El ‘Ecce Homo’ de Borja: ¿síntoma o anécdota?

una mujer fotografía la pintura del Ecce Homo del Santuario de Borja

Más allá del revuelo mediático, subyace el esfuerzo por el cuidado del patrimonio y quién debe costearlo

una mujer fotografía la pintura del Ecce Homo del Santuario de Borja

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La burla y el escarnio por la restauración del mural del Ecce Homo del Santuario de la Misericordia de Borja (Zaragoza) ha creado un fenómeno mediático que suscita, al menos, varias reflexiones en torno a la conservación del inmenso patrimonio artístico de la Iglesia en tiempos de crisis. [El ‘Ecce Homo’ de Borja: ¿síntoma o anécdota? – Extracto]

“Se han sacado las cosas de quicio. Dicho esto, esa no es la forma habitual en la que se tratan las obras de arte en la Iglesia”, aclara de inmediato Manuel Íñiguez, director del Secretariado de Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal, y a quien no le consta, como afirman las restauradoras de la empresa Albarium, que el repintado amateur en ermitas e iglesias rurales sea una práctica “muy habitual” en España.

Albarium es la empresa elegida por la Fundación Sancti Spiritus (Ayuntamiento de Borja), responsable del santuario, para realizar el estudio previo para la recuperación del Ecce Homo, obra muy menor pintada “en dos horas de trabajo” a principios de siglo XX por el profesor de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza Elías García Martínez.

Íñiguez contesta, de hecho, que “de ese asunto desagradable de Borja me duele que la gente desubique el tema de la restauración del patrimonio artístico… Y no se trata ahora de hablar de esa señora que no se ha encomendado a nadie, sino de insistir que en España tenemos magníficos profesionales de la restauración, como los del Instituto del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, o que las escuelas y talleres que dependen de las diócesis actúan con rigor científico. Todas las delegaciones de Patrimonio tienen el suficiente cuidado de a quién se entregan sus obras. Y no lo hacen a cualquiera”.

El cristo de Borja, Zaragoza

El antes y el después de la pintura del cristo de Borja

La cuestión de fondo va más allá. ¿Podría tomarse la restauración de Borja como un síntoma del estado de la restauración y conservación del patrimonio artístico de la Iglesia, afectada sin duda también por la crisis económica?

Francisco García Martínez, director del Máster en Patrimonio Cultural de la Iglesia (Universidad Pontificia de Salamanca), y Manuel Íñiguez lo niegan tajantemente: “Lo sucedido es solo una anécdota particular –dice García–. La mejora en el cuidado del patrimonio, en su valoración, en su respeto ha crecido de tal manera que ahora, quizá, el problema sea muchas veces el contrario: que la exaltación de la dimensión artística oculte el rostro icónico de la figura religiosa que tiene por finalidad que el hombre puede cruzar la mirada de fe con Dios. Igual se podría decir de los espacios arquitectónicos o los ritos paralitúrgicos de lo que se llama el patrimonio inmaterial”.

Desde la Conferencia Episcopal, Íñiguez aclara que, “indudablemente, los recortes se están dejando notar. Pero lo que sí digo es que toda aquella obra que, por la razón que fuese, necesita de una intervención urgente, se interviene. No hay la inversión que hubo en otras épocas de abundancia, como fue el Plan Nacional de Catedrales, en la época de José María Aznar, pero no nos podemos quejar”.

Eso sí, Íñiguez añade que “es evidente que tenemos un inmenso patrimonio e intentamos darle toda la atención. Aunque su estado es, en general, bueno, los delegados de Patrimonio y las diócesis están haciendo un gran esfuerzo y están muy pendientes. Hace falta mucho, mucho dinero. Pero intentamos administrar bien los pocos recursos que ahora tenemos”.

Para disfrute de todos

Según el director del Secretariado de Patrimonio Cultural, “es imposible valorar cuánto dinero se necesita al año para la conservación y restauración del patrimonio…”. Ni tan siquiera conocer exactamente cuánto se está invirtiendo porque responde a programas financiados con recursos propios de la Iglesia, de benefactores o de distintas administraciones.

