‘Inmaduros’: siete en cuarentena

Inmaduros fotograma de la película

Inmaduros fotograma de la película

J. L. CELADA | El diccionario define la madurez como la “edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la vejez”, pero la experiencia demuestra que cumplir años no garantiza su conquista.

Ni siquiera cuando se acercan los 40. Más bien, sucede lo contrario: la proximidad del simbólico ecuador suele sacar a la luz inmadureces que se vienen arrastrando desde la primera juventud y que se sobrellevan con indisimulada nostalgia y necesarias gotas de buen humor.

De ambos ingredientes echan mano los socorridos retratos generacionales que frecuentemente nos brinda la industria del celuloide, muy pendiente siempre de esos individuos despistados en las encrucijadas de la vida. Lo ha hecho Hollywood (Beautiful girls), Francia (Pequeñas mentiras sin importancia), España (En la ciudad)… y ahora le ha tocado el turno a Italia.

Aunque estos Inmaduros de Paolo Genovese ni serán tan recordados como aquellos americanos de los 90, ni se muestran tan intensos como sus homónimos galos más recientes. Eso sí, han merecido mayor respaldo de sus compatriotas que el que aquí concedimos a la notable producción de Cesc Gay.

Un punto de partida bastante improbable reúne a siete compañeros de instituto 20 años después. La presentación de su estado actual (solteros sin compromiso estable, divorciada con hija, viviendo en pareja o aferrado al nido) proporciona cierta frescura inicial a esta comedia bienintencionada y resultona.Inmaduros fotograma de la película

Sin embargo, a medida que los protagonistas tiran de la filosofía de manual escolar para identificar y describir sus sentimientos acerca del paso del tiempo, la felicidad o las relaciones, la cinta se deja mecer por la melancolía y la autocomplacencia, para desembocar en un catálogo de lugares comunes y sentencias recurrentes. “En amor, gana quien huye”, reflexiona el incorregible ligón, a lo que uno de los viejos amigos replica desde la litera familiar: “El amor es un castigo por no habernos quedado en casa con papá y mamá”.

Extremos al margen, unos y otros reconocen que el amor no existe si no hay alguien que lo percibe. Es entonces cuando Genovese somete a estos cuarentones en ciernes a su particular cuarentena junto al mar, un bucólico escenario donde compartir confidencias y recuerdos sobre el sufrimiento amoroso, el sentido de la vida o esas tonterías que todos cometen: ayer, para hacerse mayores; hoy, para sentirse jóvenes. Nada que el cine no haya contado mil veces.

Claro que quién sabe si en las próximas semanas incluso acabemos echando de menos películas como Inmaduros. En determinadas fechas, ojear la cartelera puede ser casi tan deprimente como acudir al carné de identidad en busca de consuelo. Aunque ambos actos reclaman el mismo ejercicio de lucidez: el que nos permitirá admitir también, entrados ya los 50, que los 40 no estaban tan mal.

FICHA TÉCNICA:

TÍTULO ORIGINAL: Immaturi.

DIRECCIÓN: Paolo Genovese.

GUIÓN: Paolo Genovese y Marco Alessi, sobre la obra inédita de Alex Britti.

FOTOGRAFÍA: Fabrizio Lucci.

MÚSICA: Andrea Guerra.

PRODUCCIÓN: Marco Belardi.

INTÉRPRETES: Raoul Bova, Ambra Angiolini, Luca Bizzarri, Barbora Bobulova, Anita Caprioli, Paolo Kessisoglu, Ricky Memphis, Luisa Ranieri.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.

Compartir