Libros

Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado


Una obra de Santiago Madrigal (San Pablo-Universidad Pontificia Comillas, 2012). La recensión es de Eloy Bueno de la Fuente

Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado, Santiago Madrigal, San Pablo-Comillas

Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado

Autor: Santiago Madrigal

Editorial: San Pablo-Universidad Pontificia Comillas, 2012

Ciudad: Madrid

Páginas: 456

ELOY BUENO DE LA FUENTE | Con estas Lecciones sobre el Vaticano II y su legado, Santiago Madrigal continúa sus trabajos de investigación y de divulgación sobre el último Concilio ecuménico y sobre algunos de sus más significativos protagonistas. Hay que saludar con cordialidad la publicación de este libro, precisamente cuando nos disponemos a celebrar el medio siglo de su comienzo.

La obra ofrece una introducción clara y precisa a quienes deseen conocer el significado del Vaticano II. De este modo, cumple holgadamente el objetivo principal: contrarrestar su olvido por parte de las nuevas generaciones.

Es evidente que para los más jóvenes el Vaticano II representa cada vez más una magnitud histórica del pasado, que sería mero objeto de erudición. Deben disponer por ello de instrumentos que permitan captar en todo su dinamismo los problemas, los debates y las decisiones. Así, descubrirán que no se trata de cosas del pasado.

El conocimiento del Vaticano II tiene, como subraya el autor, una repercusión de mayor alcance: identificar, valorar y asumir su legado. Este conocimiento “doble” (el Concilio y su legado) es requisito indispensable para captar e interpretar la situación real del catolicismo romano actual.

Solo podemos valorar y orientar nuestro presente a la luz de lo que significó el Vaticano II: por eso es importante discernir en qué medida sus orientaciones fundamentales han de seguir marcando la hoja de ruta de la Iglesia católica y en qué ámbitos no se ha producido aún una aplicación suficiente de sus directrices.

En su presentación del Concilio, el autor intenta buscar el espíritu en el que se gestó el acontecimiento y que encontró plasmación en la letra, es decir, en los textos y documentos aprobados. Sería tan insuficiente reducirse a la historia del acontecimiento como al mero comentario de los textos. La tensión de ambas dimensiones permite captar el proyecto de Iglesia diseñado en la doctrina conciliar desde las dos coordenadas que hicieron de él un concilio pastoral: el aggiornamento y la apertura al mundo.

En una primera parte, presenta en cinco lecciones la “Crónica del acontecimiento: el ‘Concilio de la Iglesia sobre la Iglesia’”; desde el sentido de su convocatoria por Juan XXIII, va detallando lo más significativo de cada una de las sesiones. Sigue en la exposición la visión ofrecida en sus memorias por el arzobispo sudafricano de Durban, monseñor Hurley, activo ya desde la Comisión Preparatoria, como fino observador que supo percibir los pasos que conducían la clausura de la “época tridentina”, los momentos de bloqueo y de incertidumbre e incluso las experiencias dramáticas (como en la “semana negra” con que se cerró la sesión conciliar en el otoño de 1964).

Nuevo comienzo

En una segunda parte, presenta en tres lecciones como interludio la “Recepción y hermenéutica: una interpretación teológica fundamental”. Esta parte se sitúa a un nivel fundamental, “previo” a los temas concretos, para identificar la “idea fundamental que dé coherencia a la doctrina conciliar y permita explicar la intencionalidad plasmada en los diversos documentos” (p. 136).

En el intenso conflicto hermenéutico sobre el Vaticano II, opta por una perspectiva que muestre la aportación del Vaticano II: hay un antes y un después, lo que obliga a descubrir lo que de novedoso aletea en la aportación conciliar. No significa un comienzo absoluto, pero sí un nuevo comienzo.

Una adecuada hermenéutica de la reforma exige asumir una renovación dentro de la continuidad del sujeto Iglesia. Ese ha sido el significado del Vaticano II en la historia de la Iglesia: si bien no impidió la crisis de los años sucesivos, la inspiración renovadora del Vaticano II ha contribuido a paliar las consecuencias negativas de la crisis, marcando a la Iglesia un camino de futuro en varias líneas directrices que arrancan de una nueva visión de la Iglesia en torno a la idea de comunión como signo de salvación para el mundo entero (p. 140).

En ese horizonte adquiere toda su importancia el debate acerca de la interpretación, porque ha coincidido con la pregunta acerca de la naturaleza y de la misión de la Iglesia en el mundo de hoy (p. 163). Esta no puede ser fiel al Concilio más que salvaguardando su llamada al aggiornamento pastoral y a la apertura al mundo como encuentro y reconocimiento de los otros.

La tercera parte desarrolla en cinco lecciones todo lo relativo a “Teología e Iglesia en la letra de los documentos”. Así como en la segunda parte se situaba en un nivel teológico-fundamental, en esta se sitúa en un nivel más directamente eclesiológico; recorriendo la mayoría de los documentos, y presentando de modo claro y equilibrado las cuestiones en debate (primado y colegialidad, autoridad y sinodalidad, identidad y misión de los laicos, sentido de la “democracia” en la Iglesia, valor de las Iglesias y comunidades eclesiales no católicas…), trata de poner de relieve la autoconciencia eclesial que sostiene el acontecimiento conciliar: la eclesiología salida del Vaticano II está presidida por la afirmación de la Iglesia como misterio de comunión para la misión, y por la afirmación de la igualdad fundamental de todos los miembros del pueblo cristiano a partir del bautismo, de donde deriva la llamada a la participación y a la corresponsabilidad diferenciada (p. 308).

Para identificar la renovada comprensión teológica de la Iglesia que brota de los textos (objetivo de estas lecciones: p. 428) analiza la “sutil alquimia” (p. 143) que mezcla posiciones anteriores y aportaciones nuevas; intenta mantener la dialéctica espíritu-letra o acontecimiento-texto, pues puede servir para expresar la peculiaridad católica, capaz de integrar afirmaciones paradójicas.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.

Actualizado
05/07/2012 | 13:25
Compartir