‘Un feliz acontecimiento’: ¡dichosa maternidad!

Un feliz acontecimiento - fotograma película

Un feliz acontecimiento - fotograma película

J. L. CELADA | Ser madre es una de esas experiencias ante las que la vida, en su afán de perpetuarse, cobra pleno sentido. Sin embargo, madre no se nace, se hace. Y, en este proceso de aprendizaje, ninguna mujer escapa al intenso cóctel de sonrisas y lágrimas que depara la incierta aventura de tener un hijo.

Que se lo pregunten, sin ir más lejos, a la protagonista de Un feliz acontecimiento, paradigma de una maternidad de manual. O casi. Al menos, perfectamente reconocible en tantas de las situaciones que recrea.

Ahora bien, su rico muestrario de lugares comunes (el instinto maternal, el mareo hormonal, la compra de todo lo necesario para el bebé, los inevitables vómitos, gases y llantos de la criatura con la consabida desesperación de los padres primerizos…), lejos de entorpecer el ritmo narrativo, proporciona al último trabajo de Rémi Bezançon un excelente trampolín para alcanzar la digna condición de comedia dramática.

Así, de detrás de esos momentos –o gracias a ellos–, el realizador francés extrae una tierna, divertida y descarnada visión del dolor y la dicha que suponen poder alumbrar el milagro de la vida.Un feliz acontecimiento - fotograma película

Todo arranca con el cinematrográfico –y cinéfilo– enamoramiento de los progenitores: la primera cita, el primer beso, el primer “te quiero”… Apenas un ágil flash en el conjunto de la cinta, como antesala de lo que anuncia su título: la joven pareja se prepara para Un feliz acontecimiento.

Claro que, antes, asistimos al tránsito del embarazo, una espera acechada por enemigos varios: alimentos prohibidos, posturas imposibles, la madre, la suegra…

Sin abandonar un humor –también negro– de lo más refrescante, el director nos conduce al paritorio y, de ahí, de regreso al hogar. Es entonces cuando, tratando de recuperar cierta “normalidad”, padre y madre se enfrentan a su nuevo estado y a una crisis en la relación y en su propia identidad, especialmente ella.

¿Cómo volver a sentirse mujer después de haber sufrido el desgarro en un cuerpo “desacralizado” por el paso de ginecólogos, tocólogos, enfermeras, comadronas…?

Ante esta y otras preguntas, de nada le valen las respuestas de su tesis doctoral sobre Wittgenstein. La filosofía forjada en las dudas y sentimientos cotidianos atiende a razones muy distintas, que Bezançon esgrime como argumentos de peso contra la tentación del desconsuelo o el derrotismo, para acabar haciendo de esta historia un sincero canto al amor, al sacrificio, al abandono…, a todo aquello que constituye “lo absoluto” y que siempre pone a prueba el nacimiento de un hijo.

Aquí se habla de la gestación y de la lactancia, de los deseos y de los temores…, pero, sobre todo, de un acto de responsabilidad que es “desbordamiento” y entrega generosa. Porque, al final, “el tiempo lo borra todo” (incluso esta notable película), y “lo único que perdura es la vida”.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Un heureux événement.

DIRECCIÓN: Rémi Bezançon.

GUIÓN: Rémi Bezançon y Vanessa Portal, basado en la novela de Eliette Abécassis.

FOTOGRAFÍA: Antoine Monod.

MÚSICA: Sinclair.

PRODUCCIÓN: Isabelle Grellat, Eric Altmayer y Nicolas Altmayer.

INTÉRPRETES: Louise Bourgoin, Pio Marmaï, Josiane Balasko, Thierry Frémont, Gabrielle Lazure

En el nº 2.803 de Vida Nueva.

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