El dedo en la llaga

+ AMADEO RODRÍGUEZ MAGRO | Obispo de Plasencia

“Me estoy refiriendo al asunto de la llamada a la desobediencia de algunos sacerdotes austriacos (…). A partir de esa intervención del Papa, todos tenemos que dejar tiempo para que esta palabra sanadora haga su efecto…”.

Meter el dedo en la llaga, como mínimo, es una falta de delicadeza. Pero, a veces, según la llaga, hurgar en ella puede ser, además de peligroso, muy perjudicial. El daño será mayor si se mete el dedo cuando ya está en manos expertas que saben lo que tienen que hacer y conocen el remedio a aplicar. Por eso, la actitud de ir a la llaga, además de lo dicho, es una acción muy temeraria; porque no siempre es fácil medir las consecuencias, sobre todo si la llaga se puede convertir en contagiosa.

Me estoy refiriendo, para no hablar en abstracto, al asunto de la llamada a la desobediencia de algunos sacerdotes austriacos. Hasta no hace mucho, esta era una herida que tenía su ámbito concreto y que llevaba un proceso curativo, en el que, a pesar de los remedios aplicados en “ambulatorios” locales, se producían bastantes recaídas.

Ante la grave situación, el Santo Padre ha considerado –pienso que oportunamente y a su tiempo– que él mismo, en el mejor contexto que puede haber para el diálogo con los sacerdotes, debía llamar a la obediencia como camino para cualquier reforma. Lo hace como una medicina, la más eficaz para sanar esta ya dolorosa e infestada herida. Y lo hace con un precioso diálogo intelectual y espiritual: pone su autoridad, pero razona en Cristo lo que propone.

A partir de esa intervención del Papa, todos tenemos que dejar tiempo para que esta palabra sanadora haga su efecto. Intentar ahora despertar el dolor o la podredumbre de la herida es cuanto menos poco oportuno. Por eso no deberíamos ninguno, tampoco las publicaciones católicas, insistir en algo en lo que la última y mejor palabra ya está dada.

Además, al contraponer otras palabras a la del Sucesor de Pedro se corre el peligro de marcar una equidistancia que en modo alguno se puede permitir un católico.

¿Es que se nos ha olvidado que el Papa Benedicto tiene la misión de confirmarnos a todos con su magisterio en la fe y en la vida cristiana?

arodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.799 de Vida Nueva.

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