Benedicto XVI aboga por “una nueva ética pública”

Papa Benedicto XVI en Sansepolcro

El Papa habla en Arezzo y Sansepolcro del papel del cristiano en la sociedad

papa Benedicto XVI en Arezzo

ANTONIO PELAYO. ROMA | Los viajes de Benedicto XVI dentro de las fronteras italianas suelen ser ignorados por los grandes medios de comunicación. Así ha sucedido una vez más con el que hace el número 27 de estos desplazamientos. En el curso del mismo visitó, el domingo 13 de mayo, las ciudades toscanas de Arezzo y Sansepolcro (la tercera etapa en el santuario de La Verna se suspendió a causa del mal tiempo).

Es una lástima, porque, en lo que dice, Benedicto XVI no hace distinciones entre grandes o pequeños auditorios, y sus discursos de este viaje han trazado las grandes líneas del ser cristiano al servicio del bien común de la sociedad. Tema que interesa a todos, especialmente en estos tiempos de crisis.

Italia, pero no solo ella, vive plenamente inmersa en esos tiempos, y no es casualidad que el hombre que en estos momentos mejor representa el esfuerzo italiano para salir del atolladero –el primer ministro, Mario Monti– acudiese a Arezzo para recibir al Papa, asistir a la misa por él presidida en el parque ‘Il Prato’, y escuchar sus palabras que, como señalaba en su comentario del Corriere della Sera Gian Guido Vecchi, están en plena sintonía con las que desde hace meses destila casi todos los días el inquilino de Palazzo Chigi.

En la ciudad donde Piero della Francesca reflejó en La leyenda de la Santa Cruz los muros de la Jerusalén celeste, Ratzinger invitó a sus oyentes a “construir la ciudad del hombre a imagen de la ciudad de Dios”; esto supone un compromiso político de todos los cristianos, pero especialmente de los seglares y, en modo particular, de los jóvenes, para contribuir al “nacimiento de una nueva ética pública”.

Fueron tres discursos –el último no pronunciado, al no haberse podido trasladar a La Verna– en los que el Papa, como titulaba L’Osservatore Romano, da las pautas “para construir la ciudad del hombre”.

En ellos también indica cuál debe ser el papel de la Iglesia: “La complejidad de los problemas –dijo en su homilía– hace difícil encontrar las soluciones más rápidas y eficaces para salir de la situación presente, que golpea de modo especial a los sectores más débiles y preocupa tanto a los jóvenes. La atención a los otros, desde hace siglos, ha llevado a la Iglesia a hacerse concretamente solidaria con quien se encuentra en medio de las necesidades, compartiendo los recursos, promoviendo estilos de vida más esenciales, contrastando la cultura de lo efímero, que ha ilusionado a muchos determinando una profunda crisis espiritual”.

Papa Benedicto XVI en Sansepolcro

El Papa orando en Sansepolcro

Por la tarde, al encontrarse con los habitantes de Sansepolcro, repitió su llamamiento al compromiso civil de los cristianos desde la profundidad de sus raíces cristianas. “Hoy –insistió– hay una especial necesidad de que el servicio de la Iglesia al mundo se exprese a través de fieles seglares iluminados, capaces de actuar dentro de la ciudad del hombre, con la voluntad de servir más allá de los intereses privados, más allá de las visiones partidistas. El bien común tiene que contar más que el bien de los individuos, y toca a los cristianos hacer nacer una nueva ética pública”.

Sobre san Juan de Ávila, “próximamente”

El jueves 10 de mayo, festividad litúrgica de San Juan de Ávila, patrón del clero secular español, Benedicto XVI recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los patronos, formadores y alumnos del Pontificio Colegio Español de San José, de cuya segunda sede romana se cumplen ahora cincuenta años de su construcción.

El centenar de sacerdotes españoles que se encuentran en Roma para “redondear” su formación con algún doctorado o licenciatura estaba acompañado por el cardenal Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española y patrono del Colegio, así como por los otros dos patronos del mismo, los arzobispos de Toledo y Sevilla, Braulio Rodríguez y Juan José Asenjo; estaban igualmente presentes los cardenales españoles antiguos alumnos del centro –Eduardo Martínez Somalo, Antonio Cañizares y Santos Abril–, su actual rector, el operario Mariano Herrera Fraile, y 40 sacerdotes que participaban en el XXV Curso de actualización sacerdotal.

