Entidades eclesiales catalanas denuncian la crisis y reclaman soluciones

un hombre sin trabajo ni ingresos pidiendo en la calle

Aseguran que la situación golpea a los más desfavorecidos

un hombre sin trabajo ni ingresos pidiendo en la calle

JORDI LLISTERRI. BARCELONA | Además de la labor social que en todas partes está realizando la Iglesia para paliar las consecuencias de la crisis, en las últimas semanas no han cesado los pronunciamientos de entidades y organismos religiosos de Cataluña denunciando la situación y pidiendo soluciones inmediatas.

Esta semana, el Secretariado de Marginación del Arzobispado de Barcelona pedía que los bancos pongan a disposición de las familias necesitadas los pisos que tienen inmovilizados en sus balances. Hace poco, Cáritas se pronunciaba en una línea similar, y en la presentación del balance anual con motivo del Día de la Caridad, era muy dura describiendo la situación: nunca habían atendido a tanta gente y nunca habían tenido que movilizar tantos recursos.

También, recientemente, una plataforma de entidades cristianas denunciaba la exclusión de los inmigrantes al acceso a la tarjeta sanitaria. A esta petición se sumaron los obispos catalanes en la última reunión conjunta.

Son algunos de los distintos manifiestos y declaraciones de las entidades cristianas dedicadas a la acción social que –en palabras del director de Cáritas Barcelona– reclaman un rescate para las personas afectadas por la crisis, el paro, los desahucios y los recortes.

“Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; si uno de vosotros les dice: ‘Que os vaya bien; abrigaos y comed cuanto queráis’, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve?”. Este es el texto de la Carta de Santiago que el Secretariado de Marginación utiliza para recordar el necesario compromiso
cristiano con los que sufren la crisis
.

Pero el manifiesto, publicado esta semana, exige, además, a las administraciones públicas que “revisen sus presupuestos, y pongan como primer objetivo de gasto, políticas de reinserción y promoción social, de ayudas y subvenciones a las entidades que trabajan en el mundo de la marginación y los más pobres, aunque esto sea en detrimento de otras realidades”.

Estas peticiones parten de un diagnóstico que vienen haciendo en los últimos tiempos, que refleja el aumento de personas que piden ayuda, de los sin techo, de la explotación en la economía sumergida, y denuncia que los niños son uno de los colectivos más afectados por la política de recortes.

El documento alerta de que “cada vez es mayor el número de personas que se ven obligadas para subsistir a buscar restos de comida en los contenedores, a recoger chatarra en la basura, o a la venta ambulante”.

El problema de la vivienda

Una de las propuestas del texto se centra en el problema de la vivienda y pide “a las entidades financieras que pongan al servicio de los más pobres sus recursos, y faciliten el acceso a ella poniendo a disposición, en condiciones asumibles, el stock de pisos vacíos que tienen”.

El mes pasado, Cáritas Barcelona también se pronunció en el mismo sentido en un decálogo de propuestas para facilitar el acceso a la vivienda, uno de los primeros factores de exclusión social junto al paro. Reclamaba la “puesta inmediata en alquiler social de titularidad pública de las viviendas que están en manos de las entidades financieras intervenidas por el Estado”, un alquiler que no debería superar los 200 euros mensuales y que tendría una duración a largo plazo.

En el mismo sentido, criticaba las propuestas de modificación de la legislación del mercado de alquiler, porque no afronta con “valentía los dramáticos problemas sociales que está viviendo la población en relación con el derecho a la vivienda”.

La semana pasada, varios obispos acompañaron a los directivos de Cáritas en la presentación del informe anual de la entidad. Martínez Sistach (Barcelona), Jaume Pujol (Tarragona) y Francesc Pardo (Girona) comparecieron antes los medios de comunicación en sus diócesis y coincidieron en valorar la implicación de les comunidades cristianas ante la crisis.

También el obispo Agustí Cortés (Sant Feliu) participó un año más en los debates sobre la situación económica que organiza la pastoral obrera. Y entidades como Justicia y Paz o la revista El Bon Pastor son otras voces que se han levantado alertando de las consecuencias de la crisis. Muchas voces que esperan ser escuchadas.

En el nº 2.805 de Vida Nueva.

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