Los héroes anónimos de Cáritas

voluntarias de Cáritas preparan paquetes de comida

voluntario de Cáritas atiende a personas inmigrantes

FRAN OTERO | Cuatro voluntarias acercan a ‘Vida Nueva’ su experiencia en la atención a los más necesitados en una situación agravada por la crisis económica, con motivo de la reciente celebración del Día de la Caridad. Son cuatro, aunque dan voz y ponen nombre a ese ejército de cerca de 62.000 personas que ofrece horas de su vida para acompañar y aliviar a los que sufren; son personas que no pasan de largo, los más fieles colaboradores de Dios. [Los héroes anónimos de Cáritas – Extracto]

Canta Joan Manuel Serrat en Seria fantastic que “sería fantástico no pasar más de largo y servir para algo (…), que no perdiesen los mismos y heredasen los desheredados (…). Sería fantástico que todos fuésemos hijos de Dios”. Son los versos que me traduce Carmen Lorenzo del catalán, al teléfono desde Barcelona.

Carmen es voluntaria de Cáritas, una más de los cerca de 62.000 repartidos por toda la geografía española, y responde así al porqué de su compromiso con los más pobres desde hace 15 años.

“La motivación es compartir con los demás en un mundo donde hay cosas tan desagradables, ponerte al lado de la persona que sufre para que no se sienta desatendida y sola, para que se sienta querida”, afirma.

Dice, además, que es necesaria la convicción y la voluntad, porque la motivación puede desaparecer, al mismo tiempo que la libertad: “Se trata de abrirse a los demás y compartir con ellos sus experiencias. Estar a su lado”.

Su servicio –no le gusta que se llame trabajo– consiste en acompañar a personas mayores, solas y enfermas casi siempre: va con ellas al médico o a la compra, les hace compañía y está presente en la enfermedad y en los últimos momentos de sus vidas. Una tarea más asistencial que combina con su colaboración en los cursos de formación para los voluntarios o en los programas también de formación y capacitación para los que se acercan a pedir ayuda.

Inma Jiménez, por su parte, dirige la Cáritas parroquial de Huétor Tájar, una población cercana a Granada. Coordina los distintos grupos que se han organizado en torno a la institución –grupo de oración, ropero, acogida, visita a las familias…–, es la interlocutora con los Servicios Sociales del Ayuntamiento y acude cada viernes a la acogida para colaborar en la escucha y atención de los problemas de los necesitados.

Ya había participado antes, pero su implicación fue a más cuando su párroco le pidió que echase una mano en una casa de acogida de Cáritas. “Entonces, empecé a ir a la casa de acogida. Yo ya participaba de la vida de la parroquia, pero no en Cáritas. Y hace unos meses, me dijo que por qué no me hacía cargo de los grupos. Me lo estaba pidiendo la parroquia y la Iglesia, y acepté”.voluntaria de Cáritas reparte comida a un hombre

Algo parecido le pasó a Merche Belenguer, que dirige la Cáritas de un barrio de Valencia. El compromiso con su parroquia siempre fue importante, y este provocó que la reclamaran para liderar la caridad en su entorno más cercano. Ella y otra compañera son las que llevan el peso de la institución, aunque con la colaboración y buena voluntad de algunas personas mayores.

Los martes son los días de mayor actividad, pues tienen la acogida. “Es impresionante la cola que se forma”, reconoce, y enumera todo lo que hacen, aunque diga que “es poco”: escuchan, pagan algún recibo, compran medicinas, reparten alimentos, comprueban si los niños están escolarizados…

“Se trata de acompañar, aunque sientes que no haces nada, porque hay tanta necesidad… La gente lo que quiere es trabajar y no vivir de limosna”, añade Merche, que reconoce que están desbordados ante tanta solicitud de ayuda.

Concha Otero vive en el barrio de la Alhóndiga de Getafe y allí mismo colabora con Cáritas en la atención primaria y, sobre todo, en la alfabetización de mujeres marroquíes, pues imparte clases de español. Lleva ya cinco años y los progresos de sus alumnas son cada vez mayores.

“Se trata de acompañar, aunque sientes
que no haces nada, porque hay tanta necesidad…
La gente lo que quiere es trabajar
no vivir de limosna”.

