África sangra por las heridas de Malí, Nigeria y Congo

mujeres africanas llorando

Los tres países protagonizan unas semanas especialmente convulsas para el continente

mujeres africanas llorando

ALBERTO EISMAN | Víctima del silencio o la indiferencia de la opinión pública mundial, África sigue viviendo tiempos convulsos. Claros exponentes de esta situación son algunos de los acontecimientos que han tenido lugar durante las últimas semanas en tres de sus países: Malí, Nigeria y la República Democrática del Congo, en concreto, la región del Kivu Norte. [África sangra por las heridas de Malí, Nigeria y Congo – extracto]

En el Sahel, Malí atraviesa aún momentos de gran incertidumbre tras el golpe militar de finales de marzo y son muchos los interrogantes que se ciernen sobre su futuro.

Según los acuerdos facilitados por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), la transición debería durar un año y concluirá con las elecciones presidenciales y legislativas. A cambio de la amnistía, los golpistas han cedido el poder a un mandatario de transición, Dioncounda Traoré, presidente del Parlamento, y a un Gobierno encabezado por el ahora primer ministro, Cheick Modibo Diarra.

Sin embargo, pese a estos gestos, los militares siguen muy presentes en la escena política del país, donde todavía controlan ministerios clave como Defensa o Interior. De hecho, a finales de abril, tuvieron lugar en la capital, Bamako, nuevos enfrentamientos entre la guardia del depuesto presidente Amadou Toumani Touré y los seguidores de los golpistas.

Mientras, en el norte, la amenaza de una crisis humanitaria por el desplazamiento de civiles es cada vez más palpable. La zona sigue bajo el control de grupos armados opuestos al Gobierno, con el consiguiente peligro de que se infiltren facciones terroristas islámicas asociadas a Al Qaeda, presentes tanto en Malí como en los países limítrofes.

manifestación en Malí

Malí vive días de incertidumbre ante el futuro

Lo cual supone, además, un motivo de preocupación entre la comunidad cristiana de la región, que teme por su seguridad física, como manifestaba hace poco el P. Edmond Dembele, secretario general del Episcopado de Malí.

Avala sus declaraciones un reciente informe de Amnistía Internacional reconociendo la situación de creciente persecución y discriminación que sufren los cristianos en el mundo.

La organización cita, en concreto, a países subsaharianos con significativa presencia musulmana, donde hasta ahora reinaba un talante tolerante y abierto, pero que, con la radicalización de grupos musulmanes locales, ha derivado en un incremento de acciones encaminadas a entorpecer la actividad pastoral y social de las Iglesias cristianas. Es el caso de países como Senegal, Chad, el norte de Benín, de Togo y de Burkina Faso, Níger, Sudán y el propio Malí.

Nuevos atentados en Nigeria

No lejos de allí, en Nigeria, la violencia ha seguido acaparando titulares con nuevos sucesos sangrientos, algunos de ellos presuntamente perpetrados por el grupo fundamentalista Boko Haram, como sucediera semanas atrás (VN, nº 2.783 y nº 2.786).

El domingo 29 de abril, el país sufría de nuevo sendos atentados paralelos con bombas y francotiradores contra grupos cristianos: el primero, en la capilla de San Esteban de la Universidad de Bayero, en la ciudad de Kano, con un balance de 16 muertos; y otro en una iglesia protestante de la ciudad de Maiduguri.

Para complicar aún más la situación, un atentado suicida contra el rotativo This Day acabó con la vida de siete personas, y 34 más morían a principios de este mes de mayo en un ataque contra un mercado de ganado en el extremo noreste del país.

Policías en las calles de Nigeria

Policías en las calles de Nigeria

La violencia de grupos islamistas como Boko Haram, que quieren implantar la sharia o ley islámica, se está traduciendo también en un éxodo forzoso de nigerianos hacia el sur del país, que ven cómo su existencia en el norte se convierte en un riesgo que muchos de ellos apenas pueden asumir.

A raíz de estos y otros trágicos episodios que han tenido como objetivo a cristianos católicos y de distintas confesiones, el arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria, Ignatius Kaigama, ha recordado que los cristianos “se resisten a la idea de un Dios vengador, que busca a los pecadores para condenarlos”.

