Los obispos de EE.UU. apoyan una amnistía para inmigrantes de Obama

trabajadores inmigrantes en los Estados Unidos sin papeles

Cerca de un millón de estudiantes sin papeles podrán permanecer más tiempo en el país

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | A expensas de que el presidente Barack Obama concrete su compromiso de aprobar una ley sobre inmigración de carácter federal para el conjunto de los Estados Unidos, días atrás dio un paso muy importante en este sentido al impulsar, en parte, la conocida como Dream Act (Ley del Sueño), que otorgaría la ciudadanía estadounidense a estudiantes indocumentados que hubiesen llegado al país, junto a sus padres, siendo menores de edad.

Sin llegar a este extremo, sí actuó de urgencia al aprobar una medida por la que la deportación de unos 800.000 estudiantes en esta situación, que deberían ser expulsados en el plazo máximo de dos años, quedaría aplazada, para que concluyan sus estudios y obtengan un permiso de trabajo.

José Gómez, arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Comisión Episcopal de Migración, lo valoró muy positivamente: “Esta importante acción proveerá protección legal y autorización de empleo a un grupo de inmigrantes vulnerables, que merecen permanecer en nuestro país y aportar sus talentos a nuestras comunidades”.

Y añadió: “Estos jóvenes son talentosos, enérgicos y están dispuestos a continuar su educación para alcanzar todo su potencial. No entraron en nuestro país por su propia voluntad, sino que vinieron a los Estados Unidos con sus padres como niños, algo que todos nosotros querríamos hacer”.

Eso sí, el arzobispo Gómez recordó que esta medida coyuntural no supone la aprobación del Dream Act y, aún menos, una nueva legislación sobre migración de carácter federal, que, a su juicio, debería ser “integral y humana”. “Las familias siguen siendo deportadas y separadas, causando sufrimientos innecesarios”, lamentó.

También apoyó a Obama Gerald Kicanas, obispo de Tucson, Arizona, donde desde abril de 2010 rige una ley que ha despertado una enorme polémica, pues castiga todo contacto con inmigrantes ilegales. Hasta el punto de que la Confederación de Obispos Católicos clama porque sus sacerdotes tengan prohibido incluso distribuir sacramentos a las personas en esta situación.

Al igual que han hecho otros prelados, como los de Minnesota, Pennsylvania, Kentucky u Oregón, Kicanas insiste en la necesidad de una reforma legislativa global: “La inmigración es, en última instancia, una cuestión humanitaria, ya que impacta en los derechos fundamentales y la dignidad de millones de personas y sus familias”.

Situación inmoral

Para el obispo de Tucson, el actual sistema de inmigración “no cumple con la prueba moral” de proteger los derechos de las personas inmigrantes, como muestra el hecho de que sean “miles” las víctimas que han fallecido durante la última década en su intento de cruzar la frontera desde México: “Las familias inmigrantes están siendo separadas, los trabajadores son sujetos de explotación por parte de empleadores sin escrúpulos y los que tratan de encontrar trabajo son víctimas de abusos por contrabandistas de personas”.

El Tribunal Supremo dictaminó el lunes 25 una histórica sentencia por la que el Gobierno federal es el único que puede legislar sobre inmigración, con lo que la ley de Arizona (a excepción de que la Policía puede exigir la documentación a quien considere oportuno) quedaría anulada.

Quincena por la Libertad

Pese al concreto apoyo a Obama por su amnistía inmigratoria, la Confederación de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) continúa mostrando con fuerza su oposición a lo que considera un conjunto de “ataques a la libertad religiosa” por parte de las autoridades federales y algunas estatales.

Hasta el extremo de que, solo una semana después de reunirse en Asamblea General en Atlanta, el 21 de junio comenzó una campaña que alcanzará hasta el 4 de julio, Día de la Independencia, y que, bautizada como Quincena por la Libertad, supondrá “un gran himno de oración por nuestro país”.

Así, los obispos estadounidenses llaman “a las diócesis y parroquias de todo el país” a que se involucren en “un período especial de oración, estudio, catequesis y acción pública” con el fin de “salvar nuestra libertad religiosa”, tanto en los EE.UU. como en otros países, donde “los católicos se enfrentan a persecuciones e incluso a la muerte por su testimonio”.

En el nº 2.807 de Vida Nueva.

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