Edouard Batubenga: “Quiero volver a mi diócesis para compartir lo que he aprendido aquí”

Edouard Batubenga, sacerdote congoleño en Madrid

Sacerdote congoleño, estudiante de Teología en San Dámaso

Edouard Batubenga, sacerdote congoleño en Madrid

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | El arzobispo de Kananga (República Democrática del Congo), Marcel Madila, debió de pensar que oportunidades así no se presentan todos los días, cuando, al acudir a la Jornada Mundial de la Juventud del año pasado, recibió por parte del cardenal Antonio María Rouco una oferta de enviar algunos sacerdotes de su diócesis a estudiar en Madrid.

Impresionado por la excelente acogida de aquellos días de agosto, su respuesta no se hizo esperar. Al mes siguiente, Edouard Batubenga llegó con el encargo de realizar una licenciatura en Filosofía, “una disciplina para la que tenemos pocos sacerdotes con la suficiente preparación”, como él mismo explica.

“Tenemos un seminario interdiocesano donde se preparan 70 seminaristas de ocho diócesis y nos hacen falta profesores bien formados”, dice este congoleño de 38 años que transmite vitalidad y calor humano por los cuatro costados. Pero, para él, la formación del clero va más allá de las necesidades inmediatas que puede haber en una diócesis, puesto que “un sacerdote tiene que estar siempre en formación permanente para poder responder a las necesidades de la población”.

Desde su ordenación en 2001, Batubenga ha trabajado en tres parroquias de su diócesis, en la región del Kasai Occidental, tanto en medio rural como urbano. Su experiencia pastoral le ha enseñado que “es importante que los cristianos tomen la responsabilidad de las tareas pastorales”.

Él se siente orgulloso de la Iglesia en su país, “por el gran impacto social que tiene, denunciando las injusticias y con obras sociales como escuelas y orfanatos”. Incluso en la cárcel: “En Kananga son las parroquias las que dan de comer a los reclusos, una cada semana, por turno”.

“Los españoles son muy abiertos”…

Con una experiencia pastoral tan rica, el sacerdote se encuentra como pez en el agua en la parroquia de San Cristóbal, situada en el suburbio madrileño de Ciudad Pegaso, donde vive con dos sacerdotes españoles y colabora como vicario.

Allí sus días tienen todas las horas ocupadas: misa a las nueve de la mañana, confesiones, visitas a los enfermos y servicio de acogida en la parroquia hasta mediodía, clases en San Dámaso hasta las 16:30 y, a la vuelta, más actividades en la parroquia (carismáticos, equipo de Cáritas, grupo de personas mayores…) hasta las ocho. Solo a partir de las nueve de la noche puede dedicar unas horas al estudio.

Edouard piensa que “los españoles son muy abiertos, sobre todo cuando hablas su lengua”. Considera que es una diferencia importante con respecto a otros países europeos, “donde a la gente les importan poco los que vienen de fuera”. Le impresiona, particularmente, que “en España nos acojan en parroquias a los sacerdotes de otros países y nos hagan sentirnos como en casa”

Al mismo tiempo, le chocan los distintos usos sociales de una ciudad como Madrid si los compara con los de África: “En mi país, vas por la calle o estás esperando al autobús y te pones a hablar con cualquiera, pero aquí no es el caso”.

… “pero las misas son muy frías”

Y aunque desde su gratitud le cuesta expresar críticas, no puede evitar reconocer que “aquí, las liturgias son frías. ¿Cómo es posible que el ambiente de una misa de Navidad sea el mismo que el de una celebración ordinaria, excepto por el hecho de que hay más flores en el altar?”.

Aunque es muy consciente de la secularización de la sociedad, piensa que “en España aún hay mucha gente que cree, y me llama la atención ver que los católicos españoles tienen mucha devoción a la Virgen”. ¿Y los jóvenes? “No se les ve. Están en otro mundo, que es distinto del mundo de la Iglesia”.

Su programa de estudios está organizado, en principio, para un período de tres años en la Facultad de Teología de San Dámaso, en cuyas aulas encuentra “un ambiente muy favorable, muy internacional y con unos profesores muy accesibles, siempre dispuestos a ayudarte si tienes dificultades”.

Edouard tiene claro lo que quiere hacer cuando termine sus estudios en España: “Volver a trabajar en mi diócesis en el Congo para compartir con mi gente lo que he aprendido aquí, y aunque tenga que dedicarme a la docencia, me gustaría seguir en alguna parroquia, porque siempre me ha gustado mucho la pastoral directa”.

En el nº 2.798 de Vida Nueva.

 

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir