Pedro Barreto: “Aún ignoramos la gravedad del problema del medio ambiente”

Arzobispo de Huancayo (Perú) y director del Departamento de Justicia y Paz del CELAM

Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, Perú

JIMMY ESCOBAR G. BOGOTÁ | Como arzobispo de Huancayo, capital del departamento de Junín, en Perú, Pedro Barreto desató una de las mayores controversias vividas en ese país por la actividad minera desarrollada sin control durante los siglos XIX y XX en La Oroya, una pequeña localidad de la zona.

Es prelado, actual director del Departamento de Justicia y Paz del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Bogotá, puso el dedo en la llaga obligando al Estado peruano a suspender, en 2009, las actividades de la empresa norteamericana Doe Run, afincada allí desde principios del siglo pasado. Las amenazas contra su vida se volvieron casi una constante.

– Cuando usted llegó como arzobispo a Huancayo, ¿conocía el daño que provocaba el complejo minero de La Oroya?

– No conocía a ciencia cierta qué pasaba, pero sí sabía que La Oroya era considerada una de las cinco ciudades más contaminadas del mundo. Siempre había pensado que el Gobierno y los obispos anteriores se habrían preocupado del tema. Ya en 1934, doce años después de iniciarse la fundición, el obispo Rubén Berroa elevó una denuncia muy fuerte para ese tiempo. Decía que aquellos eran unos humos mortales y muy tóxicos. Pese a eso, la planta siguió funcionando sin parar hasta 2009, por lo que se calcula que hay pasivos ambientales, material particulado cercano a los siete centímetros en los cerros colindantes de la fundición, porque La Oroya está ubicada dentro de los Andes, como en una especie de hoya. Hay muchos cerros y, a veces, el aire, en lugar de irse a la atmósfera, baja hacia la población por una inversión térmica.

“Desde el CELAM queremos
convocar a empresarios, a políticos y a la población
para hacer una mesa de diálogo que asegure
la calidad de vida con una minería responsable”.

– ¿Cómo fue recibida la propuesta?

– Pues muy mal, porque nadie había hablado de esta forma y, por supuesto, ya nadie se acordaba de lo expresado por Berroa, de manera que hubo muchas instituciones políticas y empresariales que declararon a la Iglesia católica y al arzobispo de Huancayo como antiminero, que no quería el desarrollo del país porque ingresaban muchas divisas… Siempre me he preguntado cómo pudo ser esa avalancha contra el arzobispo. Han pasado ocho años y ahora todos estamos de acuerdo sobre la gravedad del problema. Incluso la Sociedad Nacional de Minería del Perú expulsó de su seno a Doe Run Perú por incumplimientos medioambientales; e incluso en los Estados Unidos tiene mala fama y ha sido castigada por su mismo Gobierno.

Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, Perú, recibe Medalla de Honor del Congreso

Barreto recibió la Medalla de Honor del Congreso peruano en 2011 por su defensa de la vida y el medio ambiente

– ¿Cómo ve la actividad minera en los países andinos?

– Eso lo hemos hablado a nivel del CELAM y nos hemos dado cuenta de que, desde el Caribe hasta Chile, la región está atravesada por una explotación minera que, en ocasiones, quiere ser responsable. Los estándares ambientales en varios países aún no son los internacionales; por tanto, hay empresas extranjeras que no hacen en su país lo que hacen en América Latina y el Caribe. El esfuerzo a nivel del Departamento de Justicia y Solidaridad es el de apoyar a las conferencias episcopales para proveer una especie de perfil para convocar a empresarios, a políticos y a la población para hacer una mesa de diálogo que asegure la calidad de vida con una minería responsable.

– ¿Qué tanto de eso va para Colombia?

– Hace poco, un sacerdote me hablaba de un problema con una empresa minera igual que en Perú, igual que en Honduras o que en Guatemala. Por eso queremos convocar a todos los actores sociales y caminar hacia el respeto a la vida y al medio ambiente. Tenemos muy claro como Iglesia que no nos oponemos a la minería; a lo que sí radicalmente se opone la Iglesia es a lo que afecte a la vida, a la salud y el ambiente en la casa común que Dios nos ha dado. Desde el CELAM estamos dispuestos a apoyar a las conferencias episcopales en este gravísimo problema. Aún algunos hermanos obispos, y la Iglesia en general, no son conscientes de la gravedad.

En el nº 2.804 de Vida Nueva. Entrevista con Pedro Barreto, íntegra solo para suscriptores

 

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