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La Biblia y su espiritualidad


Una obra de Richard Rohr (Sal Terrae, 2012). La recensión es de Dolores Aleixandre, rscj

La Biblia y su espiritualidad, Richard Rohr, Sal Terrae

La Biblia y su espiritualidad

Autor: Richard Rohr

Editorial: Sal Terrae, 2012

Ciudad: Santander

Páginas: 264

DOLORES ALEIXANDRE, RSCJ | Poner en conexión Biblia y espiritualidad resulta un buen reclamo para los intereses de muchas personas en la actualidad. Richard Rohr, un sacerdote franciscano, fundador y animador del Centro para la Acción y la Contemplación de Alburquerque, Nuevo México, ha recopilado y revisado un conjunto de conferencias impartidas por él mismo sobre grandes temas relacionados con la Sagrada Escritura.

La pretensión del libro que aquí presentamos, por tanto, no es ofrecer una reflexión sistemática, sino aproximarse a una serie de temas bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el enfoque de esos temas, aparecen estudios culturales, psicológicos o históricos, pero el principal objetivo de estas páginas es provocar en el lector que se acerque hasta ellas la búsqueda de Dios y el contacto con Él.

En el primer capítulo, una cita de Ionesco (“El exceso de explicación nos aleja del asombro”) da pie al autor para revelar sus intenciones: poner al lector en contacto con esa prodigiosa antología de libros y cartas que constituye la Biblia, para suscitar su asombro y alejarle tanto de los enfoques moralistas como de un cierto tono ilustrado carente de experiencia interior.

Se trata de leer la Biblia como un “texto en gestación”, que lucha por alcanzar sus conclusiones y que solo se aproxima a ellas paso a paso; por eso, lo importante será mantenernos en ese proceso que se despliega ante nosotros y permitirle que nos lleve adelante. Su lectura nos pone en contacto con una “inspiración” que infunde una vida más amplia y desarrolla en nuestra conciencia una convicción más clara de nosotros mismos como seres amados por Dios.

Los temas abordados a lo largo del libro son todos interesantes, pero quiero destacar de manera particular dos en los que la conexión entre Biblia y espiritualidad resulta más acertada y novedosa: en el lenguaje simbólico bíblico del que Rohr se hace eco, son “la sangre”, en el que aborda el misterio de la muerte/vida, el problema del mal, la violencia, la expiación, lo sacrificial, la cruz…; y “el banquete” como expresión de la donación, la abundancia, la generosidad y el exceso de Dios.

Ambas cuestiones tienen detrás patrones muy arraigados dentro del imaginario cristiano, y de ahí el interés por volver a plantearlos y ofrecer nuevas interpretaciones.

En varios capítulos de la obra, en especial en el dedicado a “La mentira del mal”, alude el autor a la imagen tan extendida de un Dios exigente y distante que necesitaría ser aplacado de continuo con la sangre. El recurso al “chivo expiatorio” y los ritos sacrificiales están en relación con esta imagen, así como ciertas explicaciones teológicas de la redención todavía hoy vigentes.

Sangre redentora

Pero Jesús imprime un nuevo rumbo en la historia de las religiones: en Él es Dios mismo quien derrama su sangre para llegar a nosotros, después de milenios en los que la humanidad creía que era necesario derramar sangre para llegar a Dios. Él ofrece “la inteligencia de la víctima” que nace de lo inferior, lo lateral y lo marginal de la historia: ese es el “escondite de Dios”.

La contemplación del “traspasado” nos da acceso al perdón, nos cambia la imagen de un Dios dictador omnipotente por la de un Dios amante y participativo, y libera inmensas reservas de compasión, solidaridad y perdón en nosotros mismos y de los demás. Es necesario “disponer las velas” para navegar hacia ese Dios de sufrimiento y de amor humilde que se nos ha revelado en Jesús.

La otra metáfora que encierra el principal tema positivo de la Biblia es la del banquete, en el que se nos revela la inmerecida generosidad divina, disponible por doquier, puro don. El capítulo dedicado a este tema lleva por título: “Un banquete a regañadientes”, para poner de relieve la resistencia humana a reconocer esa dimensión de “gracia” que puede llegar hasta anular el deseo de acogerla. Aquí se pone de manifiesto la creatividad del autor para ofrecer imágenes sugerentes.

Dice Rohr que el cristianismo ha decidido con demasiada frecuencia definirse como “lunes, día de colada”, por su insistencia en códigos de pureza, amortización de deuda y teorías expiatorias sobre un Dios que tendría que ser compensado.

Gracia, no temor

Frente a ello, está la gloria de la buena noticia, que podría llamarse “jueves, día de cocción”: el Evangelio necesita presentar a la humanidad una visión del mundo caracterizada por la abundancia en vez de por la escasez, una visión de gracia en vez de una visión de temor, el Jueves Santo, “día de cocción”, en vez del lunes, “día de colada”.

Participar en el banquete que Dios nos ofrece no requiere “ser dignos” de su amor, porque eso no es una conquista moral por nuestra parte, sino un puro don solo debido a Él, que es el que nos ama primero: lo único que hacemos nosotros es completar el circuito y permitir que corra el flujo. María es el arquetipo que representa y sintetiza el misterio de la salvación recibida, más allá de cualquier “mérito”.

En resumen: La Biblia y su espiritualidad es la obra de un autor intuitivo, sugerente y provocador, que ha sabido descubrir en los textos bíblicos un nuevo y vital sentido, relevante y esencial para los cristianos de hoy en día.

El resultado es una visión capaz de revolucionar la manera que tenemos de relacionarnos con Dios, con nosotros mismos y con el mundo. Su lectura nos “engancha” con la riqueza y profundidad de sus imágenes, su estilo directo e interpelante y la frescura de su lenguaje.

En el nº 2.809 de Vida Nueva.

Actualizado
12/07/2012 | 17:36
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