Greg Burke: “El misterio del Vaticano debe estar en el Espíritu Santo, no en su funcionamiento diario”

Greg Burke, asesor de comunicación de la Santa Sede

Asesor de comunicación de la Santa Sede

Greg Burke, asesor de comunicación de la Santa Sede

Texto y fotos: DARÍO MENOR | El Vaticano se ha propuesto arreglar una de sus grandes grietas: la comunicación. Para ello ha contratado al periodista estadounidense Greg Burke –corresponsal en Roma de diversos medios desde hace más de 20 años y miembro del Opus Dei– como nuevo asesor de comunicación. [Extracto de la entrevista con Greg Burke]

Su trabajo no se solapa con el del portavoz, el jesuita Federico Lombardi, pues se desarrollará en la segunda línea, donde ofrecerá sus conocimientos y experiencia para mejorar la forma de comunicar de la Curia romana, de manera que no se repitan algunos de los errores cometidos en los últimos tiempos.

– ¿Qué le gustaría cambiar primero de la comunicación vaticana?

– Hay muchas cosas que se pueden cambiar poco a poco, pero habrá que ver si me dejarán hacerlo. Me gustaría, sobre todo, modernizar la estructura de comunicación, no tanto en la tecnología, aunque esto también habría que hacerlo, sino en la coordinación y unificación. Hay muchas cosas en el Vaticano que se pueden mejorar en el terreno comunicativo. Un ejemplo a seguir en su estructura de comunicación es el Programa Mundial de Alimentos, una de las organizaciones de la ONU. Cuando visitas su web, descubres que es bonita, encuentras fácilmente a sus portavoces y a sus contactos… Ofrecen hasta fotos y vídeos gratis. Hay una mentalidad abierta a la comunicación. Yo espero cambiar la mentalidad del Vaticano en pequeños pasos.

Por motivos históricos, ha habido un miedo a la prensa. Es cierto que hay medios anticatólicos, sobre todo en Europa, pero ir contra toda la prensa porque alguien te trata mal no es muy eficaz. Con mi nueva responsabilidad no creo que vaya a cambiar todo. Espero ir poco a poco ayudando a mejorar la coordinación, a que haya más personas atentas a la comunicación. El Vaticano hace muchas cosas buenas que es estupendo que se conozcan.

“Es cierto que hay medios anticatólicos,
sobre todo en Europa, pero ir contra toda la prensa
porque alguien te trata mal no es muy eficaz”.

– ¿Todo su trabajo será entre bambalinas?

– Yo no voy a ser el zar de la comunicación en el Vaticano. Federico Lombardi seguirá siendo el portavoz y estará delante, mientras que mi posición estará más atrás. Lo que me gustaría hacer a mí es indicar que si hacemos o decimos una cosa u otra, la reacción de los periodistas puede ser de esta o aquella manera. Esto se aplica también con todas las cosas buenas que hace la Iglesia. Por ejemplo, la reciente apertura de la sede del Instituto para las Obras de Religión (IOR) a los periodistas es una noticia estupenda que ha sido aplaudida por todos. ¡Aleluya! Es un ejemplo de que se pueden comunicar de modo positivo cosas positivas.Greg Burke, asesor de comunicación de la Santa Sede

Otro ejemplo de esta buena actitud lo encontramos en el triste caso del mayordomo del Papa. Lombardi ha explicado que si hay un proceso, este estará abierto a los periodistas. El misterio del Vaticano debe estar en la liturgia y en el Espíritu Santo, no en el funcionamiento del día a día.

– ¿Qué comentarios ha recibido por su nombramiento?

– La mayoría ha venido de los obispos estadounidenses, que son más conscientes de la importancia de la comunicación. Se confrontan con los periodistas todos los días. Su reacción ha sido muy positiva. Dentro del Vaticano hasta ahora apenas ha habido comentarios. Tampoco ha habido mucho tiempo, pues acabo de empezar.

– ¿Cuál ha sido el mayor problema comunicativo del pontificado de Benedicto XVI?

– Es fácil decir las cosas cuando ya han pasado. En mi opinión, el caso del obispo lefebvriano Williamson, quien niega el Holocausto, ha sido el más grande. El propio Papa dijo: “Nos hemos equivocado”. Era tal vez la cosa que se podía evitar de forma más fácil. Otro problema, el de Ratisbona, nació sin embargo por una cuestión del auditorio. Si el Papa hubiera dicho lo mismo a un grupo de estudiosos en un seminario hablando sobre el islam y la violencia, no hubiera habido problemas. Era, eso sí, un discurso muy largo.

