Mujeres y niños, primeras víctimas a la intemperie

mujer africana madre con su bebé

Tanzania acoge el I Encuentro de Pastoral de la Carretera y de la Calle en África y Madagascar

mujer africana madre con su bebé

J. L. CELADA | Como ya se puso de manifiesto en las dos asambleas especiales para África del Sínodo de los Obispos (1994 y 2009), “la preocupación de la Iglesia por el desarrollo de cada persona y de todas las personas, especialmente de los más pobres y abandonados, es el corazón de su misión evangelizadora en África”.

Así lo reconoce también el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, en la carta que –en nombre del Papa– envió el pasado día 11 al cardenal Polycarp Pengo, arzobispo de Dar-es-Salaam, con motivo de la apertura del I Encuentro de Pastoral de la Carretera y de la Calle en África y Madagascar celebrado en la capital tanzana.

A la convocatoria, promovida por el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes, en colaboración con la Comisión Episcopal para los Emigrantes e Itinerantes del país anfitrión, respondieron casi un centenar de personas procedentes de una treintena de naciones africanas. Entre los asistentes figuraban obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que trabajan como delegados de las comisiones episcopales para los emigrantes e itinerantes, en Cáritas Internacional y en los institutos religiosos dedicados a la pastoral con las personas que viven en la calle.

Bajo el lema Jesús en persona se acercó y caminó con nosotros, en el transcurso de la reunión se debatieron asuntos tales como la situación de las mujeres víctimas de nuevas formas de esclavitud también en África.

“Desgraciadamente –lamenta un comunicado del Pontificio Consejo–, el reconocimiento insuficiente de la dignidad y los derechos de las mujeres se traduce, para ellas, en menos oportunidades de formación, trabajo y respeto”.

Tampoco pasaron por alto las condiciones de los niños de la calle, víctimas de los contrastes familiares, sociales y culturales que afectan al continente. Así, entre las causas que arrastran a la calle a mujeres y niños, se apuntaron la pobreza, la violencia familiar, los conflictos tribales y civiles, la superstición, la criminalidad organizada y la explotación.

Sinfín de dificultades

Durante la cita, clausurada el día 15, se abordaron, asimismo, los problemas y exigencias de cuantos trabajan en el transporte por carretera, para constatar que, a sus largos viajes, con salarios bajos y privados de seguros laborales o sanitarios, añaden el hecho de verse expuestos a un sinfín de dificultades, como la lejanía de la familia, las largas esperas en las fronteras o el cansancio.

Muchos de estos aspectos fueron recogidos en el documento Orientaciones para la pastoral de la carretera/calle, presentado por el secretario del correspondiente dicasterio vaticano, el obispo Joseph Kalathiparambil. El texto contiene el punto de vista de los afectados y apela a la responsabilidad pastoral de la Iglesia, llamada a “denunciar cualquier forma de injusticia y defender la dignidad de las personas explotadas o maltratadas por situaciones familiares o sociales”, y a “comprometerse en su liberación”, prestándoles la ayuda que fuera necesaria.

Las jornadas contaron, además, como marco de referencia para la reflexión y el trabajo, con las Orientaciones para la Pastoral de la Carretera publicadas por el Pontificio Consejo en 2007 y dos documentos fundamentales sobre el continente africano y la misión de la Iglesia entre sus gentes: las exhortaciones apostólicas postsinodales Ecclesia in Africa (1995) y Africae Munus (2011).

Las participantes también se hicieron eco de las palabras de Benedicto XVI, que en la citada misiva expresa su confianza en que la reunión propicie a partir de ahora “una mayor cooperación y coordinación de esfuerzos entre las Iglesias particulares de cara a la protección de toda vida en peligro en las calles y carreteras africanas”.

En este sentido, el Papa insiste en la importancia de prestar “especial atención a las necesidades pastorales de las mujeres y los niños que se encuentran en las calles, ya sea como resultado de factores sociales, económicos y políticos concretos o como víctimas de explotadores organizados nacional e internacionalmente”.

Finalmente, eleva sus oraciones para que encuentros como el de Dar-es-Salaam confirmen a la Iglesia en África y Madagascar “en su testimonio del Evangelio y en su contribución a la construcción de la sociedad civil y a la forja de una nueva África”.

En el nº 2.816 de Vida Nueva.

Compartir