Rescatados, ¿de qué?

Sebastia TaltavullSEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

“Rescatados del mal, de la injusticia y de la muerte y al muy alto precio de la cruz: esta es la buena y nueva noticia del encuentro con el Resucitado…”.

De la avaricia, de la ambición injusta, de la especulación salvaje, de la apropiación indebida, de la insolidaridad, en definitiva, de la no contribución al bien común y de toda falta de amor solidario.

Benedicto XVI habla de este “otro rescate”, quizá el más necesario y urgente, al afirmar que “la Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida y la vida en plenitud”. Pensemos que la justicia afecta todas las fases de la actividad económica y que cualquier decisión tiene consecuencias morales.

Ante el Año de la fe, se nos recuerda la “exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”.

Ya se había referido a los “desiertos” que originan la aridez de la pobreza, del hambre y de la sed; del abandono, de la soledad, del amor quebrantado.

También el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de dignidad humana y de sentido. El “rescate” es apremiante –dice– ya que los desiertos exteriores se multiplican porque se han extendido los desiertos interiores. De ahí que los tesoros de la tierra estén subyugados al poder de la explotación y la destrucción.

Por el hecho de que toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral, cuando el orgullo se enquista en nuestra naturaleza, impide la opción por la gratuidad y la aceptación del “rescate” que necesitamos.

Rescatados del mal, de la injusticia y de la muerte y al muy alto precio de la cruz: esta es la buena y nueva noticia del encuentro con el Resucitado, la inyección de Vida que hemos de aceptar y proclamar con el testimonio creyente de nuestro firme compromiso social.

En el nº 2.806 de Vida Nueva.

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