Aquilino Nguema: “Es difícil dormirse en una misa africana”

Aquilino Ngema, guineano compositor de música africana

Compositor de música tradicional religiosa

Aquilino Ngema, guineano compositor de música africana

Texto y foto: VICENTE L. GARCÍA | Tercer hijo de una familia de 12 hermanos, Aquilino Nguema, guineano de 48 años, casado y padre de seis hijos, es licenciado en Filología Francesa, especialista de Literatura Africana y periodista.

Además, es el secretario general de la Unión para la Democracia y el Desarrollo Social de Guinea Ecuatorial, desde la que ejerce la oposición al presidente Obiang en el exilio. Y, por si fuera poco, es director y compositor de música tradicional religiosa africana.

El pasado 2 de enero entregó una carta en Moncloa firmada por todos los líderes de la oposición guineana en el exilio con la reiterada petición de que el Gobierno español medie en la normalización de la vida política y social de la antigua colonia. Hasta el momento no han recibido respuesta alguna.

“Mi sueño absoluto es regresar a Guinea”, confiesa quien, para salvar su vida, debió de marcharse a Gabón. Escapó, pero no por mucho tiempo, pues fue secuestrado por la guardia personal de Obiang. La presión de España, Francia y los Estados Unidos, junto con la de la Iglesia, logró cambiar su encarcelamiento en Guinea por un exilio en España.

Pese a la ayuda recibida entonces, lamenta el escaso apoyo recibido por los gobiernos de España que él ha tratado (también buscó contactar con Aznar y Zapatero). Aun así, mantiene su esperanza y próximamente partirá a Bruselas para buscar el apoyo de la UE.

Mientras, ya han presentado en su país un plan de resistencia pasiva por el que, desde manifestaciones no violentas, reivindicarán los derechos negados a la población guineana. Su oposición pacífica, al estilo de Gandhi, no le impide denunciar con fuerza los abusos de Obiang: “No hay hospitales para la población, los disidentes son encarcelados y, cuando salen de prisión, lo hacen en condiciones tan lamentables que muchos mueren. Solo los cercanos a Obiang gozan de derechos en mi país”.

Aparte de su acción política, tiene en la música tradicional africana, especialmente en la religiosa, una de las actividades más importantes en su vida: “Además de por sus variedades lingüísticas, étnicas, rítmicas y litúrgicas, se trata de una música muy rica, ensalzadora, encantadora, acogedora y sugestiva, pues crea un ambiente de sosiego, meditación y a la vez de fiesta”.

Con todos estos ingredientes, sus efectos en el cuerpo y en el alma son cuasi mágicos: “Es una música que despierta automáticamente, cautiva, envuelve y eleva espiritualmente”.

Coro de lengua fang

Aquilino ha sido animador de jóvenes en la Acción Católica; responsable de la Juventud Estudiante Cristiana y coordinador de coros católicos de lengua fang. Toda esta formación, aprendida de ancianos versados en el arte, le ha sido muy útil antes de crear la Asociación de Coros Católicos de Lengua Fang.

Una experiencia que ha aplicado en España. Hace 11 años, en Valencia, recién llegado al exilio, inauguró la asociación Kulturama Guinea. Tres años después, se extenderían los coros a otros puntos como Móstoles y Torrejón de Ardoz (en Madrid), o Vitoria, en la parroquia Santa María. También están en Bilbao y Zaragoza.

“Creo que nuestra música saca a la gente de la rutina habitual, creando otra forma de rezar y vivir la Eucaristía. La Misa es un encuentro con el Señor y nosotros la concebimos, primero, como una fiesta, sea cual sea la celebración. Las personas se contagian de la alegría, el gozo y la vida en la ejecución de los cánticos, que siempre son expresivos, con abundantes gestos sugestivos y gritos de júbilo. Es difícil dormirse en una misa africana…”, concluye con sorna.

¿Hay que ser negro para interpretar esta música? Entre carcajadas, responde: “No lo creo. Lo mismo que el negro aprende música clásica, los blancos también aprenden la música africana. En mi continente, jóvenes europeos practican danzas iniciáticas africanas y otros ritmos aún más difíciles”.

EN ESENCIA

Un libro: Germinal, de Zola.

Una película: la serie Amar en tiempos revueltos.

Un deporte: el fútbol.

Un rincón del mundo: Alcorcón (Madrid).

Un sueño: estar en Guinea Ecuatorial.

La mayor tristeza: el exilio

La última alegría: mi última hija.

Un valor: la honestidad.

Que me recuerden por… la educación.

En el nº 2.797 de Vida Nueva.

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