Recuperación moral

+ FERNANDO SEBASTIÁN | Arzobispo emérito

“La crisis económica, como todo lo humano, tiene precedentes y componentes morales. ¿Será que los obispos no hemos mostrado suficientemente estas implicaciones morales de la crisis?…”.

Algunos amigos se me quejan de que la Iglesia, en este caso, los obispos, no hayamos hablado apenas sobre la crisis. Yo trato de hacerles ver la dificultad que esto tiene. Nosotros no somos expertos en estas cuestiones. No tenemos especial autoridad ni misión para hacerlo.

Pero me quedo con una preocupación. La crisis económica, como todo lo humano, tiene precedentes y componentes morales. ¿Será que los obispos no hemos mostrado suficientemente estas implicaciones morales de la crisis? ¿Habremos perdido los españoles la rectitud moral indispensable para vivir en libertad?

Pienso que algo de esto ha podido ocurrir. Nuestras normas morales eran claramente de naturaleza religiosa. Y eso es bueno. Muchos viven ahora sin fe en Dios y han perdido también el respeto a la conciencia moral. Creyeron que la astucia y el engaño bastarían para vivir y convivir. La experiencia nos está demostrando que no. Solo se puede convivir sobre el acuerdo en la verdad. Para convivir hacen falta la verdad y la justicia.

Tengo la impresión de que vivimos en un mundo falso de deseos ilusorios en el que nadie quiere, o nadie se atreve, a llamar a las cosas por su nombre y poner un poco de orden.

Muchos españoles tenemos la sensación de que nos estamos hundiendo en una ciénaga de mentiras. Mentiras en la política, mentiras de los medios de comunicación, mentiras en los negocios, mentiras hasta en algunas predicaciones. Solo la verdad es firme. Solo la verdad nos puede hacer libres y justos.

Eso de que la libertad nos haría verdaderos, fue otra gran mentira. La libertad sin verdad nos hace caprichosos y crueles. El intento de vivir y convivir en un mundo de ficción, creado al margen de la verdad de Dios, termina siempre en la decepción y en la muerte. Tenemos que volver a la seriedad del sí y del no. Sin relativismos. Sin mentiras.

En el nº 2.805 de Vida Nueva.

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