Pascua 2012: “El resucitado nos devuelve nuestra dignidad”

cardenal Ignace Moussa I Daoud fallecido en 2012

El Papa cuestiona la desobediencia como un camino para renovar la Iglesia

Plaza San Pedro del Vaticano Domingo de Resurrección 2012

ANTONIO PELAYO. ROMA | Solo tres días después de su feliz pero físicamente agotador viaje a México y Cuba, Benedicto XVI abría el domingo 1 de abril el extenuante ciclo de ceremonias litúrgicas de la Semana Santa. Lo ha concluido no sin esfuerzo –más visible en algunos momentos que en otros–, pero sin alterar ni suprimir nada del programa previsto. El Domingo de Pascua a primeras horas de la tarde se trasladó a la residencia de Castel Gandolfo para reponer fuerzas.

La 27ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) fue celebrada el Domingo de Ramos con una vistosa y festiva Eucaristía al aire libre en la Plaza de San Pedro, donde a la habitual multitud se habían añadido algunos millares de peregrinos llegados de todos los rincones de España, pero especialmente de Madrid, y no pocos centenares de jóvenes brasileños, ya que Río de Janeiro será el escenario, del 23 al 28 de julio de 2013, de la 28ª JMJ.

El Papa hizo su entrada en la Plaza desde el Portone di Bronzo del Palacio Apostólico y se dirigió en la peana móvil que ahora utiliza para desplazarse hasta el obelisco central, donde bendijo las palmas y los ramos de olivo que llevaban cardenales y obispos de la Curia romana, sacerdotes, seminaristas, religiosas, religiosos y numerosos jóvenes que avanzaron cantando hasta el altar. La fusión del color rojo de los ornamentos, el verde vegetal y el azul del cielo ofrecía un bello espectáculo.

En su homilía, Joseph Ratzinger indicó que el mensaje de esta festividad es una “invitación a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones. La mirada que el creyente recibe de Cristo es una mirada de bendición; una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger la belleza del mundo y de compartir su fragilidad”.

papa Benedicto XVI lava los pies el Jueves Santo 2012

Benedicto XVI en el rito del lavatorio de pies, el Jueves Santo

A los jóvenes que le escuchaban les deseó que “el Domingo de Ramos sea para vosotros el día de la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final, la decisión de hacer de su Pascua de muerte y resurrección el sentido mismo de vuestra vida de cristianos (…). Esta es la decisión que conduce a la verdadera alegría, como sucedió con santa Clara de Asís, que hace ochocientos años, fascinada por el ejemplo de san Francisco y de sus primeros compañeros, dejó la casa paterna precisamente el Domingo de Ramos para consagrarse totalmente al Señor; tenía 18 años y tuvo el valor de la fe y del amor para optar por Cristo, encontrando en Él la alegría y la paz”.

Si ya el domingo en la Plaza los jóvenes españoles tuvieron ocasión de no pasar desapercibidos, el lunes habían convertido el Aula Pablo VI en un espacio todo suyo, que desbordó de entusiasmo cuando, al filo del mediodía, hizo su entrada el Santo Padre, al que impresionó el calor y el color de la acogida.

Le dio la bienvenida el cardenal Antonio Mª Rouco Varela, arzobispo de Madrid, acompañado por sus tres obispos auxiliares y por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, responsable de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Española. “A medida que pasa el tiempo –dijo el cardenal–, percibimos con más profundidad la gracia que ha supuesto para España y para Madrid vuestro paso por nuestras vidas y por nuestra patria”. [Especial JMJ 2011 Madrid]

En su discurso, interrumpido más de una vez por los aplausos fervorosos de los presentes, el Papa se dirigió a los jóvenes en estos términos: “Como aquellos apóstoles de la primera hora, sed también vosotros misioneros de Cristo entre vuestros familiares, amigos y conocidos, en vuestros ambientes de estudio o trabajo, entre los pobres y los enfermos. Hablad de su amor y bondad con sencillez, sin complejos ni temores. El mismo Cristo os dará fortaleza para ello (…). Evocando aquellos espléndidos días, deseo exhortaros asimismo a que no ahorréis esfuerzo alguno para que los que os rodean lo descubran personalmente y se encuentren con Él, que está vivo y con su Iglesia”.

Al final de la audiencia, en una sala contigua, el Papa saludó al presidente del Grupo Santander, Emilio Botín, uno de los patrocinadores de la JMJ que, con extraordinaria franqueza, le regaló una botella de aceite de oliva de su propia producción para “que se lo tome con unos huevos fritos. Es muy bueno para la salud”.

“Días inolvidables de alegría y esperanza”

El miércoles 4 de abril, Benedicto XVI volvió a recordar, en la audiencia general, su reciente visita pastoral a México y Cuba, definiéndola como “días inolvidables de alegría y esperanza que permanecerán impresos en mi corazón”, y deseando a ambos países que pueda traerles “frutos abundantes para construir la comunión eclesial y con valentía evangélica un futuro de paz y de fraternidad”.

El Papa no entró en detalles, pero quiso insistir en el “éxito pastoral” de su visita y recalcó los puntos más salientes de su mensaje al pueblo mexicano y al cubano: “A todos he recordado que Cuba y el mundo necesitan cambios, pero esos solo se realizarán si todos y cada uno se abren a la verdad integral del hombre, presupuesto indispensable para alcanzar la libertad, y deciden sembrar alrededor suyo reconciliación y fraternidad”. [Libertad religiosa en Cuba no solo es permitir procesiones]

“En la ceremonia de despedida –concluyó esta parte de su discurso– he recordado que, en la hora presente, los diversos componentes de la sociedad cubana están llamados a un esfuerzo de sincera colaboración y de diálogo paciente por el bien de la patria”.