Merche Belenguer, voluntaria.

Está satisfecha y reconoce que la labor “es muy bonita”, pero la situación no lo es tanto. Tiene clara la motivación, que le viene de su compromiso en la parroquia y en el barrio: “Los cristianos somos las manos, los ojos y los oídos de Dios, y tenemos que estar cerca de los necesitados. Se trata de llevar un poquito de Dios a la gente de más abajo”.

Son voluntarias, las cuatro, que dan voz por un día, con motivo de la celebración recientemente del Día de la Caridad, y ponen nombre a los miles de héroes anónimos que, volviendo a los versos de Serrat, no pasan de largo, sirven para algo y hacen a todos descubrir que son hijos de Dios.

Más que una ONG

En este sentido, Inma Jiménez explica que Cáritas no es una ONG ni un centro asistencia, sino “el rostro de Cristo en la Iglesia”. “Por eso, la caridad es algo innato en el cristiano. No se trata solo de una labor asistencial, tenemos que llevar a la gente a Dios, que puedan ver que Dios está por encima de todo lo que les ocurre y así puedan tener una esperanza. Nosotros, en este sentido, somos colaboradores de Dios”, explica.

voluntarias de Cáritas preparan paquetes de comidaDel mismo modo, Carmen Lorenzo dice que, aunque hay muchas organizaciones que atienden y ayudan a los necesitados, Cáritas es especial porque es “una organización de la Iglesia, que además atiende a cualquier persona sin mirar procedencia, religión…”.

En su opinión, la labor que está haciendo es muy importante: “Se hacen muchísimas cosas y muy buenas, pero parece que no interesa darle la difusión que merece. Es cierto que hay cosas buenísimas y todos deseamos que tengan continuidad, pero para eso se necesitan más recursos”.

Cuando se les pregunta sobre lo que se encuentran cada día en sus centros, por la necesidades, por las tragedias de gente cercana, transmiten la angustia de quien está al límite, pero también la certeza de que no tirarán la toalla. No todo está perdido. Eso, al menos, sostiene Carmen. “La situación es desagradable, pero de esta crisis tiene que salir algo bueno; no puede ser todo malo, este momento nos va a servir para sacar lo mejor de nosotros mismos”, explica.

A pesar de esto, reconoce que la situación es “mucho peor que hace unos años” y constata que las personas más afectadas son las que hace unos años vivían desahogadamente. “En cualquier caso –insiste–, creo que estas situaciones tan difíciles e incomprensibles provocan que nos volvamos más solidarios y nos pongamos al lado de los necesitados. Quiero ver la parte buena de la situación, porque la hay. Estamos cambiando de ciclo y tenemos que ponernos todos juntos y ayudarnos para que la cosa mejore”.

“La caridad es algo innato en el cristiano.
No se trata solo de una labor asistencial,
tenemos que llevar a la gente a Dios”.

Inma Jiménez, voluntaria.

El análisis que hace la directora de Cáritas de Huétor Tájar es igual de dramático: “La gente que antes nos solicitaba ayuda eran, en su mayoría, desarraigados o excluidos; sin embargo, en el último año, los que acuden a nosotros son gente que hasta hace poco tenía una vida muy normal, gente que tenía una vida hecha y estable y que se le ha ido al traste”.

“Es muy duro”

Para Merche Belenguer, la situación va a peor, y es que cada vez hay más necesidades. “Antes los que venían eran inmigrantes, y ahora son familias que viven a nuestro lado y cuyos miembros se han quedado en paro”, explica. Esta situación, tanto ella como su compañara, la viven “muy mal”: “Es muy duro encontrarse en la acogida a gente que ha sido cliente tuyo (tengo una tienda) y que rompe a llorar. Es tremendo que tengan que ir a pedir lo más básico, porque a lo que vienen es a por alimentos, aunque nosotros intentamos encaminarlos hacia un trabajo”.un hombre busca ropa en un ropero de Cáritas

La impotencia también es muy habitual en un voluntario de Cáritas, explica Inma, pues se presentan situaciones muy difíciles a las que “no podemos hacer frente”. “Y es que hay familias que no tienen nada… Podemos poner parches, pagar algunos recibos pendientes, ofrecerles una bolsa de comida, pero no podemos atender todas sus demandas. Todo esto agobia mucho”, añade.

