El día después en Sudán del Sur

La Santa Sede pide “soluciones justas y equitativas” para las cuestiones pendientes

Estatua de John Garang, 'padre de la patria' de Sudán del Sur, descubierta el 9 de julio de 2011

M. GÓMEZ | Cientos de miles de personas han celebrado el nacimiento de Sudán del Sur, con mucha esperanza y confianza en el futuro, deseosos de que la independencia sea punto de arranque para mejorar las vidas de los nueve millones de personas que, desde el sábado 9 de julio, son ciudadanos del nuevo Estado, el que hace el número 54 del continente africano y el 193 del mundo.

En la medianoche del viernes al sábado, las campanas de las iglesias se unían a los tambores para anunciar el nacimiento oficial de la República de Sudán del Sur, y el sábado 9 de julio tuvo lugar en Juba, la capital, la ceremonia de proclamación, en presencia de decenas de dirigentes extranjeros. En un gesto más que simbólico, el presidente Salva Kiir Mayardit firmaba la Constitución y alzaba la bandera, después de que Omar Hassan el Bashir, el presidente del Norte, quitara la de Sudán.

Millones de personas se reunieron en el centro de la capital para asistir a las celebraciones. “Hoy festejamos nuestra liberación, y mañana comenzaremos a trabajar para construir un país unido, para superar la división que en el pasado ha creado tensiones entre nosotros”, señalaba uno de los asistentes

La independencia de Sudán del Sur es el culmen del proceso de transición establecido en los acuerdos de paz del 2005, que pusieron fin a más de 50 años de guerra entre el Norte musulmán y el Sur, de mayoría cristiana. La secesión fue respaldada en las urnas el pasado enero, con 98,83% de los votos.

El importante papel de la Iglesia católica

En cuanto a la Iglesia católica, cuyo papel a favor de la reconciliación ha sido muy importante en estos años, los principales líderes se muestran visiblemente satisfechos.
“Que Dios nos ofrezca la alegría para todo nuestro pueblo”, declaraba el arzobispo de Juba, el salesiano Paulino Lokudu, quien rezó por “todos aquellos que han sido solidarios con nosotros durante los largos años de la guerra” y llamó a una “nueva armonía” y una cooperación entre ambas “naciones vecinas”.

El obispo de Rumbek, el comboniano Cesare Mazzulari, ha afirmado que el país “está orgulloso de ser una nueva nación y está listo para conquistar su propia identidad en el mundo”. “La Iglesia ha perseverado en la oración y en la difusión de la fe en Dios, impulsando el esfuerzo hacia la reconciliación”, recordaba.

Sobre los enfrentamientos del último mes en la región de Sur Kordofán entre los ejércitos del Norte y el Sur y la violencia como constante, el obispo opina que “es hora de poner fin al clima de odio”, y añadía: “Hay una profunda necesidad de que las personas recen para que se abran los corazones”. Por último, el prelado ha reclamado: “Necesitamos del apoyo internacional, sobre todo, en años venideros, para convertirnos a todos los efectos en miembros de la comunidad global”.

Posibles relaciones diplomáticas con la Santa Sede

El Vaticano emitió una declaración el viernes 8 en la que deseaba “paz y prosperidad” al nuevo Estado. Envió una delegación oficial presidida por el cardenal arzobispo de Nairobi y presidente de la Conferencia Episcopal de Kenia, John Njue, e integrada por el nuncio apostólico en Sudán, el arzobispo Leo Boccardi, y el secretario de la nunciatura apostólica en Kenia, Javier Herrera Corona.

El 7 de julio, el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, recibió una delegación parlamentaria de Sudán encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional de Sudán, Ahmed Ibrahim Elthair. El arzobispo les recordó que “la paz, la reconciliación y el respeto de los derechos de todos, en particular la libertad religiosa, representan los pilares fundamentales sobre los que construir la nueva situación socio-política de la región y las condiciones para mirar hacia un futuro de esperanza”.

La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas estables con las autoridades de Jartum desde 1972 “y examinará con la debida consideración una eventual solicitud por parte del Gobierno de Sudán del Sur”, se explica en una declaración emitida el viernes 8 por el portavoz vaticano, P. Lombardi. De igual modo, en la nota se dice que la Santa Sede “invita a la comunidad internacional a apoyar a Sudán y al nuevo Estado independiente para que, en un diálogo franco, pacífico y constructivo se encuentren las soluciones justas y equitativas a las cuestiones pendientes, y desea a aquellas poblaciones un camino de paz, libertad y desarrollo”.

También el resto de Iglesias cristianas han saludado la consecución de la independencia del país. En una carta con fecha de 7 de julio, el reverendo Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, ofreció al presidente de Sudán del Sur “oraciones y los mejores deseos para un futuro pacífico y brillante para su país y su pueblo”.

Un futuro como socios, no como rivales

El Gobierno de Jartúm se ha comprometido a ejecutar el acuerdo de paz y a regular las cuestiones pendientes entre ambos estados, entre las que destacan el estatus de la región de Abyei, la delimitación de fronteras y el reparto de las reservas de petróleo.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido a las dos partes que “miren su futuro en común como socios, no como rivales”, y ha asegurado que “la ONU y la comunidad internacional seguirán al lado de Sudán del Sur”.

Los casi 50 años de guerra han dejado tras de sí dos millones de muertos y cuatro millones de desplazados y refugiados, así como la destrucción de las infraestructuras.

El país es rico en recursos naturales como agua o petróleo, pero el 90% de la población vive con menos de un dólar al día, el 84% de los adultos son analfabetos, es el país con la tasa más alta del mundo de mortalidad de las mujeres en el parto o durante el embarazo y casi la mitad de la población infantil padece desnutrición de casi la mitad de la población infantil.

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