Juegos democráticos en el Urabá antioqueño

Reducen riesgo de enrrolamiento juvenil en grupos armados ilegales

Un poco más de 700 jóvenes -mujeres y hombres entre los 12 y 25 años de edad- han tomado la distancia necesaria como para poder considerar que ya no están en riesgo de ser convencidos e incorporados a las filas de la guerrilla, los paramilitares o cualquier otro grupo al margen de la ley. Ese parece ser el saldo que arroja un proyecto programado para cuatro años sobre tres de las áreas del país, entre cuyas características ha estado la presencia e influencia de uno o varios de los grupos armados ilegales. Se trata de los municipios de Tibú, en la región del Catatumbo; Barrancabermeja, en el Magdalena Medio y Apartadó, en el Urabá antioqueño. Pero es sobre este último, en donde se ha concentrado el mayor esfuerzo de trabajo social, en cuanto al componente juvenil, y que involucra a los municipios bananeros de Necoclí, Turbo, Arboletes, Carepa, Mutatá, Chigorodó, San Juan de Urabá y San Pedro de Urabá.

Esas poblaciones han sido parte de la prioridad del proyecto denominado Fortalecimiento de la democracia participativa y empoderamiento social en Colombia, el cual ejecutan 27 personas, presentes en la zona, quienes integran a su vez el grupo responsable por parte de Pastoral Social desde cada una de las diócesis de los territorios mencionados.

Con las parroquias como bases de operación, delegados de Pastoral Social, articulados por la sección de Desarrollo Humano de la Conferencia Episcopal, se ha podido no sólo influir en la solución del conflicto, sino también de otros fenómenos como el pandillismo, la drogadicción y la violencia intrafamiliar.

El proyecto tenía previsto incidir a lo largo de cuatro años sobre 800 muchachos, no obstante, antes de cumplir el tercer año de ejecución, se ha cumplido con más del 90 por ciento. Sin embargo, no ha sido fácil el proceso de inmersión de estos jóvenes, que han visto en la política las peores prácticas de corrupción, clientelismo y oscuras asociaciones. Con todo ello y al cabo de un complejo proceso a través del cual se han empleado todo tipo de dinámicas pedagógicas en escuelas y barrios, se ha logrado despertar el interés de estos por intervenir en temas como el entorno medioambiental, el reconocimiento de su riqueza natural y cultural, así como su belleza. “Una de las dificultades ha estado del lado de las administraciones municipales en cuanto a la apertura para entender el ejercicio que se hace con los jóvenes”, manifestó Roger Carlos Hernández, un ingeniero agrónomo, quien desde hace 24 años ha estado vinculado a distintos proyectos sociales con la Iglesia y quien lidera buena parte de este, que es financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y las tres jurisdicciones eclesiásticas de los territorios comprometidos.

“En ese ejercicio de trabajo con los muchachos, se tiene una red juvenil para el desarrollo de gestiones a nivel municipal. La intención es también que los jóvenes desarrollen un trabajo comunitario de atención hacia la comunidad, de manera que lo político es articulado con lo cultural y lo deportivo”, explicó el ingeniero Hernández. Los índices de violencia han disminuido sensiblemente. “En varios puntos la comunidad ya reconoce a muchos jóvenes como líderes positivos”.

Parte del gran ejercicio desplegado en esa zona del país ha permitido la conformación de concejos municipales de la juventud y sistemas municipales de la juventud, los cuales hacen parte de estructuras y acciones democráticas, desde las cuales una población antes desinteresada en lo público, ahora es una gran interesada, promueve foros, discusiones y charlas para tratar diversas necesidades de su entorno y sin violencia. VNC

TEXTO: Jimmy Escobar G.

FOTO: MUNICIPIO DE CHIGORODÓ

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