María Jesús Figa López-Palop: “La Iglesia ha atravesado momentos más difíciles que los actuales”

María Jesús Figa López-Palop, embajadora España ante la Santa Sede

Embajadora saliente de España ante la Santa Sede

María Jesús Figa López-Palop, embajadora España ante la Santa Sede

JUAN RUBIO y ANTONIO PELAYO, director y corresponsal de Vida Nueva | María Jesús Figa López-Palop vive sus últimas semanas en el Palazzo di Spagna. A la espera de la llegada de Eduardo Gutiérrez, su sucesor como embajador de España ante la Santa Sede, ya ha sido nombrada embajadora en Helsinki, adonde se trasladará a mitad de mayo. [Extracto de la entrevista con María Jesús Figa]

Son días de despedidas oficiales y personales, de recogida de papeles, de mudanzas; días, por lo tanto, agridulces, porque, por una parte, se recogen los frutos de un trabajo bien hecho (“Muy bien hecho”, nos subraya un diplomático vaticano) y de la amistad sembrada con generosidad. Pero por otra parte se rompe una continuidad que hubiera sido, sin duda, también muy fructuosa.

La embajadora se va, por lo tanto, bien abrigada por el calor con el que está siendo despedida y aureolada por la casi milagrosa luminosidad de la ciudad de Roma. Calor y luz que le serán muy necesarios en su próximo destino.

Estas páginas reflejan la entrevista que ha querido conceder al director de Vida Nueva, Juan Rubio, y a su corresponsal en Roma, Antonio Pelayo, con el balance de su gestión.

– En este año de trabajo, ¿ha encontrado alguna dificultad especial al trabajar en un mundo tan masculino como es el del Vaticano?

– Estoy acostumbrada, como tantas mujeres, a trabajar en ámbitos masculinos que lo eran mucho más hace unos años. Fui la única mujer de mi promoción en la Escuela Diplomática. No, no he encontrado dificultades en el mundo vaticano a este respecto: hay otras embajadoras acreditadas ante la Santa Sede y no se da ningún tratamiento diferenciado respecto a los Jefes de Misión. Pero es verdad que se trata de un mundo muy masculino en el que es muy posible que se encuentren extrañas las mujeres que trabajan funcionalmente dentro de él. Hay muy pocas mujeres trabajando, por ejemplo, en la Secretaría de Estado.María Jesús Figa López-Palop, embajadora España ante la Santa Sede

– ¿Ha podido favorecer o ablandar algunas cosas, no solo en el ámbito de la Iglesia?

– En general, en el mundo occidental, las mujeres estamos cada día más integradas en cualquier ámbito laboral, y el género no constituye, ni debe constituir, ninguna traba a nuestro trabajo. De ahí a afirmar que ser mujer suponga una ventaja, va un mundo. Para llegar a la situación de esa mayor integración en todos los campos, muchas mujeres han tenido que batallar. Todavía hoy queda mucho por hacer. Y en ningún caso creo que ser mujer ponga más fácil una trayectoria profesional. Pero tampoco se pide eso.

Un mundo “especial”

– El mundo curial es un mundo muy especial. La diplomacia vaticana es vieja y es particularmente difícil, el humus en el que actúa es distinto…

– Efectivamente, el mundo curial es muy especial, y el trabajo de una Embajada ante la Santa Sede tiene unas características únicas. Pero la historia de España y de la diplomacia española han discurrido en paralelo a la historia del Vaticano. Para los que provenimos de un ámbito occidental del que Roma ha sido el germen, creo que no es tan difícil entrar en ese mundo vaticano. Es cierto que el modo de actuación, la actividad diplomática de la Iglesia, tiene su propia especificidad. El ámbito de actuación es universal, tiene unas finalidades particulares y actúa con unos tiempos diríamos que “eternos”. El Vaticano tiene, posiblemente, a nivel institucional, la mejor y más amplia información de carácter universal. Evita el protagonismo y la visibilidad que persiguen la mayor parte de los actores internacionales en el mundo mediático en el que nos movemos. Pero sigue teniendo una enorme capacidad de influencia en las relaciones internacionales.

