Benedicto XVI: “Cuba y el mundo necesitan cambios”

Benedicto XVI con Fidel Castro en su encuentro en La Habana

El Papa se despide de la Isla con un llamamiento a la justicia y la libertad

Benedicto XVI en la misa en la Plaza de la Revolución de La Habana Cuba

VidaNueva.es | El papa Benedicto XVI ha dejado en Cuba un mensaje de confianza sobre el futuro de la Isla y de sus gentes. En sus distintas intervenciones, el Papa ha pedido a los cubanos que se esfuercen para lograr una sociedad renovada, abierta a todos y donde convivan la justicia y la libertad. Uno de los actos principales de este viaje fue la Misa en la Plaza de la Revolución de La Habana.

Cientos de miles de personas participaron, el miércoles 28 por la mañana, a la Eucaristía presidida por el Papa en la simbólica Plaza, en cuyo centro (en el monumento erigido en honor del padre de la patria), el lugar desde donde Fidel Castro pronunciaba sus discursos, se erigió el altar para la celebración.

En su homilía, el Pontífice aseguró que “fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad” y exhortó: “No vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime”.

De una manera más explícita que como lo hizo en México, Benedicto XVI reclamó para la Iglesia “la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente”, no como “privilegio”, sino para “ser fiel al mandato de su divino fundador”.

Reconociendo “con alegría” que en Cuba se han ido dando pasos en esta dirección, animó a las autoridades a “reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana”.

“El derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez. Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras”, dijo.

Benedicto XVI con Fidel Castro en su encuentro en La Habana

El Papa y Fidel Castro en su encuentro en La Habana

Retomando sus ideas sobre la verdad, el Papa finalizó con un llamamiento muy claro: “Cuba y el mundo necesitan cambios, pero estos se darán solo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad”.

Encuentro con Fidel Castro

Esta misa fue el último acto de la agenda pública del Papa. No obstante, tal y como se esperaba, a las 12:30 h. se produjo el esperado encuentro entre Benedicto XVI y Fidel Castro.

Tuvo lugar en la sede de la Nunciatura Apostólica y duró una media hora. Más allá de intercambiar anécdotas sobre la avanzada edad de ambos, el exmandatario cubano explicó que desde que dejó el poder, se dedica al estudio y la reflexión.

Intercambiaron impresiones sobre los cambios sucedidos en la liturgia en los últimos años, sobre la función del Santo Padre, sobre las respuestas de la ciencia a los problemas de la humanidad y sobre cómo Dios se ha quedado al margen en la sociedad actual.

A las 16:30 h., el Pontífice llegaba al Aeropuerto José Martín de la capital cubana, donde tuvo lugar la ceremonia de despedida, con un discurso nuevamente muy claro con respecto a las aspiraciones de los cubanos.

Cuba, casa para todos

“Vine aquí como testigo de Jesucristo, convencido de que, donde él llega, el desaliento deja paso a la esperanza, la bondad despeja incertidumbres y una fuerza vigorosa abre el horizonte a inusitadas y beneficiosas perspectivas”.

Benedicto XVI aseguró que seguirá rezando “para que ustedes sigan adelante y Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad”.

“La hora presente –añadió– reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración. Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas”.

Fueron las últimas palabras de un largo viaje que había comenzado seis días antes en México y que ha llevado esperanzas renovadas a ambos países. A las 10:00 h. de la mañana de hoy jueves, el Papa aterrizó de vuelta en Roma.

Especial Visita de Benedicto XVI a México y Cuba

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