Sí es evidente que la Iglesia necesita ayuda pública para la custodia y conservación de su patrimonio artístico, para disfrute de los fieles y “de toda la sociedad”, como apunta Íñiguez.

Manuel Íñiguez, director del Secretariado de Patrimonio Cultural de la CEE

Manuel Íñiguez, director del Secretariado de Patrimonio Cultural de la CEE

¿Es imprescindible la financiación pública? García Martínez, desde la Pontificia de Salamanca, contesta: “Está claro que no podemos mantener todo nuestro patrimonio cultural con los solos medios eclesiales, y esto va a tener consecuencias que quizá no sepamos medir aún. En cualquier caso, sería prioritario que en los procesos de relación Iglesia-organismos públicos aparezca con suficiente claridad la pluridimensionalidad de lo que unos llaman obras de arte y, otros, obras de la fe expresadas artísticamente”.

Por su parte, Alfonso Muñoz Cosme, director del Instituto de Patrimonio Cultural, del Ministerio de Cultura, asegura que la Administración seguirá colaborando: “El patrimonio que posee la Iglesia católica es muy cuantioso y de naturaleza muy diversa –dice–. La Ley 16/1985 establece que los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español deberán ser conservados, mantenidos y custodiados por sus propietarios o poseedores, por lo que corresponde a la Iglesia, en primera instancia, encargarse de su conservación”.

“No obstante –continúa–, la Constitución establece en su artículo 46 que los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y titularidad. Por lo tanto, la Administración puede colaborar en las labores de conservación de ese patrimonio”.

A esto Iñíguez responde también con la Constitución: “El artículo 46 es muy claro. La competencia es del Estado y de las demás administraciones y sin contrapartidas, porque este es otro tema muy discutido a veces por algunos políticos. Aun así, es evidente que la Iglesia intenta generar recursos propios para esta conservación, de ahí que se haya más o menos impuesto el pago de entrada para visitar edificios eclesiásticos, no solo museos”.

El Gobierno, por su parte, anuncia el aumento del 1% cultural del Ministerio de Fomento (en 2010 se destinaron 69 millones) hasta el 1,5% y trabaja en la Ley de Participación Social y Mecenazgo. “Lamentablemente, el mecenazgo empresarial no está apenas desarrollado entre nosotros”, dice Íñiguez.restaurador con piezas de arte patrimonio religioso

Coordinar actuaciones

Muñoz Cosme, al frente del gran ente restaurador del patrimonio artístico español, recuerda cómo “la complejidad y diversidad del patrimonio de la Iglesia y la necesidad de coordinar actuaciones promovidas por diversas entidades, asegurando que se realizan con criterios y métodos correctos, llevó a la Administración a formular los planes nacionales de conservación, en particular el Plan Nacional de Catedrales y el Plan Nacional de Abadías, Monasterios y Conventos. Estos planes, que han sido revisados recientemente, establecen un método común para las intervenciones y sistemas para detectar las necesidades, fijar prioridades y coordinar las actuaciones”.

Aun así, añade: “Siempre es deseable que el patrimonio pueda ser mantenido por sus propietarios, pero eso no siempre es posible y, en cualquier caso, debe hacerse sin que el patrimonio pierda su función o su accesibilidad”.

García Martínez, no obstante, apunta a la otra cara de la moneda y hace balance: “Es común la afirmación de que se está produciendo una desamortización encubierta de los bienes eclesiales y, evidentemente, hay que tener cuidado con la financiación pública, pues puede obligarnos a cosas que no queremos (como la utilización partidista de los sentimientos religioso-locales), pero hay que reconocer que la influencia en los últimos decenios de los organismos públicos ha ayudado no solo a conservar nuestro patrimonio, sino a protegerlo a veces incluso de nosotros mismos”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.816 de Vida Nueva.

 

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