Para Concha Otero la situación social en su entorno “es deprimente”, y aunque intenta llevar un poco de esperanza, le resulta muy complicado. Reconoce, además, que los inmigrantes, con quienes trabaja, están sufriendo más que nadie las consecuencias de la crisis, pues “los españoles tienen el colchón de sus familias”.

Son muchos los dramas y cada vez menos el ánimo y las fuerzas; la situación es límite, pero dice Concha que son los que acuden a Cáritas los primeros en ver el lado positivo: “Muchas veces nos dan lecciones”.

Aumenta la solidaridad

Pero del mismo modo que han visto que las necesidades han aumentado, también la solidaridad. “No todo es malo”, como decía Carmen Lorenzo, que ve muchas cosas positivas en Cáritas: “Es una institución seria y tiene credibilidad. Hay gente que no es voluntaria, pero colabora con aportaciones económicas muy necesarias, y también hay muchos voluntarios, aunque sí es cierto que la mayoría somos gente mayor. Es importante que los jóvenes se impliquen”.

Aunque Merche Belenguer estima que el compromiso de los cristianos es casi obligatorio, reconoce que los problemas se fundamentan en la falta de trabajo. “Lo importante es que haya trabajo para todos. Cáritas es una ayuda, pero la gente lo que quiere es trabajo y es lo que falta; con una bolsa de alimentos no podemos solucionar nada. Aun así, creo que los cristianos debemos comprometernos más”, concluye.

Inma Jiménez reconoce que la solidaridad ha crecido mucho, por parte de creyentes comprometidos y no creyentes, y que, en el caso de la Cáritas que dirige, son muchas las iniciativas y propuestas que reciben para recaudar fondos. Ofrecimientos totalmente desinteresados. Y es que, según dice, “la gente quiere ayudar”.

Vive sencillamente

Y de la oportunidad que puede otorgar una crisis económica para construir, para rehacer… a la que se referían las voluntarias de este reportaje, también habla la campaña institucional que Cáritas ha lanzado bajo el lema Vive sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir y que ha completado con frases como “Los mejores regalos se hacen con las manos” o “Vive con sencillez y la economía de la gratitud nos hará felices”.

“Con nuestra manera de vivir, de comportarnos,
de actuar ética y comprometida,
podemos influir para bien en nuestro entorno”.

Todo, para transmitir la necesidad de un nuevo modelo social “más humano, más evangélico y más justo”. “Se trata de construir una nueva sociedad basada en la humanidad como una gran familia que se interpela y se cuestiona sobre la realidad de la pobreza e injusticia que domina en el mundo”.

voluntarios de Cáritas preparan comida en la cocina de un comedor“Es tiempo de Caridad, tiempo para vivir una economía de la gratuidad al servicio de una sociedad más justa que sepa redistribuir los bienes y servicios para todos”, añade.

Y en este proceso, Cáritas, como entidad que practica la denuncia profética y la caridad política, reclama a los gobernantes que luchen con todos su medios contra la pobreza y la exclusión, que no recorten los gastos sociales, sino que los incrementen para paliar los efectos de esta crisis en los más vulnerables; que mejoren sus políticas de empleo; que cumplan con el compromiso del 0,7% de nuestra riqueza anual con los países empobrecidos y que cumplan los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Y a los ciudadanos pide, a modo de aliento, que tengan la convicción de que sí se puede hacer algo para mejorar la vida de tantas y tantas personas: “Con nuestra manera de vivir, de comportarnos, de actuar ética y comprometida, podemos influir para bien en nuestro entorno. Lo creamos o no, cada uno tiene un trozo de mundo en el que sí se puede hacer algo para hacer posible una sociedad mejor…”.

Al fin y al cabo, es lo que hacen Carmen, Concha, Inma, Merche y el resto de voluntarios de Cáritas en España: contribuir en la construcción de una sociedad más justa y hacer más llevadera su situación a las personas que se esconden tras las cifras de la crisis, que no abruman día tras día.

En el nº 2.805 de Vida Nueva.

 

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir