España, ¿una sociedad enferma? El impacto en la cultura y los valores

pancarta protestas sociales Más empleo y menos petardeo

¿Ha optado la jerarquía eclesiástica por la retirada del terreno social?

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JUAN GONZÁLEZ-ANLEO, catedrático de Sociología | Interrogante crucial: ¿la Gran Crisis ha transformado la cultura y los valores, o han sido estos, junto con la globalización, deslocalización del trabajo, contagio de la crisis norteamericana, desregulación de los mercados, codicia desenfrenada de los amos del dinero, burbuja inmobiliaria, etc., los que han desembocado en la Gran Crisis? ¿O ambas cosas a la vez?

En su Introducción de la Historia de España, Menéndez Pidal describe al español como un hombre austero, sobrio, sencillo en sus costumbres, estoico, trascendental, digno en su porte, afectivo y pasional, incapaz de planear el futuro, osado e impulsivo, hombre de honor, hombre desprendido de las riquezas materiales, etc.

Las investigaciones actuales parecen referirse a un hombre en las antípodas del que idealizó Menéndez Pidal. Un estudio del CIS del año 2003 permite bosquejar así la cultura vital de los españoles:

  • La cultura de la permisividad, que domina la esfera de la vida privada y familiar, sobre todo en el terreno sexual.
  • El presentismo, que conduce a una supervaloración de lo inmediato, de lo que ya se posee y se disfruta, de la pareja y los amigos, bajo la consigna “¡Vivir al día!”. En este contexto, el español se declara satisfecho con su vida, libre, feliz…
  • El culto al consumo en sus “catedrales”: supermercados, grandes superficies, boutiques y similares.
  • La cultura privatista, con menosprecio de los valores religiosos y políticos y dedicación plena a los valores privados: familia, amigos, trabajo, aunque en este se valore cada vez menos el logro y el estatus, y más la seguridad y los compañeros agradables.
  • La cultura de la lasitud, en cuanto rechazo de la fortaleza y de las actitudes que le son anejas: abnegación, sacrificio, trabajo duro, ahorro…

El impacto de la Gran Crisis ha puesto de manifiesto que, por debajo de esta cultura vital de felicidad, satisfacción con la vida, de libertad y hedonismo, latía una cultura social de corrupción, de culto al dinero, de irresponsabilidad, de lucha despiadada por el triunfo con menosprecio absoluto del valor de la igualdad. La crisis económica no ha hecho más que agravar estos síntomas de la enfermedad que padece nuestro país.

El silencio de la cúpula eclesiástica

En una situación de anomia, como indiqué en el Pliego anterior, la gente puede optar por la revuelta, la desviación individual o la retirada del terreno social. En España, una minoría, mejor informada, menos acomplejada y de mayor coraje, ha elegido la vía de la revuelta: los “indignados”.

La desviación social ha contado también con sus partidarios, los jóvenes “antisistema” en cabeza, y los que siguen explotando negocios sucios al margen de leyes, normas y controles.

Y la mayor parte de los españoles han optado por la retirada, mezcla compleja de indiferencia, pasotismo o complicidad con los que han convertido la anomia social en opípara oportunidad para enriquecerse. En esta mayoría de retirados hay que incluir, lamentablemente, a una elite estratégica, formada por la gran mayoría de los intelectuales y el grupo de los obispos más significados.

El silencio de la cúpula eclesiástica española es denunciado y lamentado por muchos. He elegido el término “taciturnos” para hablar de los representantes más conspicuos del episcopado, porque si los intelectuales españoles están silenciosos, nuestros obispos están “silenciosos” y “tristes” (taciturnos).

¿Silenciosos porque están tristes, al contemplar inermes la descristianización de la sociedad, o tristes porque reconocen su incapacidad para lanzar a los cuatro vientos un mensaje de alegría, confianza y apertura a los problemas reales de España? Quién lo sabe…

“España, ¿una sociedad enferma?” es un trabajo de Juan González-Anleo que tiene dos partes. La primera, publicada en Pliego de Vida Nueva del nº 2.813, estudia –tras un ensayo de conceptualización de la enfermedad de un país– el impacto de la actual crisis económica en las instituciones sociales españolas. La segunda parte, en el 2.814, analiza el impacto en la sociedad en general: familia, población, inmigración y estructura social, cerrando el trabajo una breve reflexión sobre la reacción de dos elites estratégicas –intelectuales y obispos– y la del movimiento de los “indignados” del 15-M.

Pliego íntegro publicado en el nº 2.814 de Vida Nueva. Del 8 al 14 de septiembre.

 

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