La familia, fundamental para la catequesis

niños en catequesis con sus familias

niños en catequesis con sus familias

JOSÉ LUIS PALACIOS | En el Plan Pastoral de la Archidiócesis de Zaragoza se le ha dado a la iniciación cristiana un papel muy relevante que, inevitablemente, ha alcanzado a la preparación de las primeras comuniones y de la poscomunión.

Sin embargo, no hay un único modelo generalizado; todavía hay lugares donde se precisan dos años y, en otros, han añadido un curso más, dedicado al “despertar religioso”, para llegar a comulgar por primera vez. Además, la edad en que se recibe el Cuerpo de Cristo varía entre los ocho y los nueve años.

A lo largo de los últimos doce años, se han sucedido intentos de todo tipo, lo que hace decir a Lola Ros, secretaria técnica de la Delegación de Catequesis de la archidiócesis, que “todos somos conscientes de la necesidad de plantear ofertas diversificadas”.

Un proceso intergeneracional

Una de las dos experiencias pioneras en las que esta seglar tiene puestas muchas esperanzas es la que se lleva a cabo en la Parroquia de Jesús Maestro, a cargo de los franciscanos, donde, más que continuar la catequesis familiar tras la Primera Comunión, hablan de “Familia en Catequesis”.

Se trata de un proceso intergeneracional en el que padres e hijos llevan el mismo ritmo de formación, aunque con contenidos adecuados a cada etapa vital.

En las tres primeras semanas del mes, la casa es el escenario en el que acercarse a los contenidos propuestos y poner en práctica lo adquirido. La última semana, el templo acoge a adultos y menores, primero por separado, y luego en una celebración conjunta que a veces se acompaña con otras actividades lúdicas.

“La gente está contenta, la experiencia familiar abre horizontes nuevos, los mayores retoman temas que tenían aparcados y el ritmo es relajado, al tiempo que permite que en casa se siga hablando de Dios y compartiendo intereses”, explica Lola Ros. La idea es tomarse en serio el concepto de “proceso” sin rupturas ni baches.

La otra experiencia se realiza en la Parroquia de San Lamberto, en el barrio de Miralbueno, según el método de Revisión de Vida, tan querido por la Acción Católica y la JOC, movimiento al que perteneció el cura que hoy impulsa esta iniciativa. También implica a toda la familia y alcanza al hogar. Participan tanto quienes preparan la Primera Comunión como quienes ya la han celebrado, y un equipo de gente joven acostumbrada al “ver, juzgar y actuar” anima este proyecto.

Reconoce la catequeta que la vida de los grupos de poscomunión ha perdido la pujanza que tuvo, por lo que el papel de la familia se antoja insustituible. “A pesar de las dificultades que está atravesando la institución familiar, su papel como núcleo en la transmisión de la fe es clave”, dice.

Apuesta por catequesis “más activas y menos escolares”, “más flexibles, más atractivas y adecuadas a los destinatarios con los que nos encontramos”.

Los retos, en opinión de Lola Ros, son la mejora de la coordinación de la acción pastoral entre las parroquias, los centros educativos y movimientos como el escultismo y la Acción Católica, con un gran impulso en la diócesis, así como la implicación de nuevos animadores y el adecuado equilibrio entre la dimensión lúdica y la espiritual.

Confiesa la dificultad de contar con “agentes preparados para los niños y adolescentes en la actualidad, capaces de sintonizar con ellos”, pero considera que hay una gran oportunidad en la “suma” de las diferentes sensibilidades eclesiales.

En el nº 2.803 de Vida Nueva.

 

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