El Vaticano cierra la crisis de la Iglesia en Centroáfrica

En julio se renueva la mitad del Episcopado con la toma de posesión de cuatro obispos

cuatro nuevos obispos de Centroáfrica

Los cuatro nuevos obispos: D. Nzapalainga, C.N. Yapaupa, N. Aziagbia y D. Agbenyadzi

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO. BANGUI. Fotos: SMA | En abril, Benedicto XVI nombró a cuatro nuevos obispos en la República Centroafricana. Nada de especial en la Iglesia de cualquier lugar, salvo porque aquí se trata de la mitad del episcopado del país y que durante los últimos años la situación eclesial ha atravesado una zona de turbulencias. Cuando el 22 de julio sean consagrados en una ceremonia en la capital, Bangui, quizá se dé con ello carpetazo a una de las crisis más preocupantes en la historia reciente de la Iglesia en África.

Durante las últimas décadas no han faltado tensiones entre el clero autóctono y los misioneros extranjeros en Centroáfrica, uno de los países más pobres del mundo, devastado por una sucesión de golpes, motines y una miríada de grupos rebeldes que surgen de la noche a la mañana.

En mayo de 2009, el problema estalló más allá de lo imaginable, al obligar el Vaticano a dimitir a los dos principales prelados del país: el obispo de Bossangoa, François Xavier Yombanje, entonces presidente de la Conferencia Episcopal; y el arzobispo de Bangui, Paulin Pomodino. En ambos casos se adujo como razón “falta grave” (léase tener mujer e hijos, una situación de doble vida que suele ir acompañada de desvío de fondos de la diócesis).

Ambos casos deben ser vistos en el contexto de una situación que no es exclusiva de Centroáfrica y que se venía arrastrando desde hacía décadas en muchas Iglesias de África.

Uno de los asuntos que ha preocupado siempre a Roma ha sido la ambigüedad con que bastantes sectores del clero han vivido el celibato, un estado de vida que en las culturas africanas suele aparecer como particularmente extraño.

Ambigüedad en el celibato

Si un cura africano vive como si estuviera casado (con una o varias mujeres) y tiene descendencia, lo más probable es que siga adelante con esa vida y ni se le pase por la mente pedir la secularización. El aura de poder que suele rodear al clero en África es un gran obstáculo para que los feligreses cuestionen la vida de su párroco. Y si su propio obispo no es precisamente un ejemplo de castidad, en la diócesis se acabará por vivir según un acuerdo tácito de no molestarse los unos a los otros.

El conflicto eclesial de 2009 se agravó con la reacción de un buen número de sacerdotes, que decidieron convocar una huelga de misas y actividades pastorales, seguramente la primera en la historia de la Iglesia. Aunque a última hora decidieron no llevarla a cabo, en un comunicado emitido el 26 de mayo de 2009, los curas locales –molestos por las destituciones de los dos obispos– protestaron por “la mano oculta de algunos misioneros expatriados que acaparan todos los puestos de responsabilidad en la Iglesia centroafricana y que impiden que los donantes realicen sus aportaciones al clero autóctono”.

En el nº 2.805 de Vida Nueva. El Vaticano cierra la crisis de la Iglesia en Centroáfrica, íntegro solo para suscriptores

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