Destacaría, en el ámbito nada despreciable de las formas, la excelencia de sus servicios de protocolo y la importancia y la belleza de la liturgia de la Santa Sede. Las ceremonias del Vaticano conmueven por su espiritualidad y también por su estética. Es lo menos que puedo decir.

– Decía, embajadora, que también la música es particular.

– Sí, todo contribuye a ese resultado tan bello, independientemente de cualquier tipo de sensibilidad religiosa y de las creencias de cada cual. Y la música, con su gran repertorio histórico, cuenta además con una interpretación de gran calidad.

“Las negociaciones del Gobierno con la CEE
que se llevaron a cabo con motivo de la JMJ
fueron muy importantes para la creación
de un clima positivo”.

– ¿Qué ha significado ser embajadora en un momento difícil para la Santa Sede y difícil para el Gobierno español? Rodríguez Zapatero pasó a ser la bandera del laicismo. ¿Eso le ha creado alguna dificultad durante su mandato?

– Durante mi misión, puedo asegurar que las relaciones del Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero con la Santa Sede fueron de gran cordialidad. Es cierto que durante la primera legislatura del Gobierno socialista hubo tensiones serias y muy importantes que mi antecesor, el embajador Francisco Vázquez, ayudó a paliar y solucionar. En la segunda legislatura, sin embargo, esas tensiones fueron disminuyendo: en el tema de la financiación de la Iglesia, por ejemplo, se alcanzó un resultado que ambas partes apreciaron. Por otro lado, algunos proyectos legislativos no concluyeron su marcha. Con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), creo que se llegó a esa cordialidad que antes mencionaba. Ahí se demostró una muy buena voluntad por parte de las autoridades estatales, autonómicas y locales, que eran entonces de distintos signos políticos, de trabajar con la Conferencia Episcopal Española (CEE) para conseguir el mejor resultado posible y facilitar en todo la visita de Benedicto XVI. Las negociaciones del Gobierno con la CEE que se llevaron a cabo durante dos años fueron muy importantes para la creación de ese clima positivo.

Personalmente, yo he sido objeto de muestras de cordialidad desde el primer día en que llegué a Roma. Presenté las cartas credenciales en un tiempo récord, y no he dejado a lo largo de este año de recibir muestras de simpatía y colaboración para el cumplimento de mi trabajo. De mi misión en Roma, como representante de España, solo puedo hablar positivamente y con agradecimiento a las instancias vaticanas.

María Jesús Figa López-Palop, embajadora España ante la Santa Sede, con Antonio Pelayo y Juan Rubio

La embajadora, flanqueada por Antonio Pelayo y Juan Rubio

Institución sólida

– ¿Qué puede decir del momento complicado que atraviesa la Iglesia?

– La Iglesia ha tenido problemas y atravesado momentos más difíciles que los actuales. Ella misma subraya públicamente sus dificultades, que, por otro lado, sería pretencioso resumir en unas líneas. Pero, en el mundo de turbulencias que estamos viviendo, no creo que la Iglesia, como institución, ocupe el primer lugar. Por otro lado, dificultades notorias y que los medios de comunicación analizan con detalle como, por ejemplo, el de la pederastia, se están tratando, en mi opinión, con determinación, responsabilidad y publicidad por parte de la Iglesia.

Es verdad que hay muchos rumores dentro y fuera de la Curia. Hay que oírlos, sobre todo si se está acreditado ante la Santa Sede, pero no creo que haya que darles demasiada transcendencia. La Iglesia sigue siendo muy sólida.

– Desde la presentación de sus cartas credenciales, ha estado en varias ocasiones tú a tú con el Santo Padre, por ejemplo, durante la JMJ. ¿Qué impresión le han causado esos encuentros?

– Benedicto XVI, esa es la impresión que tengo tras unos diálogos forzosamente breves, es una persona humanamente muy cálida y muy próxima, que presta una gran atención a su interlocutor y despliega una atmósfera de calma y cordialidad. Destaco, además, su interés y conocimiento de la realidad española. En la JMJ, con las dificultades que suponía el viaje, más el calor de aquellos días, Su Santidad puso de manifiesto a todos los que le rodeamos su resistencia y buen humor.