En sus palabras, el Papa no reveló la fecha en que san Juan de Ávila será proclamado Doctor de la Iglesia universal; se limitó afirmar que esto se producirá “próximamente”, lo cual permite suponer que el acontecimiento podría coincidir con la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización previsto para el mes de octubre.

Mario Monti, primer ministro de Italia, aplaude al Papa en Arezzo

El primer ministro italiano, Mario Monti, acudió a recibir al Papa

El Papa definió al maestro Ávila como “un auténtico renovador en una época difícil de la historia de la Iglesia” y, dirigiéndose a los sacerdotes que le escuchaban, les dijo: “Al ser enviados a Roma para profundizar en vuestros estudios sacerdotales, debéis pensar sobre todo no tanto en vuestro bien particular cuanto en el servicio al pueblo santo de Dios, que necesita pastores que se entreguen al servicio de santificación de los fieles con alta preparación y competencia”.

En el discurso de saludo al Papa, el cardenal Antonio María Rouco insistió en que, además de los títulos universitarios, los sacerdotes que han frecuentado el Colegio durante todos sus años de existencia han alcanzado otra titulación no jurídica, pero sí de inmenso valor: “La experiencia de la catolicidad en Roma y de la vida eclesial que se desarrolla en torno al Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro”.

Nuevos miembros de la Guardia Suiza

Unos días antes, el domingo 6 de mayo, un total de 26 jóvenes alabarderos de la Guardia Suiza prestaron juramento de servir al Papa y a la Sede Apostólica hasta dar, si fuera necesario, la propia vida. Lo hicieron el mismo día en que 147 predecesores suyos murieron durante el saqueo de Roma perpetrado por las tropas del emperador Carlos V en 1527. La ceremonia, este año, se celebró en el Aula Pablo VI y no en el patio de San Dámaso, como es tradicional.

Al día siguiente, al recibir a los soldados helvéticos, a su familiares y a los representantes del Episcopado y del Gobierno suizos, Benedicto XVI destacó la “indiscutida fidelidad” de la Guardia, “que no puede llevarse a cabo sin aquellas características que distinguen a cada miembro del cuerpo: solidez de la fe católica, fidelidad y amor hacia la Iglesia de Cristo, diligencia y perseverancia en las pequeñas y grandes tareas cotidianas, valentía y humildad, altruismo y disponibilidad”.

Asamblea Plenaria de las OMP

Por otra parte, durante la semana del 7 al 12 de mayo, ha tenido lugar en Roma la Asamblea Plenaria de las Obras Misionales Pontificias, el “brazo” pastoral y económico de la Iglesia en el vasto universo de las misiones.

concierto para el Papa ofrecido por el presidente de Italia Giorgio Napolitano

El presidente Napolitano, antes del concierto para el Papa

Al inaugurarla, el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, insistió en que había que abandonar la vieja idea del misionero como “un navegante solitario”, para inaugurar una nueva época que se funde sobre todo en el testimonio colectivo de nuestra fe.

En otra intervención, Aldo Giordano, Observador de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, afirmó que “el horizonte más amplio de la misión de la Iglesia hoy es Asia, por la simple razón de que allí habita la mayor parte de la población de la tierra y de que el cristianismo es solo conocido por poco más de un 3% de esos pueblos”.

El Papa, al recibirles, les estimuló a no dejarse impresionar por la “trágica realidad de la persecución” y a ser conscientes de que “el mensaje de Cristo, hoy como ayer, no puede adecuarse a la lógica de este mundo, porque es profecía y liberación, semilla de una humanidad nueva que crece y que solo al final de los tiempos tendrá su plena realización”.

Como ya es tradición, también este año el presidente italiano, Giorgio Napolitano, ofreció al Pontífice un concierto para celebrar su séptimo año de Pontificado.

El de este año lo dirigió nada menos que la batuta de Riccardo Mutti, al que Ratzinger le entregó personalmente la Gran Cruz de San Gregorio Magno. El programa incluía obras religiosas de Antonio Vivaldi y Giuseppe Verdi, que fueron interpretadas por la Orquesta y los coros de la Ópera de Roma con instrumentos históricos de inestimable valor, como algunos violines stradivarius.

En el nº 2.801 de Vida Nueva.

Compartir