John Onaiyekan: “Nigeria será un modelo de convivencia entre cristianos y musulmanes”

Entrevista con el arzobispo de Abuja (Nigeria)

MARK V. RIEDEMANN | El arzobispo de Abuja, John Onaiyekan, lo dijo en Radio Vaticano hace meses: los conflictos entre cristianos y musulmanes en Nigeria no están causados, en la mayoría de los casos, por motivos religiosos; “se trata del conflicto clásico entre pastores y granjeros. No se matan entre ellos a causa de la religión, sino por exigencias sociales, económicas, tribales o culturales”.

Este hecho aparece también recogido en el Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo, que edita Ayuda a la Iglesia Necesitada, en el que, sin embargo, también se subrayan las dificultades que tienen las minorías cristianas en los estados de Zamfara, Níger, Kaduna y Kano, donde se aplica la sharia (ley islámica). En esta entrevista, el arzobispo nigeriano profundiza en este hecho, así como en las vías para el entendimiento entre los seguidores de las dos religiones mayoritarias en el país.

– Cerca de tres mil personas han sido asesinadas en su país en los últimos años por enfrentamientos de carácter religioso y étnico…

– Esa es la mala noticia: que se hayan perdido vidas por cuestiones que tienen connotaciones religiosas y que, a menudo, son interpretadas como íntegramente religiosas. Miles de personas mueren en mi país cada año por cuestiones cotidianas y muchos otros mueren en áreas donde no hay ni cristianos ni musulmanes. Sin embargo, nadie habla de esto y los medios solo se centran en la violencia interreligiosa. Hay que poner todo eso en su contexto. Y sobre las 3.000 personas que se calcula que han perdido sus vidas en el norte de Nigeria…

– ¿Y cuál es el origen del problema?

– Hay una cierta dimensión religiosa, porque los nigerianos son profundamente religiosos; están muy comprometidos con su fe y todo lo hacen con fervor religioso. Por eso, cuando dos personas discuten, y una es musulmana y la otra cristiana, la gente se fija en primer lugar en la condición religiosa de los que se pelean. Por eso es fácil que los conflictos aparezcan como religiosos. En el caso de Jos, el problema está muy claro: la dicotomía entre los considerados “indígenas” del Estado de la meseta y los que son considerados como “colonos”.

– ¿Por qué se habla entonces, casi en exclusiva, de un asunto religioso?

– Nosotros nos identificamos muy fácilmente como cristianos o musulmanes. En Nigeria, cualquier domingo las iglesias están llenas. Si eres cristiano de los que va a la iglesia, y vecino de un musulmán, si un día estás sentado en casa un domingo, él te preguntará: “¿Por qué no estás en la iglesia?”. Y tú le dirías lo mismo. Es casi como si tu identidad se definiera en términos religiosos, así que todo lo que hagas será considerado como cristiano o musulmán. Por eso, si un cristiano está discutiendo con un musulmán, puede decir: “Mirad cómo me está tratando. Soy cristiano”. Y este tipo de manifestaciones se dan en ambos bandos.

“La mayor lección que podemos aprender
de poner la otra mejilla
no es invitar a alguien que ha quemado una iglesia
a quemar la de al lado al día siguiente.
Pero debemos estar preparados para perdonarle”

– ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano cuando sufre agresiones y ve amenazada su integridad?

– Nuestro deber es detener al agresor en sus malas acciones. Yo creo que también es un deber para el cristiano desarmar al agresor. Es nuestro trabajo, un derecho y un deber desarmar al agresor. Pero, ¿cómo lo haces? En el caso de los cristianos y los musulmanes, la mayor lección que podemos aprender de poner la otra mejilla no es invitar a alguien que ha quemado una iglesia a quemar la de al lado al día siguiente. No. Pero debemos estar preparados para perdonarle. El principal problema reside en el perdón. ¿Estamos preparados para perdonar?

En el nº 2.763 de Vida Nueva (entrevista completa para suscriptores).

 

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