– ¿Y el mayor éxito comunicativo?

– Es una pena que el libro-entrevista Luz del mundo se haya convertido en el libro del preservativo, porque contiene algunos puntos en los que ves la humildad de Benedicto XVI. Dice que hay papas pequeños y grandes. Está hablando de Juan Pablo II y de sí mismo. Otro gran éxito ha sido el viaje a los Estados Unidos. Era en un momento difícil por la cuestión de los abusos. El Papa afrontó el tema en numerosas ocasiones, comenzando en el vuelo desde Roma. Entonces dijo que era una traición a todo lo que significa ser un sacerdote. No hizo ningún giro de palabras, lo afrontó de lleno. El viaje permitió que los estadounidenses vieran a dos papas muy cercanos pero muy distintos. Juan Pablo II era profesor y actor, mientras que Benedicto XVI es profesor. Cuando él vio a 50.000 personas en el estadio en Washington que le aplaudían no acababa de creérselo.

El ruido y el mensaje

– ¿Piensa que la Iglesia comunica hoy bien el Evangelio?

– Es una buena pregunta. Hay mucho ruido que no deja ver bien el mensaje, que es Cristo. La Iglesia tiene un mensaje de amor, de salvar el mundo, pero por desgracia se pierde mucho con estos problemas comunicativos como el Vatileaks y demás. Un amigo me dijo una cosa interesante. Me dio la enhorabuena por el nombramiento, pero me recordó que Cristo no tomó un experto en la comunicación para evitar la cruz.

“La Iglesia tiene un mensaje de amor,
de salvar el mundo, pero por desgracia
se pierde mucho con estos problemas comunicativos
como el ‘Vatileaks’ y demás”.

– ¿Falta creatividad en la forma de comunicar de la Santa Sede?

– Sí. Si uno piensa en los viajes de Juan Pablo II, se recuerdan imágenes muy potentes, como la de Auschwitz o la del Muro de las Lamentaciones en Jerusalén. Está claro que las personas son distintas, pero ahora también habría que plantearse cómo comunicar todas las cosas buenas que hace la Iglesia.

– ¿Por qué muchos curiales parecen alérgicos a la comunicación?

– No tengo respuesta. Hay excepciones.

Greg Burke, asesor de comunicación de la Santa Sede– ¿Se ve delante de los cardenales de la Curia dando un curso sobre cómo deben comunicar?

– Estoy deseando hacerlo. Luego si vienen a la charla o no es otra cuestión. Para mí sería muy divertido hacerlo. Y también dar cursos uno a uno para prepararlos a afrontar entrevistas o charlas. Creo que se hará, no sé si a nivel de cardenales, pero se hará. Hay mucho que aprender del mundo real. Cualquier empresa, excepto algunas excepciones, está atenta a la comunicación. Esta no es algo mágico. En una institución normal, que quiere difundir su mensaje, hace falta un poco de práctica con la comunicación. Cualquier empresa hace media training para quienes están en posición de comunicar.

– ¿Su nombramiento es una consencuencia del escándalo de ‘Vatileaks’?

– Aunque la propuesta se produjo durante su estallido, la idea venía de antes. La primera llamada, que me pilló en los Estados Unidos, fue en mitad de este problema, pues me llegó a final de mayo.

– ¿Cuál fue su reacción inicial ante esta propuesta?

– Al teléfono primero no me dijeron lo que querían, solo me pedían que fuese al Vaticano a verles. Cuando ya me lo contaron, mi primera reacción fue que era algo muy grande. Me iba al día siguiente a España a hacer un servicio sobre la situación de los bancos, pero querían una respuesta en 24 horas. Por eso dije al principio que no, pero no porque no lo quisiese, sino porque necesitaba más tiempo para pensarlo.

– ¿Le pesó el hecho de tener que abandonar su carrera profesional?

– A mí me gusta mucho el deporte. Pensaba trabajar unos pocos años más en Fox y luego ir a la oficina de prensa del equipo de fútbol de la Roma, que ha sido comprado por estadounidenses que quieren hacer un gran club. Otra opción era intentar trabajar en Sky Sports. Pensaba seguir en Italia, pero haciendo algo relacionado con el deporte.

En el nº 2.810 de Vida Nueva.

Compartir