‘Las chicas de la 6ª planta’: chachas en París

Las chicas de la 6ª planta - fotograma de la película

Las chicas de la 6ª planta - fotograma de la película

J. L. CELADA | Entre los personajes más entrañables del cine español, siempre se hicieron un hueco las sirvientas, las criadas, las empleadas de hogar… ¿Quién no recuerda a la Concha Velasco de Las que tienen que servir (1967), de José María Forqué, o a la Gracita Morales de ¡Cómo está el servicio! (1968), de Mariano Ozores?

Idéntico oficio desempeñaban aquellas Españolas en París (1971) a las que Roberto Bodegas siguió los pasos cuando atravesaron la frontera en busca de un trabajo. Apenas un puñado de mujeres entre las más de 50.000 compatriotas que por los años 60 y 70 del siglo pasado trataban de ganarse la vida en el país vecino.

Otro grupo de nuestras esforzadas chachas de entonces son también ahora las protagonistas de Las chicas de la 6ª planta, aunque con una particularidad: el retrato de sus afanes y desvelos corre esta vez a cargo de los anfitriones. En concreto, del realizador francés Jean-Philippe Le Guay, a quien una de tantas emigradas cuidó durante su infancia. Su mirada, por tanto, bebe de la memoria infantil… y de situaciones que, gracias al testimonio de las propias implicadas, forman ya parte de la historia.

Los hechos se desarrollan hacia 1962 en la capital gala, donde varias empleadas domésticas comparten ese piso –insalubre y deprimente– al que alude el título, después de cumplir con sus obligaciones laborales en las casas de familias burguesas como la que habita solo unos escalones más abajo.

Allí entrará a servir una recién llegada (Natalia Verbeke), cuya relación con los señores (en especial, el hombre de negocios interpretado por Fabrice Luchini) y con el resto de compañeras nos permitirá ir descubriendo los problemas idiomáticos y de integración que este colectivo debe sortear fruto de su doble condición: inmigrante y obrera.

Sin embargo, lejos de recrearse en una crónica de las penurias de posguerra, esta comedia social apuesta por rescatar cuanto hay de positivo y luminoso en el viejo edificio parisino: la solidaridad entre paisanas, su orgullo, valentía y vitalidad (no exenta de los consabidos tópicos: ruidosas y amantes de la paella y el flamenco), y hasta una oportunidad para el amor.Las chicas de la 6ª planta - fotograma de la película

Aunque sin grandes pretensiones –ni de documento histórico ni de denuncia–, Le Guay sí tiene tiempo de mostrarnos cómo piensan (Lola Dueñas), cómo sienten (Verbeke), cómo sueñan con volver a España y “ser las señoras” (Carmen Maura) o cómo rezan todas esas abnegadas mujeres.

Todo ello, arropado por su humor inocente, su sólido reparto y una cuidada dirección artística, hace de Las chicas de la 6ª planta una película amable y fácil de ver.

Además de aconsejable para quienes hoy acudimos a jóvenes latinoamericanas, rumanas o de cualquier otra procedencia para que atiendan a nuestros hijos (y ancianos) y limpien nuestras casas. Porque el olvido alimenta demasiados prejuicios.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Les femmes du 6ème étage.

DIRECCIÓN: Jean-Philippe Le Guay.

GUIÓN: Jean-Philippe Le Guay y Jérôme Tonnerre.

FOTOGRAFÍA: Jean-Claude Larrieu.

MÚSICA: Jorge Arriagada.

PRODUCCIÓN: Philippe Rousselet y Etienne Comar.

INTÉRPRETES: Fabrice Luchini, Sandrine Kiberlain, Natalia Verbeke, Carmen Maura, Lola Dueñas, Berta Ojea, Nuria Solé, Concha Galán.

En el nº 2.805 de Vida Nueva.

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