En una reunión con autoridades civiles para tratar de hacer frente a los ataques indiscriminados que han sufrido las instituciones cristianas y representantes de las fuerzas del Estado, el prelado advertía: “Somos conscientes de los motivos que han movido a los autores de estos actos terroristas, que quieren atacarnos y provocar así un caos para crear rechazo religioso, desconfianza e intolerancia entre nuestra gente. Sus expectativas son que nosotros contraataquemos con la misma moneda, para así crear más confusión, caos y muerte. Nosotros, como cristianos, nos resistimos a esa tentación y vemos estas inquietantes derivas como un momento oportuno de diálogo y reconciliación, más allá del nivel de confrontación o provocación”.

Kaigama invitó a buscar en la oración una respuesta apropiada a estos desafíos, reiterando la determinación de la Iglesia para continuar en la senda de la reconciliación y la paz, consciente de que la cultura de la vida se impondrá a la de la muerte.

Por otro lado, durante la misa por los últimos estudiantes católicos fallecidos, el obispo de Kano (Jigawa), John Namaza Niyiring, recordó así a los difuntos: “Estos católicos por los que lloramos hoy fueron asesinados dentro de la iglesia mientras adoraban a Dios, y su muerte es dolorosa para nosotros. Debemos alegrarnos con ellos porque han muerto como mártires que recibirán un juicio misericordioso por parte de Dios”.

El prelado exhortó, asimismo, a los católicos para que no cunda entre ellos el desaliento a causa de las reiteradas acciones terroristas de quienes persiguen a la Iglesia de Dios, subrayando que, pese a esta persecución, los cristianos deben permanecer “firmes y fuertes”.

Desplazados en el Kivu Norte

Mucha firmeza y fortaleza necesitan también en el Kivu Norte para sobreponerse a la situación que hoy padecen sus habitantes. Durante las últimas fechas, esta región de la República Democrática del Congo ha vuelto a ser escenario de violentos enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas de la República del Congo (FARD) y un contingente fiel al desertor general Bosco Ntaganda, alias Terminator, personaje que figura en la lista de busca y captura del Tribunal Penal Internacional por crímenes contra la humanidad y reclutamiento masivo de niños soldado.

refugiados en Kivu Norte, República Democrática del Congo

En R. D. Congo se cuentan dos millones de desplazados internos

Aunque este grupo rebelde había tomado dos ciudades en la zona de Masisi, cerca de Goma, capital de la región, todo apunta a que el Ejército congoleño ha retomado el control de estos enclaves. Otros informes, sin embargo, hablan de que varios oficiales han dejado el propio Ejército para unirse a Ntaganda, quien en su día luchó con los tutsis que llevaron al poder al actual presidente de Ruanda, Paul Kagame.

Fruto de esta situación creada por los violentos combates que se vienen produciendo en la zona, desde el pasado 29 de abril, al menos 20.000 personas han dejado sus pueblos para refugiarse en Goma, y otras 3.500 han cruzado la frontera a Ruanda, según ha desvelado en declaraciones a los medios de comunicación el director regional del Servicio Jesuita a Refugiados, Tony Calleja.

El religioso señaló, no obstante, que las cifras reales podrían llegar a ser mucho más elevadas, por lo que, además de instar a la comunidad internacional a buscar soluciones, confía en que “el Ejército congoleño recupere el control de la situación lo antes posible, para permitir que miles de hombres, mujeres y niños regresen al lugar donde tienen derecho a estar: sus propios hogares”.

Solo así podrá evitarse la repetición de escenas de un pasado reciente, que ha dejado profundos traumas en la población congoleña, con frecuencia silenciada y relegada, mientras se prioriza la extracción de estratégicos recursos naturales del rico subsuelo del país.

El Servicio Jesuita a Refugiados está atendiendo ahora a parte de estas personas desplazadas que han buscado refugio en instituciones eclesiales. Además de ayuda de emergencia, esta organización provee servicios educativos formales en escuelas secundarias, e informales, especialmente para mujeres y niñas.

Y es que el inmenso país cuenta aproximadamente con dos millones de desplazados internos, de los que más de una cuarta parte se hallan en el Kivu Norte. Desde que terminó oficialmente la guerra en 2003, la zona vive en una situación de frágil estabilidad, con la presencia de diferentes grupos armados que son una constante amenaza para la población civil y para su progreso.

En el nº 2.800 de Vida Nueva.

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