Fallece Felipe Fernández, obispo emérito de Tenerife

Felipe Fernández fallecido en 2012 y Bernardo Álvarez obispo de Tenerife

Fue un activo impulsor de espacios de diálogo

Felipe Fernández fallecido en 2012 y Bernardo Álvarez obispo de Tenerife

Felipe Fernández (izq.) y su sucesor, Bernardo Álvarez

MIGUEL ÁNGEL M. NUÑO, SDB | “Luto en el Episcopado español”. Así rezaba el titular de una importante agencia de noticias religiosa. Y con razón: en la tarde del Viernes Santo, fallecía Felipe Fernández García, obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, donde ejerció el ministerio apostólico entre 1991 y 2005.

Había nacido en San Pedro de Trones (León) en 1935. De niño acudió al seminario de Plasencia, donde su tío, Ceferino García Vidal, era rector. Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) y en Ciencias Sociales por la Gregoriana, fue ordenado el 28 de julio de 1957.

Su primer destino pastoral fue la localidad de San Benito. En 1965 fue nombrado secretario de redacción de la revista Pastoral Misionera, editada en Madrid, donde también cursó estudios en el Instituto de Pastoral de la UPSA. A partir de 1968 es nombrado profesor de Sociología y de Pastoral en el seminario de su diócesis, y ejerce como consiliario diocesano de diversos movimientos apostólicos.

Su ministerio episcopal comienza en Ávila en el año 1976, en cuya catedral fue ordenado. Ávila lo recuerda por la particular atención que prestó durante este período a la visita pastoral a las distintas parroquias, en repetidas ocasiones.

El 25 de junio de 2005 comienza su andadura como obispo de San Cristóbal de La Laguna, diócesis que gobierna hasta 2005, cuando presenta su renuncia por razones de salud.

Le sucedió al frente de la diócesis Bernardo Álvarez, quien ya había sido su colaborador más estrecho en los últimos años. Precisamente, en una edición especial de la revista Iglesia nivariense escribía entonces el nuevo obispo: “He aprendido de él esa libertad para hacer siempre lo que pensaba que tenía que hacer en conciencia, aunque por eso haya podido ser a veces menos querido. Nunca ha traicionado su conciencia ni ha traicionado jamás los intereses y los derechos de la Iglesia”.

Durante sus 14 años de episcopado en Tenerife, destaca la creación del Consejo Diocesano de Pastoral, la instauración del Instituto de Ciencias Religiosas a distancia San Agustín, la celebración del primer Sínodo Diocesano, la recuperación del diaconado permanente, la puesta en marcha de la Residencia Santo Tomás de Aquino para universitarios, la inauguración de monasterios para monjes y monjas, y la culminación del proceso para la canonización del Hermano Pedro de Betancur.

Se añade a todo ello, en palabras del actual obispo, que “su esfuerzo por dotar de estructuras estables de diálogo y encuentro entre la Iglesia y los distintos organismos ha sido impresionante. Valgan como ejemplo, las relaciones estables con la Administración, con los foros culturales, con los medios de comunicación…”.

Y concluye Bernardo Álvarez: “Estoy convencido de que la diócesis percibirá los frutos de su paso entre nosotros con el transcurrir del tiempo, como sucede siempre. Hay que dejar pasar los días para tener la perspectiva necesaria que nos permite contemplar desde la globalidad el trabajo de un hombre, sin duda también el de don Felipe”.

En el nº 2.796 de Vida Nueva.

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