¿Qué pasa con el IBI?

JESÚS SÁNCHEZ ADALID | Sacerdote y escritor

“La Iglesia católica está exenta, al igual que otras muchas asociaciones, en virtud de la Ley de Mecenazgo. Es decir, no es un “privilegio”…”.

Como sucede cada vez que algún asunto público concierne a la Iglesia, enseguida se levanta una tupida polvareda de opiniones y posiciones confrontadas, cargadas las más de las veces de aseveraciones simplistas, radicales o demagógicas, cuando no interesadas, contaminadas por los manidos estereotipos políticos y anticlericalismo.

Así ha sucedido con el asunto del IBI. Se habla con desconocimiento y con demasiado apasionamiento; sin que aflore el fondo de la cuestión, soterrado por la clásica pelotera que siempre rodea a los temas eclesiales.

¿Debe pagar la Iglesia el IBI? Bastaría enarbolar la ley, la norma de ámbito estatal que exime de pagar el IBI a instituciones que contribuyen al bien común. La Iglesia católica está exenta, al igual que otras muchas asociaciones, en virtud de la Ley de Mecenazgo. Es decir, no es un “privilegio”.

Puesto que no solo afecta a la Iglesia, sino que también están exentos los edificios públicos dedicados a seguridad ciudadana o a la defensa nacional, los colegios, los inmuebles de la Cruz Roja, las sedes diplomáticas, las estaciones de ferrocarril, los edificios catalogados como patrimonio histórico, los de las ONG, los partidos políticos, los sindicatos, los colegios…

Por otra parte, da la sensación de que la Iglesia no paga nada. Lo cual es falso: paga como cualquier contribuyente las tasas e impuestos que le corresponden por ley. Cuando son 3.070 los monumentos de la Iglesia declarados bienes de interés cultural y 5.000 los centros asistenciales, la polémica es absurda.

En el nº 2.802 de Vida Nueva.

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