completamente voluntario y amateur, cuenta con 16 miembros, cuya media de edad ronda los 50 años y que, sin apenas saber solfeo, hacen un esfuerzo más que notable por mejorar su técnica o ampliar repertorio. Canta todos los domingos en San Marcos (junto a la Plaza de España), en la Eucaristía de las 12:30. Últimamente, ha recibido clases de canto y técnica vocal de la soprano Teresa Verdera.

Este es el tercer año en el que organiza un fin de semana de formación. Los dos primeros tuvieron lugar en el Monasterio de Valvanera (La Rioja), mientras que se ha celebrado el fin de semana del 21 al 23 de septiembre en el Valle de los Caídos, con clases de gregoriano impartidas por Laurentino Sáenz de Buruaga, osb, uno de los grandes especialistas en gregoriano.

Su repertorio cuenta casi en exclusiva con música sacra y abarca desde el canto gregoriano hasta el s. XIX. Al ser un coro pequeño que canta en un templo de excelente acústica, la polifonía española del XVI ocupa también un lugar destacado. Además, como coro religioso, no prescinden de los autores posconcilares de música litúrgica de finales del s. XX: Gabaraín, Palazón, Manzano, Taulé, Berthier o Deiss.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.817 de Vida Nueva.

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