“A España se la ha tenido
y se la tiene mucho en cuenta
en la Iglesia de Roma”.

– ¿La opinión pública le valora así o le deforma?

– Yo creo que la imagen que da Benedicto XVI, en sus viajes y en sus intervenciones públicas, coincide con la que yo he tenido personalmente, además del general reconocimiento de su valía intelectual. Otra cosa es la imagen de la Iglesia y del Papa que a veces trasladan algunos medios de comunicación. Contrasta la información que en Italia se da sobre los asuntos vaticanos, información con matices, con profundidad y siempre atenta a no faltar al respeto, con la que se da a los temas de la Iglesia, en algunos casos, en los medios de comunicación de nuestro país. Es una lástima.

Presencia española en Roma

– ¿Cómo es la presencia española en la Curia? ¿Está valorada suficientemente?María Jesús Figa López-Palop, embajadora España ante la Santa Sede

– A España se la ha tenido y se la tiene mucho en cuenta en la Iglesia de Roma. El peso de España ha sido enorme. No olvidemos la importancia que ha tenido nuestro país al llevar la religión católica a Iberoamérica. Por otro lado, el 73% de la población española sigue declarándose católica. La presencia de españoles en las altas esferas de la Iglesia es numerosa. Por ejemplo, al frente de distintas y muy importantes órdenes religiosas, tanto masculinas como femeninas. He tenido la oportunidad de conocer en Roma a muchos de esos superiores o superioras generales que han contribuido a mi visión de la Iglesia en su ámbito más internacional, dado el trabajo que muchos de ellos desarrollan en los cinco continentes. Les agradezco particularmente el tiempo, tan instructivo, que me han dedicado.

También en el ámbito de la Curia romana, España tiene una buena representación con respecto a la población de nuestro país. Destaca el número de obispos, pero también hay que contar con los diez cardenales españoles, que nos sitúan en el tercer lugar en la lista de naciones con mayor número de púrpuras cardenalicias.

– Es un hecho doblemente excepcional que usted haya sido la primera mujer al frente de esta Embajada y que su misión haya durado tan poco.

– Bueno, haciendo las cuentas, habré estado al frente de esta Embajada un año redondo, puesto que presenté mis cartas credenciales a Benedicto XVI el 16 de abril de 2011. Pero ha sido un año muy completo: he vivido la beatificación de Juan Pablo II; la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid; la entrega del Premio Ratzinger a D. Olegario González de Cardedal; la canonización de una santa española, sor Bonifacia Rodríguez de Castro; la exposición de Gaudí, que dio gran visibilidad a Cataluña durante unos meses en el Vaticano; y el consistorio cardenalicio de este año; además de haber podido asistir a las celebraciones más significativas de todo el año litúrgico.

Por otro lado, el Palacio de España ha sido escenario de actos culturales de relevancia, como la presentación de los archivos del cardenal Gomá y la mesa redonda sobre la actualidad de la Iglesia en los medios de comunicación, y ha albergado visitas de alto nivel, como la de los príncipes de Asturias; el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas; la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina; el entonces ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui; el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz; la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y tantos otros.

Tengo que estar muy satisfecha por la oportunidad que he tenido y que se me ha dado de ocupar la Jefatura de esta Misión. Ha sido un año que me dejará mucha más huella que los tres o cuatro años que he estado en otros puestos. Naturalmente, me hubiera gustado que durara más, pero soy una persona muy positiva por instinto y salgo de Roma para ocupar otra Jefatura de Misión. Miro para adelante con satisfacción. Aunque es una satisfacción no completa: no “paso página” en Italia, porque dejo a mi marido, también diplomático, aquí en Roma, y tendré la oportunidad de venir a menudo. Las rupturas familiares forman parte de la vida de un diplomático, vida que tiene también facetas muy duras.

En el nº 2.798 de Vida Nueva.

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