La Iglesia sale al rescate

Creyentes lanzan botes salvavidas a los náufragos de la crisis: desahuciados, inmigrantes…

protesta frente a un banco contra los desahucios

JOSÉ LUIS PALACIOS | Mientras el Gobierno intenta ganarse la confianza de los mercados y empeña su crédito en rescatar a los bancos, gente de Iglesia lanza modestos botes salvavidas a los náufragos de la crisis. Ante el conflicto social que viven las cuencas mineras, los miles de desahucios o la pérdida de derechos que amenaza a los inmigrantes, hay creyentes que están saliendo al paso.

Apoyo a los mineros

En la diócesis de Astorga, tres sacerdotes de la cuenca de Fabero-Sil publicaron un comunicado, difundido a través de la web del Obispado, en solidaridad con las movilizaciones de los mineros y apoyo a sus reivindicaciones.

Jesús Villar, párroco de San Miguel de Matarrosa y de otros diez pueblos de la zona, es uno de los firmantes. Este cura, como muchos otros compañeros, se ha dejado ver en las movilizaciones y marchas convocadas para intentar salvar el principal motor económico de sus comarcas y construir un nuevo futuro. Ha visitado a los encerrados en el Pozo Santa Cruz del Sil y ha procurado llevar algo de consuelo a tantos como hoy desconfían del porvenir.

Apenas le da importancia a estos actos, que considera naturales en un presbítero que solo intenta estar cerca de la gente, conocer sus problemas y alentar sus esperanzas. “Cuando se han convocado huelgas generales por el carbón, aquí ha parado todo el mundo”, explica.

Con sus otros dos compañeros sacerdotes organizó una colecta para apoyar económicamente a las familias de los mineros. “El mes pasado solo cobraron la mitad y este, seguramente, no cobren nada”, apunta. La idea agradó a sus feligreses a juzgar por el resultado: “La gente contribuyó bastante, más que en otras ocasiones”.

“Cuando se han convocado
huelgas generales por el carbón,
aquí ha parado todo el mundo”,
explica Jesús Villar, párroco en Astorga.

También los militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Astorga y de León planean gestos de solidaridad parecidos. “Estamos viendo la posibilidad de contribuir económicamente, a título personal, con la movilización de los mineros”, detalla Melchor Moreno, profesor en un colegio de Torre del Bierzo y miembro del citado movimiento especializado de Acción Católica.

Con los desahuciados

Pero si hay un fenómeno que evidencia la desigual respuesta que los poderes públicos están dando a las consecuencias de esta crisis, es el de los desahucios. El pasado año se iniciaron casi 80.000 ejecuciones hipotecarias, que hay que sumar a las 272.000 registradas entre 2007 y 2010 –año en el que se alcanzó el récord de 93.636–, según el Consejo General del Poder Judicial, que no distingue entre viviendas en alquiler o hipotecadas, ni entre primeras ni segundas residencias; tampoco si son residencias o comercios.

Presentación de un manifiesto contra los desahucios en Murcia

Presentación de un manifiesto contra los desahucios en Murcia

Sonia Olea, del Programa de vivienda y personas en situación sin hogar, de Cáritas, es categórica: “En la época de vacas gordas, no se destinó ni un euro más a combatir la brecha social”. Además, denuncia que “la vivienda no es un derecho, sino un bien para invertir”, por lo que millones de personas en nuestro país, incluso antes de la burbuja inmobiliaria, no han podido acceder a una vivienda digna.

El año pasado, Cáritas dio respuesta en toda España a 50.000 solicitudes de ayudas relacionadas con la vivienda. Principalmente, para hacer frente al pago de suministros básicos como el agua y la luz, pero también para financiar el alquiler y, en mucha menor medida, para evitar desahucios. “La población con la que trabajamos apenas ha podido acceder a una vivienda en propiedad, salvo excepciones”, explica Sonia Olea. En todo caso, resalta, la labor de Cáritas es prevenir los desahucios, no tanto pararlos cuando ya están en marcha.

En las diócesis de Terrassa, Sant Feliu y Barcelona, Cáritas ha puesto en marcha, desde septiembre de 2011, un servicio de mediación de personas con dificultades para conservar sus viviendas, tanto hipotecadas como en alquiler. En este tiempo, han atendido a unas mil familias a punto de ser desahuciadas.

“Cuando compartes los problemas y las soluciones,
estás compartiendo la vida, estás
dando esperanza y recibiendo vida, estás
relativizando cantidad de cosas que nos ocupan”.

Ramiro Vega, miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Sant Boi.

Aunque Cáritas surge como la institución más firme y con más recursos en este combate, hay otras entidades que no bajan la guardia. Una de ellas es la Sociedad de San Vicente de Paúl. Los casos de desahucios que llegan a su servicio jurídico gratuito de Madrid han aumentado en un 70% desde 2007. El equipo de voluntarios –compuesto por una docena de abogados– atiende a personas sin recursos derivadas de otras entidades, pero también de los propios servicios sociales, aunque últimamente son mayoría los que llegan a “través del boca a boca”.

La voz del inmigrante

Las personas inmigrantes, sin red familiar de apoyo, son blanco fácil ante la frustración social y, ahora, amenazados con ver recortados sus derechos. En la Iglesia están teniendo un importante valedor. Como afirma el jesuita Daniel Izuzquiza, coordinador de la ONG Pueblos Unidos, con una meritoria labor en el barrio madrileño de La Ventilla, “los cristianos, tanto individual, comunitaria e institucionalmente, tenemos muy viva la experiencia y la convicción de que cada ser humano posee una dignidad sagrada e inviolable, a imagen de Dios. Por ello, alzamos la voz en estos temas sensibles que afectan a las personas más frágiles o vulnerables”. [EDITORIAL: Cuidar a los migrantes]

En este asunto hay pronunciamientos claros y acciones concretas de la Iglesia. “La sociedad sí reconoce el compromiso cristiano en esta movilización, aunque no siempre lo comparta”, aclara Izuzquiza. Aunque, añade, “la sociedad tiende a verlo como iniciativa de grupos cristianos de base y no como lo que es en verdad: expresión de la Iglesia”.

En el nº 2.809 de Vida Nueva. La Iglesia sale al rescate, íntegro solo para suscriptores

 

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