A propósito de viajes, se confirma la visita del Papa al Líbano del 14 al 16 de septiembre, cuando entregará la exhortación postsinodal de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de Obispos celebrada en octubre de 2010.

papa Benedicto XVI en la Misa crismal del Jueves Santo 2012

Misa Crismal del Jueves Santo

Significativa homilía

El Triduo sacro comenzó en el Vaticano con la Misa Crismal del Jueves Santo, que Benedicto XVI presidió con unos 1.600 concelebrantes, entre cardenales, obispos y presbíteros presentes ese día en Roma. Un rito significativo y del que los medios de comunicación se han hecho eco por unas frases pronunciadas por el Pontífice en su homilía que creo conveniente reproducir en su integridad:

“Recientemente, un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo [Austria] una llamada a la desobediencia, aportando al mismo tiempo ejemplos concretos de cómo se puede expresar esa desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del magisterio; por ejemplo, en la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto”.

“Pero la desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos”.

“Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino? ¿Se puede ver en esto algo de la configuración con Cristo, que es el presupuesto de una auténtica renovación, o no es más bien solo un afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?”.

“Dejémonos interrogar –añadió Ratzinger un poco más adelante– todavía una vez más. Con estas consideraciones, ¿acaso no se defiende de hecho el inmovilismo, el agarrotamiento de la tradición? No. Mirando a la historia de la época posconciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en momentos llenos de vida y que hace casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu Santo. Y si miramos a las personas por las cuales han brotado y brotan estos ríos frescos de vida, vemos también que, para una nueva fecundidad, es necesario estar llenos de alegría de la fe, de la radicalidad de la obediencia, del dinamismo de esperanza y de la fuerza del amor”.

“No anunciamos opiniones privadas”

“En el encuentro con los cardenales –volvió en otro párrafo de su homilía– con ocasión del último consistorio, varios pastores, basándose en su experiencia, han hablado de un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente. Los elementos fundamentales de la fe que antes sabía cualquier niño son cada vez menos conocidos (…). El Año de la fe, en recuerdo de la apertura del Concilio Vaticano II hace 50 años, debe ser para nosotros una ocasión para anunciar el mensaje de la fe con nuevo celo y con nueva alegría (…). No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores”.

papa Benedicto XVI durante el Viernes Santo 2012

El Papa, durante la celebración del Viernes Santo

Las meditaciones del Vía Crucis de este año fueron encomendadas a Danilo y Anna Maria Zanzucchi, de los Focolares e iniciadores del movimiento Familias Nuevas; sin duda, laicos meritorios por su apostolado, pero sus textos no brillaron por su originalidad, eran reiterativos y casi monocolores.

No obstante, el marco irrepetible del Coliseo, la procesionalidad del ejercicio piadoso (que este año fue acompañado por una temperatura clemente) y la presencia del Papa lo convirtieron un año más en un momento de fuerte emoción.

El Papa resumió en unas frases el sentido que los autores de los comentarios habían desparramado por las catorce estaciones: “La experiencia del sufrimiento y de la cruz marca la humanidad, marca incluso la familia; cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil. Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diverso tipo. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica”.

Llegados al Domingo de Pascua, la Plaza de San Pedro de nuevo se vio agraciada por un cielo sereno, lo que contribuyó a que la afluencia de gente fuese muy alta; ya lo era cuando comenzó la misa, y a las 12:00 h. “ya no cabía un alfiler” y, desde luego, contemplada desde la loggia de las bendiciones donde apareció Benedicto XVI, tenía que resultar impresionante.

Dentro de los mensajes Urbi et Orbi, el de este año ofrece alguna originalidad, ya que en su primera parte es una contemplación de algunas experiencias de la Resurrección, como la de María Magdalena, que anunció con el corazón sobrecogido a los apóstoles: “¡He visto al Señor!”. [Mensaje Urbi et Orbi Pascua 2012 de Benedicto XVI]

“Todo cristiano – comentó el Santo Padre– revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida, el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad”.

cardenal Ignace Moussa I Daoud fallecido en 2012

El cardenal sirio Daoud

Pero esta parte, por desgracia, no es la que mayor expectación suscitaba en los medios informativos y diplomáticos, sino la segunda, dedicada a repasar a algunas situaciones particularmente tensas: “Que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria encuentren la acogida y la solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos”.

También aludió, con igual preocupación, a Irak y a Tierra Santa. Menos esperado era el llamamiento para que a Malí, “que atraviesa un momento político delicado, Cristo glorioso le dé paz y estabilidad”; y para que en Nigeria “la alegría pascual infunda las necesarias energías para recomenzar a construir una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de todos sus ciudadanos”.

Fallece el cardenal sirio Daoud

Con la muerte de Su Beatitud el cardenal Ignace Moussa I Daoud, el Colegio cardenalicio pierde a uno de los escasos representantes de las Iglesias católicas orientales. Después de haber sido patriarca de Antioquía de los Sirios, este ciudadano de origen sirio (nació en 1930 en una localidad cercana a la ciudad de Homs) en noviembre de 2000 aceptó ser prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales hasta el 2007. Ha muerto en Roma de una crisis cardíaca.

Pocos días después moría en San Juan de Puerto Rico el cardenal Luis Aponte Martínez, primer purpurado nativo de ese país. [Listado actualizado de los miembros del Colegio Cardenalicio]

En el nº 2.796 de Vida Nueva.

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