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EL LIBRO DEL MES: ¡Ojalá escuchéis hoy su voz!


Un libro de Juan Martín Velasco (PPC, 2012). La recensión es de José Luis Segovia.

Ojalá escuchéis hoy su voz, Juan Martín Velasco, PPC

¡Ojalá escuchéis hoy su voz!

Autor: Juan Martín Velasco

Editorial: PPC, 2012

Ciudad: Madrid

Páginas: 368

JOSÉ LUIS SEGOVIA | Me consta de muy buena fuente que el autor de este libro, sobradamente conocido por los lectores de Vida Nueva, no hace una especial valoración de esta obra recién publicada por PPC. Quizá piense que se trata de un texto menos sistemático y riguroso que otros suyos; tal vez por estar vertebrado por colaboraciones publicadas a lo largo de tres lustros. Sin embargo, por una vez, Juan Martín Velasco se equivoca.

¡Ojalá escuchéis hoy su voz! tiene la frescura, la hondura y la libertad evangélica con la que siempre se ha aproximado nuestro autor a sus grandes pasiones: el Misterio de Dios, el seductor estilo de vida cristiano y el reto para la Iglesia de ser evangélicamente significativa y habitable por los hombres y mujeres de hoy.

Junto con estos grandes temas, se aglutinan en torno a nueve bloques otras variadas y ricas aportaciones. Contienen los anhelos de nuestros contemporáneos, nos confrontan con la realidad de un mundo globalizado pero no más justo, se consideran como merecen las “virtudes menores” (paciencia, hospitalidad, humildad…), se ofrecen auténticas meditaciones sobre los tiempos fuertes y se rescata a grandes creyentes de ayer y de hoy, canonizados y sin canonizar, como figuras señeras del vivir vigorosamente la fe cristiana en tiempos difíciles.

Destacan, entre los más cercanos en el tiempo, el papa Juan XXIII, los cardenales Tarancón y Martini, la Madre Teresa de Calcuta, el Hno. Roger de Taizé y el teólogo Karl Rahner.

El texto está salpicado de continuas referencias a temas de candente actualidad, como la legalización inmoral del aborto, la falta de entrañas ante la inmigración irregular y la miseria o la perplejidad que suscita el mal (11-M). Son también frecuentes las referencias a las Semanas de Teología del Instituto Superior de Pastoral de Madrid, que ha dirigido muchos años.

Una obra con tantos perfiles y matices es imposible de sintetizar. Creo, sin embargo, que su aportación más genuina es poner al alcance del lector sencillo convicciones y pensamientos hasta ahora recogidos en libros más densos y de más difícil comprensión. Quienes estamos acostumbrados a leerle y a escucharle, descubrimos, una vez más, lo sugerente, actual y novedoso de su relectura en otro formato.

De la obra, me gustaría destacar su apuesta, ya antigua, por purificar la imagen de Dios y su invitación a hacer de Dios el único absoluto que recoloca el resto de mediaciones en el lugar relativo que les corresponde.

El Vaticano II y los desafíos pendientes

Igualmente, resulta muy sugerente el capítulo dedicado a la Iglesia y a vivir fuera del “infantilismo religioso”. Sin amargura, con la honestidad del intelectual y del cristiano comprometido con una Iglesia que siente hondamente suya, se formulan consideraciones sobre la novedad que supuso el Concilio Vaticano II y se cuestiona el “revisionismo histórico” en el que parecemos estar sumidos de unos años a esta parte.

En ese sentido, el catedrático emérito de la Universidad Pontificia de Salamanca destaca el carácter de “nuevo Pentecostés” (Juan XXIII) del Concilio, lo que parece descartar la tesis de su pretendido continuismo, al menos en la mente de quien lo convocó y de quienes se afanaron en su desarrollo. Se destacan algunos cambios significativos introducidos por el Vaticano II y se apuntan desafíos pendientes, imposibles de asumir sin una actitud abierta y sincera de diálogo intra y extra eclesial.

En síntesis, el libro de Martín Velasco supone un aldabonazo a la modorra colectiva que invisibiliza el Misterio de Dios, que no está en paro ni hace paréntesis en su acción providente sobre la humanidad, y a una Iglesia que puede estar perdiendo preciosas oportunidades de evangelización distraída en otros menesteres.

El libro formula la propuesta de volver a lo nuclear: recrear auténticas fraternidades cristianas. La única receta para ello que se le escapa a nuestro autor es, sencillamente, “escuchar la voz del Maestro”.

En el nº 2.802 de Vida Nueva.

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Actualizado
22/05/2012 | 11:00
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